Edward McNamara, LC
(ZENIT Noticias / Roma, 21.10.2024).- Respuesta del Padre Edward McNamara, Legionario de Cristo, profesor de liturgia y teología sacramental y director del Instituto Sacerdos de la Universidad Pontificia Regina Apostolorum.
P: Algunas personas creen que durante la Plegaria Eucarística los concelebrantes que han sido asignados a las diversas intercesiones son asignados según su rango eclesiástico, por ejemplo, vicario general, vicario foráneo, monseñor, etc. Así, el Concelebrante 1 se asigna siempre a la persona que ocupa el cargo más alto, el Concelebrante 2 al segundo más alto, y así sucesivamente. ¿Existe algún criterio específico para elegir a los concelebrantes de las intercesiones de la Plegaria Eucarística? Por ejemplo, ¿deben ser elegidos entre los sacerdotes más antiguos, es decir, sacerdotes con un título (vicario, monseñor, etc.) o pueden elegirse sacerdotes sin título para estos papeles? También, ¿es automático que cuando un obispo es el celebrante principal y hay otros obispos concelebrando que automáticamente deben ser asignados a las intercesiones? En mis lecturas y estudios litúrgicos, nunca me he encontrado con esta interpretación implícita o explícitamente. Yo pensaría que durante la Plegaria Eucarística especialmente, que todos los presentes, celebrante principal y concelebrantes independientemente de su rango u oficio están todos actuando in persona Christi, en la «única» persona de Cristo y juntos están ejerciendo su «único» sacerdocio ministerial «común» y no ejerciendo un rango u oficio particular, y que por lo tanto no se debe hacer ninguna distinción basada en el rango u oficio. Los únicos casos en los que se aplica el orden de precedencia, que yo sepa, es en la procesión litúrgica, la incensación, la comunión y en la disposición de los asientos para una misa concelebrada. No me consta que se aplique a las intercesiones eucarísticas. — F.M., Trinidad y Tobago
R: En primer lugar, creo que debemos hacer una distinción de rango u oficio, y otra distinción de orden.
La distinción de orden sería entre obispos y sacerdotes. El obispo tiene la plenitud del sacramento del orden, y esto significa que es de orden superior al sacerdote. Por tanto, un obispo debe presidir siempre si es celebrante en una concelebración.
Cuando hay una buena razón para que esté presente, pero no concelebre, como la celebración jubilar de un sacerdote, la liturgia prevé la posibilidad de que el obispo esté presente vestido de coro, predique la homilía e imparta la bendición final.
Debido a esta diferencia de orden, yo diría que, sí, sería de buena lógica litúrgica deferir a otros obispos concelebrantes las intercesiones de la Plegaria Eucarística. Al mismo tiempo, puede haber buenos motivos para hacer excepciones, como que un obispo invitado tenga dificultades con el idioma de la Misa.
Es cierto, sin embargo, que los documentos oficiales no mencionan el caso de obispos múltiples, y por lo tanto lo que he dicho arriba es sólo una opinión.
La otra distinción sería la diferencia de rango eclesiástico, y éstas son distinciones humanas que no afectarían a quién proclama las intercesiones.
Es cierto que las normas de protocolo, al determinar quién va dónde en la procesión, y quién se sienta dónde, hacen que a menudo las mismas personas acaben al lado del obispo y cerca del micrófono en el altar durante la Plegaria Eucarística. La repetición de estas situaciones puede llevar a suponer que la participación en las intercesiones es una cuestión de rango.
Siendo las debilidades humanas lo que son, puede ocurrir que los presuntos derechos se defiendan con más tenacidad que los consagrados en leyes y decretos escritos.
Sin embargo, como ha señalado nuestro lector, no hay casi nada en los libros litúrgicos que apoye esta suposición.
