El Papa no pronunció el discurso y prefirió destinar el tiempo a saludar a los participantes Foto: Vatican Media

Papa Francisco habla sobre el valor de la secularidad en la vida y el ministerio de los sacerdotes

Discurso a miembros del Instituto Secular Sacerdotes Misioneros de la Realeza de Cristo durante una audiencia

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 11.01.2024).- Por la mañana del jueves 11 de enero, el Papa Francisco recibió en audiencia en el Palacio Apostólico a miembros del Instituto Secular Sacerdotes Misioneros de la Realeza de Cristo. El Papa no pronunció el discurso y prefirió destinar el tiempo a saludar a los participantes, entregando, no obstante, el discurso preparado para la lectura personal. Ofrecemos a continuación la traducción al castellano.

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Os doy la bienvenida a vosotros, que sois una nutrida representación del Instituto Secular de Sacerdotes Misioneros del Reinado de Cristo, fundado por el padre Agostino Gemelli en 1953, hace poco más de 70 años. Entre vosotros hay hoy un cohermano africano, porque en los últimos tiempos los nuevos miembros son principalmente sacerdotes de Guinea, Burundi, Ruanda y otros países africanos. Y en Burundi estáis creando un centro de formación que lleva el nombre del obispo Courtney, el nuncio apostólico asesinado en ese país. También tenéis algunos socios en Alemania y Polonia.

Os doy las gracias porque este encuentro me brinda la oportunidad de subrayar el valor de la secularidad en la vida y el ministerio de los sacerdotes. En efecto, secularidad no es sinónimo de laicidad. La secularidad es una dimensión de la Iglesia, llamada a servir y dar testimonio del Reino de Dios en este mundo. Y la consagración viene a radicalizar esta dimensión, que evidentemente no es la única, sino que es complementaria de la escatológica. La Iglesia, todo bautizado, está en el mundo, es para el mundo, pero no es del mundo.

 

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Por tanto, si la secularidad es una dimensión de la Iglesia, tanto los laicos como los clérigos están llamados a vivirla y expresarla, aunque de modos diferentes. Cada uno la realiza según su propia condición en la línea del misterio de la Encarnación. En estos decenios, vosotros, sacerdotes, habéis hecho camino, experimentando esta identidad vuestra «en el campo», enriquecida también por la confrontación con las hermanas y hermanos Misioneros de la Realeza de Cristo.

Sois sacerdotes diocesanos, y queréis estar plenamente implicados en el presbiterio, en comunión con el Obispo y con vuestros hermanos. El Instituto os ayuda a ello. Lo hace según el carisma franciscano, que es el de la minoridad: así os forma al servicio humilde, disponible, fraterno. Y lo hace según el modelo de la realeza de Cristo, que consiste en servir, en dar generosamente, en pagar en persona, en la solidaridad con los pobres y excluidos. Realeza y minoridad: en Cristo son una sola cosa, y san Francisco da testimonio de ello.

 

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Me gusta una expresión de su oración al Sagrado Corazón de Jesús, donde dice: «Seamos solidarios y amigos del pueblo, apóstoles de la simpatía y de la verdad, para que el Evangelio se convierta en el corazón del mundo». «Apóstoles de la simpatía y de la verdad». Hermosa expresión, que repetís cada día para confirmar vuestro voto de apostolado, convencidos de que, unidos a Cristo en el Espíritu Santo, se es apóstol sobre todo con la propia humanidad, con esas virtudes humanas que describe el concilio Vaticano II: sinceridad, respeto de la justicia, fidelidad a la palabra dada, amabilidad, discreción, firmeza de ánimo, ponderación, rectitud (cf. Decr. Optatam totius, 11).

Queridos hermanos, que la fidelidad a vuestra vocación os preserve de dos tendencias muy difundidas hoy, incluso entre los sacerdotes: la autorreferencialidad y la mundanidad. Ninguno de nosotros es completamente inmune a ellas. Debes reconocerlo y reaccionar con la gracia del Señor. Que la Virgen y san Francisco de Asís os ayuden y acompañen desde el Cielo. Os bendigo a todos de corazón. Y os pido por favor que recéis por mí. Gracias.

 

 Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.

 

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Redacción Zenit

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