(ZENIT Noticias / Ciudad de México, 27.11.2023).- En días recientes, se ha difundido la noticia de una iniciativa de reforma a la Ley General de Salud, que propone la introducción de la eutanasia en México. En dicha reforma se habla de legalizar el «acto deliberado de poner fin a la vida de un paciente» (sic), en un conjunto de circunstancias como la enfermedad incurable e irreversible, y que el paciente lo solicite.
Esta iniciativa legislativa lleva a reflexionar a los obispos mexicanos, desde la razón y desde la fe, sobre las decisiones individuales y sociales ante el final de la vida terrena. Los obispos mexicanos recuerdan que la muerte, “que es inevitable, no puede ser tomada a la ligera. La Declaración «lura et bona» sobre la eutanasia dice: «es necesario reafirmar con toda firmeza que nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante. Nadie además puede pedir este gesto homicida para sí mismo o para otros confiados a su responsabilidad ni puede consentirlo explícita o implícitamente. Se trata en efecto de una violación de la ley divina, de una ofensa a la dignidad de la persona humana, de un crimen contra la vida, de un atentado contra la humanidad» (CDF 05/05/1980)”.
La Iglesia católica recuerda que “Ante la enfermedad y el dolor nos puede venir la inclinación de considerar la eutanasia como una opción nacida de la compasión. No obstante, arrebatar la vida a otra persona más que un acto de compasión es un gesto de abandono, por lo que la eutanasia es siempre, un atentado en contra de la dignidad de la persona. La verdadera compasión significa «padecer con». La compasión se acompaña de una acción que busca el bien objetivo del otro, y no su eliminación, como sucede en la eutanasia. La sola posibilidad de la eutanasia ya elimina toda esperanza, y sin ella, el ser humano pierde el sentido de la vida. La clave está en entender la diferencia entre «provocar la muerte» (matar) y «permitir la muerte» (aceptar su fin natural)”.
En un Comunicado acerca de la reforma legislativa sobre la Eutanasia los obispos recuerdan que “A estos argumentos de la razón, los fieles también y, sobre todo, tenemos presente la luz de la revelación divina que nos recuerda que es Dios Padre quien nos ha creado y nos da la vida, y desea recibirnos en sus brazos amorosos en la eternidad cuando Él nos llame. Quitar la vida no es, ni puede ser un gesto de amor filial ante Él. Desde la fe, por tanto, reafirmamos que no es licito procurar la eutanasia que elimina la vida de una persona, y no es licito tampoco que se realicen actos legislativos o judiciales que intenten legitimar un acto intrínsecamente contrario al respeto de la vida humana como don de Dios. Reafirmamos que se puede y se deben procurar todos los medios clínicos y psicoterapéuticos para acompañar al enfermo y aliviar su dolor”.
“Nunca será ético que se use el dolor o se hable de libertad en el sufrimiento para arrebatarse o arrebatar la vida”, dice también la nota.
Apelando al Papa Francisco, recuerdan que éste dijo a los médicos el 21 de octubre de 2022 que “por su naturaleza tienen la vocación de proporcionar cuidados y alivio, ya que no siempre pueden curar, pero no podemos pedirles que maten a sus pacientes» y que «si matamos con justificaciones, acabaremos matando cada vez más […] me atrevo a esperar que en temas tan esenciales el debate pueda realizarse con la verdad para acompañar la vida hasta su fin natural y no dejarnos atrapar por esta cultura del descarte que hay en todas partes».
Se concluye exhortando “a toda la Iglesia peregrina en México, a los fieles de buena voluntad, y a los tomadores de decisión en los poderes públicos, a que dirijan sus esfuerzos a poner medios paliativos para atender el dolor en la enfermedad, sin jamás abrir la puerta a acciones que directamente quitan la vida a un ser humano, lo solicite o no. No perdamos nuestra humanidad con acciones que nos deshumanizan”.