Wendy Wang and Michael Toscano
(ZENIT Noticias / USA, 16.09.2024).- En los estados de todo el país [Estados Unidos, ndt] se ha aprobado una serie de leyes que exigen que las personas que deseen acceder a sitios de pornografía acrediten su edad. Estas leyes se basan en el hecho de que la pornografía es inapropiada para los niños y profundamente perjudicial para la salud mental de los usuarios, especialmente con el uso frecuente.
La primera afirmación no es objeto de controversia. Pero, ¿qué hay de la segunda afirmación: que el consumo de pornografía es perjudicial para la salud mental de muchos jóvenes estadounidenses impresionables?
Esta cuestión es crítica, no sólo en lo que respecta a la validez de estas leyes, sino porque la pornografía en línea se ha convertido en mucho más frecuente hoy en día con el fácil acceso proporcionado por los teléfonos inteligentes. De hecho, la pornografía es ahora una forma dominante de contenido en Internet y en las redes sociales, al alcance de cualquiera, independientemente de su edad. Los adultos jóvenes tienden a ser los usuarios de pornografía más activos, con una edad media de la primera exposición de tan sólo 12 años, incluyendo muchos niños que la encuentran a los 10 años o incluso antes.
Además, el contenido de la pornografía ha empeorado con los años. Como muchos han señalado, el porno que los estadounidenses consumen habitualmente no es «el Playboy de tu padre», sino que es cada vez más gráfico, violento y extremo. Un estudio reveló que el 88% de las escenas de los vídeos pornográficos más populares contenían agresiones físicas y el 49% agresiones verbales. Una investigación del periodista del New York Times Nicholas Kristoff sobre Pornhub, uno de los mayores proveedores mundiales de pornografía en Internet, saca a la luz graves problemas en la plataforma, como vídeos de violaciones y abusos sexuales a menores.
A la luz de estas cuestiones, es importante considerar los posibles efectos de la pornografía en los estadounidenses en su transición de la adolescencia a la edad adulta, y examinar quiénes consumen porno con más frecuencia.
Demografía del consumo diario de pornografía
En una nueva encuesta del Institute for Family Studies/YouGov realizada a 2.000 adultos menores de 40 años, hemos descubierto que la pornografía se ha convertido en una parte cotidiana de la vida de muchos adultos jóvenes. Esta encuesta define la pornografía como «pornografía con contenido sexual explícito». Aproximadamente 1 de cada 10 Gen Z (de 18 a 27 años) y Millennials más jóvenes (de 28 a 39 años) afirman ver porno en Internet al menos una vez al día. Se trata de una definición y un marco temporal más estrechos que los utilizados en estudios anteriores, que se basaban en el «uso más reciente» (1).
Según la encuesta del IFS, los hombres tienen casi el doble de probabilidades que las mujeres de declarar ser usuarios diarios de pornografía en línea (16% frente a 7%). Esta gran diferencia de género coincide con los resultados de investigaciones anteriores sobre las pautas de consumo de pornografía.
Por otra parte, el consumo regular de pornografía es mucho más frecuente entre los jóvenes adultos que se inclinan políticamente a la izquierda. Los jóvenes liberales tienen el doble de probabilidades que los conservadores de ver pornografía en línea al menos una vez al día (15% frente a 8%). Esta brecha ideológica es casi tan grande como la brecha de género.
Además, la orientación sexual es un factor significativo relacionado con el consumo frecuente de pornografía, siendo los jóvenes adultos heterosexuales menos propensos que los jóvenes adultos no heterosexuales a ser consumidores frecuentes. Alrededor del 10% de los jóvenes adultos heterosexuales declaran ver pornografía en línea al menos una vez al día, frente al 15% de los jóvenes adultos no heterosexuales (2).
Al mismo tiempo, el consumo frecuente de pornografía entre los jóvenes adultos no varía significativamente en función de muchos factores demográficos estándar, como la edad, la educación o los ingresos. Entre los adultos estadounidenses menores de 40 años, aproximadamente la misma proporción de la Generación Z (de 18 a 27 años) y los Millennials (de 28 a 39 años) consumen pornografía a diario. Las diferencias son pequeñas o inexistentes entre los adultos de distintos niveles de ingresos familiares, educación, raza, religión e incluso estado civil.
