La Sala Clementina del Palacio Apostólico fue el escenario de este encuentro para los jóvenes aspirantes al sacerdocio Foto: Vatican Media

Un cuarto grupo de seminaristas españoles ante el Papa: tras Madrid, Barcelona y Sevilla le toca Burgos

Palabras del Papa Francisco a los seminaristas de la arquidiócesis de Burgos, España

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 27.04.2024).- «Jesús te quiere en esta tierra vaciada para llenarla de Dios, para que lo haga presente entre mis hermanos, para que construya comunidad, Iglesia, Pueblo». Son las palabras que dirigió el Papa el sábado 27 de abril a la comunidad del seminario de Burgos, formada por el seminario diocesano de San José -en el que conviven aspirantes al sacerdocio de la archidiócesis de Burgos y de las diócesis de Osma-Soria, de Calahorra y La Calzada-Logroño y de Gitega (Burundi)-, los seminaristas del Seminario Misionero Redemptoris Mater de Burgos y los formadores de ambos seminarios. Los seminaristas y sus formadores acompañados por Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, arzobispo de Burgos, así como por Mons. Abilio Martínez Varea, obispo de Osma-Soria, y Mons. Mikel Garciandía Goñi, obispo de Palencia, han sido recibidos en audiencia privada por Francisco.

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La Sala Clementina del Palacio Apostólico fue el escenario de este encuentro para los jóvenes aspirantes al sacerdocio. A la llegada del Santo Padre, los seminaristas le han ofrecido la canción “Seréis mis testigos”, que han interpretado mientras Francisco llegaba a su asiento. El Papa también ha agradecido haber encontrado en el seminario de Burgos «un mosaico de razas, culturas y edades que se han encontrado para responder juntos a la llamada de Jesús al sacerdocio ministerial».

Francisco también ha citado el “Cantar de Mío Cid” y ha recordado la ocasión en la que conoció Burgos, en el año 1970, cuando visitó al arzobispo de entonces, que era pariente de un tío político suyo. El Papa ha señalado que ese propósito se realiza «siendo un grupo heterogéneo que sabe de acogida y de enriquecimiento mutuo. Sin caridad a Dios y a los hermanos, sin caminar ‘de dos en dos’, no podemos llevar a Dios», ha explicado.

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Los seminaristas han ofrecido al Papa como regalo una selección de productos gastronómicos de los territorios a los que pertenecen, compuesta por Trufas de Soria, vino de la Rioja, vino de la Ribera del Duero, queso de la zona de Amaya, alubias de la zona de Arlanza, pastas de té de las Merindades, chorizo de la Bureba, pastas de la ciudad de Burgos, morcillas del arciprestazgo de San Juan de Ortega, crema para la piel realizada por las clarisas de Medina de Pomar con una fórmula propia y un libro de la vida de san Rafael Arnáiz, nacido en Burgos y enterrado en la diócesis de Palencia.

El papa Francisco ha concluido el encuentro pidiendo a los seminaristas que se desprendan de «las falsas seguridades humanas» y recordándoles que «tener a Dios con nosotros nos llena de paz. Una paz que podemos comunicar, que podemos llevar a todos los pueblos y ciudades, desear para cada hogar».

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Texto completo del discurso del Papa:

Queridos hermanos obispos,
queridos sacerdotes y seminaristas:

Me alegra poder recibirlos hoy aquí, en la casa de Pedro, y agradezco especialmente a Dios por ver en ustedes dos cosas. La primera, un mosaico de razas, culturas, edades que se han encontrado para responder juntos a la llamada de Jesús al sacerdocio ministerial. La segunda, el hecho de que se estén formando en un lugar del mundo que tal vez para muchos fuese impensable; una tierra rica de historia y tradición, de gentes recias “por el clima y las costumbres”, pero que ahora ustedes definen como “la España vaciada”. Y me viene aquello tan lindo del Mío Cid cuando habla de Burgos: “Mío Cid Ruy Díaz por Burgos entróse, en su compañía sesenta pendones, salíanlo a ver mujeres y varones; burgueses y burguesas están en los balcones”. Esto siempre me viene cuando hablo de Burgos. Y estuve allí, estuve visitando en el año 70 al Arzobispo de entonces, que era pariente de un tío político mío. Así que recuerdo bien Burgos.

Al reflexionar sobre la razón por la que Dios nos ha traído al lugar donde estamos, es bueno que recordemos el pasaje de san Lucas en el que Jesús envía a sus discípulos «a donde pensaba ir Él» (Lc 10,1). Es un buen criterio de discernimiento y de examen, pues lo podemos traducir a nuestra realidad, con unas simples palabras: “Jesús me quiere en esta tierra vaciada para llenarla de Dios”, es decir, para que lo haga presente entre mis hermanos, para que construya comunidad, construya Iglesia, Pueblo.

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Antes que nada, este propósito se realiza siendo un grupo heterogéneo que sabe de acogida y de enriquecimiento mutuo. Sin caridad a Dios y a los hermanos, sin caminar de “dos en dos” —como sigue diciendo el evangelista— no podemos llevar a Dios.

Después, manifestar al Señor una disponibilidad absoluta, “rogándole” que nos “envíe” a nosotros, aunque parezcamos poco ante un trabajo —la mies— tan grande. Y esto es muy importante. Y después la actitud de abandono y confianza, que el vacío sólo se haga en nuestro corazón para acoger a Dios y al hermano. Esta sería la tercera cosa. Desprendiéndonos de las falsas seguridades humanas.

Tener a Dios en nosotros nos llena de paz, una paz que podemos comunicar, que podemos llevar a todos los pueblos y ciudades, desear para cada hogar. De ese modo llenarán con su luz los campos que ahora parecen yermos, fecundándolos de esperanza. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.

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Con información de ArchiBurgos

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Redacción Zenit

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