el Papa Francisco se ha posicionado abiertamente sobre un aspecto central de la política del mandatario estadounidense: la migratoria Foto: El Sol de México

Papa Francisco, la política migratoria de Trump y las lecciones de Taylor Swift

Parecen legítimas las preguntas sobre por qué el Papa se pronunció sobre un tema que tiene dividida a la sociedad americana, pero no es menor legítimo reconocer que una carta de cariz pastoral puede llevar la intención (no siempre captada o no siempre suficientemente destacada) de llevar armonía y luz a donde no la hay.

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(ZENIT Noticias / Roma, 16.02.2025).- 22 días después del inicio del gobierno de Donald Trump, el Papa Francisco se ha posicionado abiertamente sobre un aspecto central de la política del mandatario estadounidense: la migratoria. Lo ha hecho a través de una carta al episcopado católicos de los Estados Unidos, el martes 11 de febrero de 2025.

La carta se refiere explícitamente a “estos delicados momentos que viven como Pastores del Pueblo de Dios que camina en los Estados Unidos de América” para posteriormente especificar cuáles son esos “momentos delicados”: “la importante crisis que está teniendo lugar en los Estados Unidos con motivo del inicio de un programa de deportaciones masivas”.

El texto del Papa parte de un principio: “El Hijo de Dios, al hacerse hombre, también eligió vivir el drama de la inmigración”. A continuación, subraya y jerarquiza un principio universal de la doctrina católica: “el valor más decisivo que posee la persona humana” el cual “rebasa y sostiene toda otra consideración de carácter jurídico que pueda hacerse para regular la vida en sociedad”.

Más adelante el Papa expresa sus posiciones, a saber:

1) “La conciencia rectamente formada no puede dejar de realizar un juicio crítico y expresar su desacuerdo con cualquier medida que identifique, de manera tácita o explícita, la condición ilegal de algunos migrantes con la criminalidad”

2) “Se debe reconocer el derecho de una nación a defenderse y mantener a sus comunidades a salvo de aquellos que han cometido crímenes violentos o graves mientras están en el país o antes de llegar”

3) “El acto de deportar personas que en muchos casos han dejado su propia tierra por motivos de pobreza extrema, de inseguridad, de explotación, de persecución o por el grave deterioro del medio ambiente, lastima la dignidad de muchos hombres y mujeres, de familias enteras, y los coloca en un estado de especial vulnerabilidad e indefensión”.

Esos posicionamientos ponen en evidencia lo que el Papa llama después “el trato digno que merecen todas las personas, en especial, los más pobres y marginados”, aseveración que -según el Papa- teóricamente no estaría en contra de “promover la maduración de una política que regule la migración ordenada y legal”.

La carta, con la que el Papa Francisco reconoce “el valioso esfuerzo” del episcopado estadounidense en el trabajo pastoral con migrantes y refugiados, concluye con una exhortación, a los católicos en particular y a todas las personas de buena voluntad en general, “a no ceder ante las narrativas que discriminan y hacen sufrir innecesariamente a nuestros hermanos migrantes y refugiados”, no sin antes haber puesto en alerta contra criterios ideológicos “que distorsiona la vida social e impone la voluntad del más fuerte como criterio de verdad”.

Aunque la carta ha sido vista como una novedad, en realidad cartas de este tipo no lo son. Durante el Pontificado de Francisco éste se ha valido del género epistolar para tratar asuntos de interés local, sea directamente a todos los cristianos, sea a ellos a través de los obispos (1). De hecho, no es la primera vez que el Papa envía una carta al episcopado estadounidense, si bien el tema sí es distinto (2).

¿Por qué una carta pontificia ha cobrado entonces tal relevancia? Una respuesta rápida apunta a valorar si ha sido oportuna y prudente. La respuesta precisa de una profundización mayor.

Según la inclinación del medio que se lea, la carta del Papa terminará clasificada en categorías como “de izquierdas o de derechas” o como “anti Trump o pro Partido Demócrata”. De hecho, no faltan las referencias a la más reciente normativa migratoria de la Ciudad del Vaticano, del 19 de diciembre de 2024, legislación que convierte al micro Estado en uno de los más restrictivos en esa materia, en toda Europa. En buena medida, los calificativos usados para leer la carta del Sumo Pontífice entran en la dinámica actual de la polarización mundial en la que casi todo parece condenado a ser colocado y leído en y desde los extremos.

