Ariel Beramendi
(ZENIT Noticias / Roma, 25.09.2023).- Entramos frenéticamente en la última semana de septiembre y ya respiramos “sínodo” y “consistorio”. Dos eventos que se vivirán dentro de algunos días y serán el centro de atención para la Iglesia porque todos, de una u otra manera, echaremos un vistazo a lo que está sucediendo en la Santa Sede. Al momento, los preparativos, la organización y aspectos logísticos no se detienen, para tenerlo todo listo cuando se abran las cortinas y las ceremonias pontificias inicien.
De todas maneras, la crónica vaticana de esta semana no puede dejar de mencionar el viaje, de menos de dos días, que el Papa Francisco realizó a Marsella. Su objetivo era llamar la atención sobre la emergencia migratoria que se vive en el mundo entero, y desde esa palestra internacional, logró que los grandes medios de comunicación y la opinión pública, se detengan sobre este drama de la humanidad. Además, el domingo pasado en la Iglesia celebramos la jornada mundial de los migrantes y refugiados con el tema “Libres de elegir si migrar o quedarse”.
Al respecto, en la conferencia de prensa de tres preguntas que el Papa dio en el avión de regreso a Roma, una periodista francesa le preguntó si después de diez años de pedir solidaridad para los migrantes se sentía fracasado. Francisco dijo que no porque hoy existe la conciencia de este problema al punto que se ha convertido en una “patata caliente”.
Sin embargo, ante la pregunta de un periodista español sobre si se sentía frustrado por la falta de frutos en la búsqueda de paz entre Ucrania y Rusia, respondió: “algo de eso hay”, pero explicó que desde la Santa Sede se hace lo posible, y que “posible” es muy distinto de lo “real”, pues no podríamos imaginar que de un día a otro los dos líderes que están en guerra vayan a comer juntos y se den la mano.
Otros temas importantes de la semana fueron que se dio a conocer la lista oficial de los participantes en el sínodo. La prensa se detuvo en los dos participantes de la República Popular China y también se hizo eco de que el cardenal Ladaria, hasta hace poco prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, pidió ser exonerado de la reunión sinodal.
Pasando a otros temas, el pasado lunes 18 de septiembre se conocieron los resultados de una visita canónica ordenada por el Cardenal Vicario de Roma, al «Centro Aletti» fundado por el ex jesuita Rupnik. Esos resultados afirman que no hay grandes problemas y que incluso hubo procedimientos gravemente anómalos que ponen en duda la responsabilidad del religioso. Seguramente, será el tiempo que decantará la verdad. Lo cierto es que no se ha llegado a un punto final en este asunto doloroso.
Cerramos la crónica con una noticia llena de imprevisibilidad, pues el papa Francisco después del Ángelus dominical fue a presentar sus condolencias ante los restos mortales del ex presidente Giorgio Napolitano que se velaban en el Senado de la República Italiana.
Napolitano, fallecido a los 98 años, fue un hombre de diálogo, dio un gran servicio al país y fue un gran sostenedor de la Unión Europea. Tal vez por esto, el Papa Francisco -sin mayor protocolo- se presentó en su velatorio, a pesar de que este presidente era ateo y eligió no tener una sepultura cristiana. De todas maneras, fue la primera vez que el Senado de la República recibió a un Sumo Pontífice.
Ariel Beramendi es sacerdote y comunicador