Consumo frecuente de pornografía, depresión y soledad
El consumo frecuente de pornografía en línea está vinculado a una mayor incidencia de resultados negativos para la salud mental entre los adultos jóvenes. Casi 1 de cada 3 adultos jóvenes (32%) que ven pornografía al menos una vez al día afirman sentirse «deprimidos o desesperanzados» la mayor parte o todo el tiempo, en comparación con el 19% de los que rara vez o nunca ven pornografía.
Los jóvenes adultos que ven pornografía a diario también tienen más probabilidades de sentirse solos. Más de 1 de cada 3 jóvenes adultos que ven pornografía a diario (36%) afirma sentirse solo la mayor parte del tiempo o todo el tiempo, en comparación con el 20% de los jóvenes adultos que rara vez o nunca la ven.
Además, la relación entre el consumo frecuente de pornografía y el bienestar emocional de los jóvenes adultos sigue siendo significativa incluso después de controlar factores como el sexo, la raza/etnia, la orientación sexual, el estado civil, los ingresos y la educación. En concreto, ver pornografía al menos una vez al día duplica el riesgo de estar deprimido y aumenta en una cantidad similar el riesgo de sentirse solo.
Nuestros resultados concuerdan con estudios anteriores que muestran que el consumo excesivo de pornografía se asocia con resultados negativos para la salud mental, como la depresión y la ansiedad. Además, el consumo frecuente de pornografía puede desplazar las actividades que contribuyen a unas relaciones sociales sanas, haciendo que los usuarios se sientan más solos y deprimidos.
Es importante reconocer la naturaleza adictiva de la pornografía en línea, de la que muchos adultos jóvenes pueden no darse cuenta. Los estudios indican que el consumo frecuente de pornografía puede afectar al sistema de recompensa del cerebro, provocando una desensibilización y una mayor necesidad de contenidos más extremos para alcanzar el mismo nivel de estimulación, de forma similar a la drogadicción. Además, los sitios de pornografía utilizan técnicas similares a las plataformas de redes sociales, como el desplazamiento infinito, la reproducción automática y el contenido personalizado, para mantener a los usuarios enganchados. Al igual que las empresas de redes sociales, el apego es fundamental para el modelo de negocio de los proveedores de pornografía en línea.
Un peligro para la salud pública
Teniendo en cuenta estas conclusiones, abordar los riesgos para la salud mental asociados al consumo frecuente de pornografía, en particular su relación con la depresión y la soledad, debería ser una prioridad para los profesionales de la salud y los responsables políticos estadounidenses. En medio de la actual crisis de salud mental de Estados Unidos, especialmente entre los adultos jóvenes, es crucial comprender y mitigar la naturaleza adictiva de la pornografía en línea. El uso generalizado de la pornografía tiene el potencial de afectar negativamente al bienestar individual, así como a las relaciones sociales y a la salud general de la comunidad.
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Wendy Wang (@WendyRWang en X) es directora de investigación del Instituto de Estudios sobre la Familia. Michael Toscano es director ejecutivo del Instituto de Estudios sobre la Familia. Traducción del original en lengua inglesa realizada por el director editorial de ZENIT.
Notes:
- Por ejemplo, una encuesta de 2014 encontró una prevalencia de uso mucho mayor al sondear el uso más reciente de los encuestados: «el 46% de los hombres y el 16% de las mujeres de entre 18 y 39 años vieron pornografía intencionadamente en una semana determinada».
- Nuestra encuesta en línea de adultos jóvenes menores de 40 años revela que alrededor del 28% de la Generación Z y el 19% de los Millennials más jóvenes se identifican como no heterosexuales. Este grupo incluye tanto a los que se identifican como LGBTQ como a los jóvenes que no están seguros de su orientación sexual.
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