Parecen legítimas las preguntas sobre por qué el Papa se pronuncia abiertamente sobre cuestiones de vida interna de otro país visto que no ha sido el tenor en otras cartas y visto también que él mismo ha referido en entrevistas el hecho de que prefiere dejar esas cuestiones a los episcopados locales. Pero no es menos legítimo considerar que uno de los grandes temas que definen a este pontificado es precisamente el de la migración. Bastaría recordar que el primer viaje apostólico de Francisco fue precisamente a la isla de Lampedusa, en el Mar Mediterráneo, que él califico como “cementerio” y donde, precisamente sobre migrantes fallecidos, planteó:

“¿Dónde está tu hermano?”, la voz de su sangre grita hasta mí, dice Dios. Ésta no es una pregunta dirigida a otros, es una pregunta dirigida a mí, a ti, a cada uno de nosotros. Esos hermanos y hermanas nuestras intentaban salir de situaciones difíciles para encontrar un poco de serenidad y de paz; buscaban un puesto mejor para ellos y para sus familias, pero han encontrado la muerte. ¡Cuántas veces quienes buscan estas cosas no encuentran comprensión, no encuentran acogida, no encuentran solidaridad! ¡Y sus voces llegan hasta Dios!

Parecen legítimas los cuestionamientos sobre las políticas migratorias de Donald Trump, concretamente sobre las deportaciones que se están viviendo, pero no es menos legítimo considerar que la aplicación de esas políticas no son una sorpresa: eran parte central de su campaña y una razón por la que ganó las elecciones. Una encuesta reciente (New York Times, 18 de enero de 2025) muestra al 87% de los estadounidenses a favor de deportaciones de inmigrantes indocumentados que hayan cometido delitos. El porcentaje desciende a un 55% de apoyo a deportaciones masivas en general y muestra un sorprendente posicionamiento de 54% de apoyo hispano a deportaciones de quienes entraron de manera ilegal a los Estados Unidos.

A propósito de las elecciones, no se puede perder de vista que los católicos estadounidenses votaron mayoritariamente a favor de Donald Trump, según los sondeos a pie de urna realizados tanto por AP como por  The Washignton Post (véase aquí y aquí). Esto es importante porque la carta del Papa apunta a llegar y tocar la vida de un grupo concreto de personas que, por cuanto indican los estudios demoscópicos, coinciden más con el presidente de su propio país que con el Pastor de la Iglesia de la que también son parte. Subrayo que esta no es mi opinión, eso es lo que dicen los datos. Una personificación de este ejemplo lo es el vicepresidente católico de los Estados Unidos: JD Vance.

Ha sido él quien ha llevado el protagonismo en esta materia al grado de plantear a la cadena FOX un concepto cristiano (más específicamente agustino) que hace mucho no se recordaba ni aplicaba al tema de la migración: el del “Ordo Amoris”. Interrogado por la cadena FOX, el vicepresidente Vance contesta: “Existe un concepto cristiano de que amas a tu familia y luego a tu prójimo, y luego a tu comunidad, y luego a tus conciudadanos, y luego de eso, priorizar al resto del mundo. Gran parte de la extrema izquierda ha invertido completamente esa idea”.

A ese mismo concepto es al que el Papa Francisco quiso contestar desde su carta cuando escribió: “El verdadero ordo amoris que es preciso promover, es el que descubrimos meditando constantemente en la parábola del “buen samaritano”, es decir, meditando en el amor que construye una fraternidad abierta a todos, sin excepción”. Ese mismo pasaje evangélico fue usado días antes a la carta del Santo Padre por un polémico sacerdote estadounidense para contestar a Vance en las redes sociales: el jesuita James Martin.

Hay quien ha criticado la postura de Vance sobre el “ordo amoris” comentando con ironía que para el vicepresidente “Ordo amoris” equivale a MAGA (véase Mercator) pero el punto es la confrontación entre bautizados y pastores pues Vance ha sugerido abiertamente que la oposición del episcopado estadounidense a las políticas migratorias de Trump y al retiro de fondos del gobierno americano a USAID se deben más a la preocupación por los fondos que las fundaciones católicas dejan de recibir que a la ayuda a las personas. Tal vez en este contexto es en el que se debe leer la respuesta del presidente del episcopado estadounidense a la carta del Papa: el arzobispo Broglio pidió al Santo Padre que continúe rezando “para que podamos encontrar el coraje como nación para construir un sistema de inmigración más humano, que proteja a nuestras comunidades y al mismo tiempo salvaguarde la dignidad de todos”.

