Steve Suwannarat
(ZENIT Noticias – Asia News / Bangkok, 21.09.2023).- El think tank estadounidense Pew Research Center -a menudo involucrado en iniciativas en las que confluyen política, fe y derechos humanos- publicó un nuevo informe sobre el delicado tema del pluralismo religioso en algunos países del sudeste asiático. El estudio se realizó sobre una muestra de más de 13.000 entrevistados y abarcó diferentes realidades desde el punto de vista de la pertenencia religiosa: países de mayoría musulmana como Indonesia y Malasia, países budistas como Camboya, Sri Lanka y Tailandia, o aquellos sin una identidad religiosa institucional, como Singapur. De los resultados se desprenden dos líneas de pensamiento aparentemente discordantes.
En la primera, una abrumadora mayoría de las respuestas de las personas consultadas en la encuesta sobre la que se basa el informe, sobre todo en dos países islámicos moderados, Indonesia y Malasia, muestra que la mayoría de la población está a favor de un papel proactivo de los religiosos en la política activa, iniciando o apoyando aquellos partidos que se comprometen a aplicar en la vida pública lo que los dictados religiosos. En esencia, entre el 79 y el 86 por ciento de los habitantes de este grupo de países (que de alguna manera también incluye a Camboya) siguen considerando que la religión a la que pertenecen es un elemento fundamental de su identidad y, por lo tanto, se debe aplicar en todos los niveles. Y el consenso es incluso ligeramente mayor con respecto a que sus dirigentes religiosos expresen su preferencia política en las urnas. Sin embargo, es menos elevado -alrededor del 60%- la opinión favorable a la idea de una participación activa en manifestaciones de carácter político o campañas electorales por parte de los referentes religiosos, o sobre el papel que debe tener la religión en la conducción política del país.
En el extremo opuesto, Singapur se presenta como la principal expresión de aquellos países que consideran que la convivencia entre diferentes religiones es un elemento sumamente positivo, compatible con la cultura nacional y sus valores, y que debe ser el primer factor a tener en cuenta al tomar decisiones, evitando cualquier enfrentamiento ideológico que pudiera encontrar fácilmente una salida política. Con diferentes porcentajes, este segundo grupo incluye países como Tailandia y Sri Lanka en el que los ciudadanos, aunque expresan respeto por el tema religioso, creen que es posible cambiar de religión sin particulares traumas y por una decisión personal.
En este grupo el porcentaje de quienes creen que las personalidades religiosas deben expresar abiertamente sus preferencias políticas se sitúa entre el 29 y el 47 por ciento, mientras que menos del 30 por ciento de la muestra de encuestados cree que es apropiado que los líderes religiosos entren en la política activa.
Del informe también se desprenden datos que muestran la fuerte persistencia de ideales o tradiciones religiosas incluso cuando, externamente, parece manifestarse un cierto rechazo del fenómeno religioso en su conjunto. Si bien -dada una condición general de fundamental tolerancia- los principales países musulmanes señalan la necesidad de que la Sharia sea la ley nacional, países budistas como Camboya y Tailandia parecen reconocer también abiertamente la superioridad de su fe sobre las demás.