Ni el Ceremonial de los Obispos ni la Instrucción General del Misal Romano parecen hacer distinción alguna con respecto al rango eclesial en este ámbito. La IGMR, al describir la recitación de una parte de la Plegaria Eucarística, dice lo siguiente:
«220. Conviene que la conmemoración de los vivos (el Memento) y de los comulgantes (En unión con toda la Iglesia) se asigne a uno u otro de los sacerdotes concelebrantes, que pronuncian entonces estas oraciones en voz alta, con las manos extendidas.»
Esta expresión del texto sobre las partes «asignadas a uno u otro de los sacerdotes concelebrantes» se utiliza para todas las Plegarias eucarísticas.
Esto indicaría que no existe una regla precisa o un orden en la elección de los sacerdotes que recitarán estas partes de la oración.
También hay que considerar que el texto dice que «conviene». Esto significa que el celebrante principal puede optar por decir él mismo toda la Plegaria Eucarística, y por lo tanto no se trata de que ningún otro celebrante tenga «derecho» a proclamar una sección particular. Por lo tanto, la asignación de qué sacerdote proclama qué parte puede determinarse en cada ocasión teniendo en cuenta varios elementos.
Entre estos elementos, el documento de 2014 de la Santa Sede que ofrece orientaciones para las grandes concelebraciones, que tampoco dice nada sobre quién recita estas partes de las Plegarias eucarísticas, recuerda a quienes preparan la celebración la importancia de que los fieles puedan ver y oír la acción litúrgica. Ofrecemos una traducción no oficial:
«16. En tal espacio «se han de disponer lugares para los fieles con el debido cuidado, de modo que puedan participar debidamente en las celebraciones sagradas, siguiéndolas con la mirada y el corazón. Los lugares deben estar estructurados de tal manera que sea fácil acercarse para recibir la Sagrada Comunión. Cuídese que los fieles no sólo puedan ver, sino también oír fácilmente. Por ello, para favorecer la participación, se deberá preparar un sistema de megafonía adecuado, con la colaboración de expertos’».
Esto implicaría al menos que los sacerdotes asignados para recitar una parte de la Plegaria Eucarística deberían ser visibles para los fieles y no ser una voz incorpórea. Esto sugeriría que debería estar cerca del altar, aunque no necesariamente junto al celebrante principal.
En las Misas papales solemnes en el Vaticano, el orden de la procesión suele estar determinado por ciertas normas de protocolo, de modo que a los obispos les siguen los arzobispos y luego los cardenales diáconos, presbíteros y cardenales obispos. Por lo tanto, en igualdad de condiciones, el decano del Colegio Cardenalicio y otros cardenales obispos están junto al Papa en el altar.
En la práctica, sin embargo, este protocolo no se aplica estrictamente, y la elección de quienes están junto al Papa e intervienen en las Plegarias eucarísticas se guía por las circunstancias concretas de cada celebración. Así, puede ser el prefecto de un determinado dicasterio, el obispo de una diócesis, el superior general de una congregación e incluso el párroco cuando el Papa visita una parroquia.
Asimismo, cuando el Santo Padre celebraba la Misa diaria en la Capilla de Santa Marta, la asignación de quién rezaba las distintas partes de la oración se hacía ocasionalmente justo antes de comenzar la celebración.
En conclusión, podemos decir que no existe norma oficial alguna que asigne un derecho de intervención a un determinado dignatario eclesiástico.
A menos que el celebrante que preside se haya reservado la recitación de toda la Plegaria Eucarística, esta designación puede hacerse de varias maneras, desde dejarla al azar a quien resulte estar más cerca del micrófono y del celebrante que preside, hasta la designación previa antes de que comience la celebración por cualquier motivo digno.
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Los lectores pueden enviar sus preguntas a zenit.liturgy@gmail.com. Por favor, ponga en el asunto la palabra «Liturgia». El texto debe incluir sus iniciales, su ciudad y su estado, provincia o país. El Padre McNamara sólo puede responder a una pequeña selección del gran número de preguntas que le llegan.
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