(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 11.01.2024).- El arcipreste de la basílica vaticana, Cardenal Mauro Gambetti, anunció en rueda de prensa la mañana del jueves 11 de enero que uno de los símbolos de la basílica de San Pedro, el baldaquino de Bernini que se encuentra en el interior de la gran iglesia, concretamente sobre la tumba de San Pedro, será restaurado.
El cardenal Gambetti subrayó que se trata de la primera restauración sistemática y completa 250 años después de la última restauración y 400 años después del inicio de trabajos para la elaboración del baldaquino.
Durante los meses de trabajo, las obras provisionales y de construcción no impedirán que las celebraciones papales tengan lugar en el altar mayor. En palabras de Gambetti, “como sucedió durante la construcción de la Basílica, la Santa Misa podrá seguir celebrándose en la Tumba de Pedro. Por este motivo, agradezco de antemano a la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice, a la Prefectura de la Casa Pontificia, a la Florería del Governatorato, al Dicasterio para la Comunicación y a todos aquellos que harán todo lo posible para encontrar las soluciones más adecuadas para el mejor desarrollo de estas celebraciones, y pienso sobre todo en los ritos de Semana Santa y de Pascua”.
El dinero necesario para restauración (700 mil euros) viene de los Caballeros de Colón y está en continuidad con el proyecto de valorización y nueva iluminación de la Necrópolis Vaticana, apoyado también por ellos.
En la rueda de prensa, de hecho, también estaba presente el Caballero Supremo de los Caballeros de Colón, el señor Patrick Kelly, quien dijo “Es un honor para mí estar hoy aquí, representando a más de dos millones de miembros de los Caballeros de Colón. Los Caballeros están orgullosos de formar parte de este proyecto. Y estamos agradecidos por el privilegio de servir a la Iglesia de esta manera”.
Sobre por qué los Caballeros de Colón hacían esta inversión, contestó Kelly: “Bueno, en primer lugar, ¡es el baldaquino de Bernini! Es una obra maestra única del arte sacro, inmediatamente reconocible e impresionante. Pero, por si fuera poco, este proyecto está en perfecta consonancia con nuestra misión y nuestra historia de servicio a la Iglesia y, en particular, a los Sucesores de San Pedro”.
Acerca del estado actual del baldaquino habló el ingeniero Alberto Capitanucci y dijo: “El examen del estado de conservación del Baldaquino, en la medida de lo posible, parece excluir un deterioro importante del metal, pero, en cambio, no puede dejar de señalar la presencia de pesadas pátinas oscuras debidas a sustancias grasas y a partículas atmosféricas ahora incrustadas en las pátinas. Un estado similar se observa en los elementos de las lápidas, con partículas adheridas a las superficies, incrustaciones de mármol en proceso de desprendimiento y pátinas grises debidas a la oxidación de los agentes protectores aplicados”.
Y agregó: “La techumbre de madera, analizada gracias a la refinada campaña de prospección fotográfica mediante drones que se ha completado recientemente, muestra una amplia desconexión del sistema de tablones que cubren la cornisa y, allí donde los elementos ya se han desprendido, son evidentes las acumulaciones de residuos particulados y semi coherentes. El «cielo» del Baldaquino, con el Espíritu Santo radiante, muestra numerosas desconexiones y desprendimientos del entarimado, y las superficies policromadas y los dorados están plagados de estratificación generalizada y levantamientos desadhesivos”.
El ahora conocido como baldaquino de Bernini fue mandado hacer por el Papa Urbano VIII en 1624. El trabajo fue confiado al joven Gianlorenzo Bernini quien entonces contaba con apenas 27 años. Sin embargo, otros colaboradores intervinieron en la obra, incluido Borromini.
El resultado es un monumento de 28,74 metros, 63,000 kilogramos (63 toneladas). La restauración del baldaquino se produce en el contexto de los preparativos para el Jubileo del año 2025. Está previsto que los trabajos de restauración concluyan al inicio de diciembre de 2024.