(ZENIT Noticias / Ottawwa, 20.12.2023).- Justin Trudeau, Primer ministro de Canadá, apoyó la visión de la Navidad, así como la Pascua, de fiestas cristianas que discriminan a las minorías religiosas.
La Comisión Canadiense de Derechos Humanos publicó un documento donde se dice que: «La discriminación contra las minorías religiosas en Canadá tiene sus raíces en la historia del colonialismo canadiense. Esta historia se manifiesta en la actual discriminación religiosa sistémica. Un claro ejemplo son los feriados legales en Canadá. Los días festivos legales relacionados con el cristianismo, incluyendo la Navidad y la Pascua, son los únicos días festivos legales canadienses relacionados con los días sagrados religiosos. Como resultado, es posible que los no cristianos deban solicitar ocasiones especiales para observar sus días festivos y otras épocas del año en las que su religión les exige abstenerse de trabajar”.
Esta posición surgió durante el debate en el parlamento de Canadá sobre la Intolerancia Religiosa. La Cámara Baja del Parlamento decidió distanciarse de cualquier extremismo durante la votación del pasado 30 de noviembre.
El apoyo a las minorías es un acento considerado en el constitucionalismo moderno, que aboga por la tolerancia y el respeto a las minorías en las sociedades multiculturales, siguiendo el principio democrático de igualdad. Parece obvio que las minorías merecen ser consideradas: así lo expresó la carta enviada por el Papa Benedicto XVI, el 18 de abril de 2010, al presidente del Instituto G. Toniolo de Estudios Superiores, el cardenal Dionigi Tettamanzi, donde destacó la “decisiva” contribución cultural de las minorías creativas.
Mientras aparecen reacciones de rechazo a las tradiciones cristianas en los países con mayoría de población que cree en el Evangelio, quienes socaban estos valores olvidan que, en algunos países, las celebraciones navideñas están reguladas e incluso prohibidas, como Tayikistán en el Asia central, Brunéi en el sudeste asiático, Arabia Saudita que prohíbe signos visibles de la celebración de la Navidad en público, o en China, donde la apertura al capitalismo de mercado protege tradiciones en zonas donde las festividades navideñas son vetadas, prohibición manifiesta en Wenzhou, de China oriental, cuyo ayuntamiento veta cualquier actividad navideña en escuelas y centros públicos.
Es también relevante que las declaraciones de instituciones internacionales como la ONU resaltan la necesidad e importancia de respeto a las minorías, sin mencionar el equilibrio sensato que atiende a las mayorías y a las minorías. Más aún, es común el olvido del respeto que las minorías deben a la mayoría de ciudadanos, imponiendo legislaciones o aportaciones del Estado sobre actividades que hieren a la mayoría de la población, como en la declaración de los progresistas canadienses que juzgan de discriminatoria una tradición nacional.
En el debate, Alain Therrien, miembro del Parlamento, consultó al primer ministro: «Me pregunto: ¿es racista Papá Noel? También me pregunto si la nieve se ha vuelto racista, señor presidente. Según el primer ministro, ¿es racista la Navidad?”. Trudeau dijo: «Estoy muy feliz de ponerme de pie y tratar de responder a una pregunta totalmente ridícula. Por supuesto que la Navidad no es racista». Y, aunque no lo es, insinuarlo manifiesta el colapso intelectual al que conduce la ideología progresista.