(ZENIT Noticias – FIDES / Roma, 22.10.2024).- “Ambos están contra la vida, ya sea el que expulsa a los migrantes como el que mata a los niños”. “No se puede decidir, yo no puedo decir, no soy estadounidense, no iré a votar allí, pero que quede claro: expulsar a los migrantes, no dar a los migrantes la capacidad de trabajar, no dar a los migrantes acogida es pecado, es grave”. “Realizar un aborto es matar a un ser humano. Te guste o no la palabra, pero eso es matar”. Así había respondido el Papa Francisco a una pregunta sobre los dilemas morales planteados a los votantes católicos estadounidenses sobre a quién votar en las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos durante la conferencia de prensa en el vuelo de regreso a Roma desde Singapur el pasado 13 de septiembre.
Sobre el aborto y la inmigración Donald Trump y Kamala Harris parecen tener posiciones opuestas, según una lectura poco cuidadosa: antiabortista y partidario de políticas draconianas contra los inmigrantes ilegales, el primero; proabortista y partidaria de una política de mayor apertura a los inmigrantes, la segunda. Pero, ¿es realmente así?
Para comprender el objeto del actual debate sobre el aborto en Estados Unidos, es necesario dar un paso atrás. El 24 de junio de 2022, el Tribunal Supremo Federal dictó una sentencia que anulaba la sentencia Roe contra Wade de 1973, según la cual la Constitución estadounidense reconocía el derecho al aborto incluso en ausencia de problemas de salud de la mujer, del feto y de cualquier otra circunstancia que no fuera la libre elección de la mujer. La sentencia de 2022 negó de hecho la existencia de un derecho federal al aborto, devolviendo la cuestión a las leyes de cada uno de los estados que componen la federación.
Trump, por un lado, reivindica el hecho de haber nombrado a tres jueces del Tribunal Supremo que formaron parte de la mayoría del Tribunal que votó en 2022 a favor de abolir el derecho constitucional al aborto, pero, por otro, afirma que su intención es dejar que cada estado decida sobre la cuestión. «Mi opinión es que ahora tenemos el aborto donde todo el mundo lo quería legalmente, los estados lo determinarán mediante referéndum o votación legislativa, o tal vez ambos, y lo que decidan tiene que ser la ley del país», ha afirmado.
En plena polémica con la candidata demócrata, que le acusó durante el debate presidencial del 10 de septiembre de que si Trump es reelegido “firmará una prohibición nacional del aborto”, el expresidente respondió diciendo: “Eso es mentira. No voy a firmar una prohibición, y no hay razón para firmar una prohibición, porque conseguimos lo que todo el mundo quería, demócratas, republicanos y todos los demás, y todos los juristas querían que (la cuestión del aborto) se devolviera a los estados”. Pero cuando el moderador del debate, Linsey Davis, le preguntó si vetaría una prohibición nacional, respondió: «No tendré que hacerlo», pero no dijo que vetaría una prohibición nacional del aborto si la aprobara el Congreso.
Posteriormente Trump escribió: “Todo el mundo sabe que no apoyaría una prohibición federal del aborto, bajo ninguna circunstancia, y, de hecho, la vetaría, porque corresponde a los estados decidir en función de la voluntad de sus electores”, en un mensaje en mayúsculas publicado en las redes sociales mientras su candidato a la vicepresidencia, JD Vance (republicano de Ohio), era presionado sobre la cuestión durante el debate vicepresidencial.
El expresidente también criticó algunas de las leyes de aborto más restrictivas del estado, en particular la prohibición de las seis semanas en Florida, y dijo estar a favor de excepciones en casos de violación, incesto o cuando la vida de la madre está en riesgo. Trump calificó la prohibición de Florida de «cosa terrible y un terrible error». En una entrevista con NBC News en septiembre reiteró que seis semanas es «demasiado poco» y dijo que «votaría que necesitamos más de seis semanas».
Debido a estos comentarios, Trump ha recibido críticas de la parte más conservadora de su electorado por apoyar un referéndum para aprobar una enmienda a la Constitución de Florida incluida en la papeleta electoral de noviembre. La enmienda constitucional propuesta por los partidarios de los derechos reproductivos en Florida no especifica el número de semanas dentro del cual se puede abortar, sino que prevé el acceso al aborto en el estado hasta el momento de la viabilidad del feto, que es aproximadamente entre las 23 y 25 semanas de embarazo. Trump dio marcha atrás rápidamente y dijo que votaría «no» a la enmienda sobre el aborto, que, de ser rechazada en noviembre, dejaría en vigor la prohibición de las seis semanas en Florida. Desde entonces, la esposa de Trump ha declarado públicamente que apoya la libertad de elección de la mujer. «Sin duda, no hay lugar para el compromiso cuando se trata de este derecho esencial que todas las mujeres poseen desde el nacimiento, la libertad individual. ¿Qué significa realmente ‘mi cuerpo, mi elección’?», declaró en un vídeo publicado en las redes sociales.
En cuanto a Kamala Harris, la candidata demócrata aseguró que la suya «es una lucha por el futuro y es una lucha por la libertad, como la libertad de una mujer para tomar decisiones sobre su propio cuerpo y no que el gobierno le diga lo que tiene que hacer», dijo en un acto de campaña en Savannah. La página web de la campaña de Harris promete que, si es elegida presidenta, «nunca permitirá que se convierta en ley una prohibición nacional del aborto. Y cuando el Congreso apruebe una ley para restaurar la libertad reproductiva en todo el país, ella la firmará». En concreto, es partidaria de que el Congreso apruebe una ley federal que proteja el derecho al aborto para contrarrestar la decisión del Tribunal Supremo de 2022 que anuló la histórica sentencia Roe contra Wade, que reconocía el derecho constitucional al aborto.
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