(ZENIT Noticias / Jerusalén, Ciudad Internacional, 05.09.2024).- La violencia en Gaza sigue intensificándose, con consecuencias devastadoras para sus habitantes. En un nuevo ataque aéreo israelí, cerca de la histórica iglesia de San Porfirio en la Franja de Gaza, varias mujeres y niños musulmanes perdieron la vida el último día de agosto de 2024. El incidente también dejó heridas a varias mujeres y niños cristianos, marcando otra trágica consecuencia de la ofensiva militar que arrasa la región.
Este ataque no es el primero en afectar a este lugar de culto. En octubre del año pasado, un misil alcanzó el salón de la iglesia, que estaba siendo utilizado como refugio por 411 personas, en su mayoría desplazadas. Aquel ataque dejó al menos 17 muertos y docenas de heridos, incluidos trabajadores humanitarios y sus familias. A pesar de los daños, las autoridades israelíes califican estos eventos como «daños colaterales».
La iglesia de San Porfirio, un lugar de gran relevancia histórica y espiritual, ha sido testigo de la fe y la resistencia de los cristianos en Gaza durante siglos. Este templo ortodoxo, fundado en el siglo V, rinde homenaje a San Porfirio, obispo que evangelizó la región entre los años 395 y 420. Su legado sigue presente en la comunidad cristiana, aunque en medio de la creciente destrucción, la iglesia ha sido gravemente dañada por los ataques israelíes.
Cisjordania bajo fuego: invasión israelí de un territorio soberano
Mientras Gaza sigue sufriendo, la situación en Cisjordania ha vivido una escalada preocupante. El 28 de agosto, Israel lanzó una ofensiva militar a gran escala en varias ciudades de Cisjordania, incluyendo Yenín, Tulkarem y Tubas. Drones, ataques aéreos y disparos indiscriminados dejaron al menos diez muertos, en su mayoría civiles, según el Ministerio de Salud palestino.
A medida que las fuerzas israelíes sitiaban hospitales y destruían infraestructuras esenciales como redes eléctricas y tuberías de agua, se ha profundizado la crisis humanitaria. La población civil, atrapada entre el fuego cruzado, enfrenta restricciones de movilidad, incluidas limitaciones para acceder a atención médica urgente.
Además de los ataques, las fuerzas israelíes han llevado a cabo una ola de detenciones en Cisjordania, que según fuentes locales, es la operación más grande desde 2002. Estas acciones, descritas por Israel como «antiterroristas», han sido vistas por muchos como una continuación de la política de ocupación y limpieza étnica que ha marcado las últimas décadas en los territorios palestinos. De hecho, muchos colonos israelíes que tienen asentamientos ilegales en territorio palestino están expulsando a ciudadanos palestinos de sus propias casas y apropiándose de sus terrenos.
El silencio mediático y la preocupación del Papa
Mientras la ofensiva militar continúa, los medios israelíes apenas han cubierto los eventos en Cisjordania y Gaza, dejando a gran parte del público desinformado. Este silencio ha sido denunciado por organizaciones como Jewish Voice for Peace, que alertan sobre la destrucción sistemática de sitios históricos y religiosos, incluidas mezquitas y bibliotecas. La organización judía no duda en calificar de genocidio cultural a lo que está sucediendo en Cisjordania y Gaza.
El Papa Francisco ha vuelto a alzar la voz ante la escalada de violencia en la región. Durante un discurso en la Conferencia Episcopal Latina de las Regiones Árabes, celebrada en Roma, el Santo Padre expresó su profunda preocupación por el conflicto, que parece estar volviéndose crónico y amenaza con extenderse aún más. El Papa hizo un llamado a la comunidad internacional para no perder la esperanza y seguir fomentando el diálogo y la solidaridad.
La situación en Gaza y Cisjordania no solo afecta a la región, sino que plantea un desafío de dimensiones globales. La creciente destrucción de lugares religiosos y culturales, sumada a las pérdidas humanas, alimenta un ciclo de odio y resentimiento que amenaza con prolongar el conflicto por generaciones.
La ofensiva israelí, que ya ha dejado más de 40 mil muerto y miles de heridos, sigue sin ofrecer una solución justa para las demandas palestinas. Mientras tanto, el desplazamiento forzoso de comunidades enteras y la ocupación ilegal de tierras continúan profundizando las tensiones en el Medio Oriente.
Con la iglesia de San Porfirio ahora convertida en símbolo de los ataques indiscriminados, la comunidad internacional se enfrenta a la urgente necesidad de intervenir para evitar una mayor catástrofe humanitaria y proteger el patrimonio histórico y cultural de Gaza. Pero, sobre todo, se hace imperativo buscar una solución que respete los derechos humanos y la dignidad de todos los habitantes de la región.
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