No deja de llamar la atención que quienes hayan salido a contestar la carta del Papa sean católicos practicantes. Uno de ellos es Tom Homan, zar fronterizo, quien tras conocer la existencia de la carta y en declaraciones a la prensa dijo:

“Tengo palabras duras para el Papa: el Papa debería arreglar la Iglesia católica. Lo digo como católico de toda la vida. Me bauticé como católico, hice la primera comunión como católico, la confirmación como católico… Debería arreglar la Iglesia católica y concentrarse en su trabajo y dejarnos a nosotros la seguridad fronteriza. ¿Quiere atacarnos por asegurar nuestra frontera? Tiene un muro alrededor del Vaticano, ¿no es así? Entonces, tiene un muro alrededor a su gente y a él mismo, pero nosotros no podemos tener un muro alrededor de Estados Unidos. Entonces me gustaría que se metiera con la Iglesia católica y arreglara eso y nos dejara a nosotros la seguridad fronteriza”.

Naturalmente se puede también cuestionar la prudencia y el tono de unas palabras de este tipo, pero la respuesta viene a evidenciar lo que venimos diciendo: la polarización que suscita y las reacciones que despierta el tema migratorio incluso entre católicos practicantes.

El gobierno Trump es una de las administraciones con mayor presencia de católicos practicantes en un gobierno: un tercio del total. Además de Vance y Homan, el nuevo secretario de transporte, Sean Duffy, es católico (y padre de familia numerosa); el nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, es católico; el nuevo director de la CIA, John Ratcliffe, es católico; la secretaria de prensa, Karoline Leavitt, es católica; e incluso el secretario de salud, Robert F. Kennedy Jr., es católico, entre otros.

Ciertamente se debe reconocer que el Papa Francisco tiene una destacada apreciación entre los católicos estadounidenses: según un sondeo de 2024 del Pew Research Center, el 75% de los católicos tienen una visión favorable del Papa, si bien en 2015 esa apreciación positiva llegaba al 90%.

Parecen legítimas las preguntas sobre por qué el Papa se pronunció sobre un tema que tiene dividida a la sociedad americana, pero no es menor legítimo reconocer que una carta de cariz pastoral puede llevar la intención (no siempre captada o no siempre suficientemente destacada) de llevar armonía y luz a donde no la hay. Otra pregunta que recorre la prensa es por qué una carta sobre este tema ahora. Desde la arquidiócesis de Los Ángeles el arzobispo José Gómez ha recordado cuál presidente es el que más deportaciones ha hecho en la historia reciente: Barack Obama.

Pongamos cifras: al 14 de febrero de 2025 Donald Trump llevaba deportados a 10,485 mexicanos, lo que es igual a 437 mexicanos deportados al día. Esas cifras son inferiores a las deportaciones de la anterior administración del mismo presidente Trump en la que había 525 mexicanos deportados al día. Ambos datos de deportaciones diarias promedio de mexicanos son a su vez inferiores a las deportaciones diarias de mexicanos durante el gobierno de Joe Biden: 564 al día. ¿Cuántas deportaciones diarias ejecutó el gobierno Obama? El promedio en sus ocho años de mandato fue de 975 mexicanos por día. Parecen legítimas las preguntas sobre por qué el Papa no escribió una carta sobre el mismo argumento en administraciones pasadas, pero no es menos legítimo admitir que el protagonismo actual del tema migratorio ha llevado a posturas que algunos califican o asocian con el “discurso de odio” o deshumanización y que por ello el Papa ha visto conveniente intervenir.

Parte de este “discurso de odio” es la asociación de “migrante indocumentado” a la categoría de “criminal”. Por definición “criminal” es quien comete un “crimen”. Pero en el imaginario colectivo “crimen” y el calificativo que de él se deriva se asocian a una acción delictiva especialmente grave. Esta es solo la tercera acepción en el Diccionario de la Lengua Española, mientras que una más general es “fechoría o delito”. En este sentido, no debería olvidarse que sobre el presidente Trump pesa una sentencia de culpabilidad por falsificación de registros comerciales para silenciar una relación con la exactriz de cine pornográfico Stormy Daniels, antes de las elecciones de 2016. Si bien la aplicación de la sentencia dictada por el juez el 10 de enero de 2025 no supuso ni cárcel ni multa, la sentencia de culpabilidad quedó firme y técnicamente eso convierte a Trump en un “criminal” (en la acepción que hemos dicho antes). Eso no es mi opinión, eso es lo que pasó.

Retomando el tema: usualmente, los países establecen qué cosas son delitos y qué no lo son. Y actualmente, como dato de constatación, en los Estados Unidos es delito ingresar al país sin documentos. Esto tampoco es mi opinión, ese es el hecho. Parece legítimo que el Papa quiera contribuir a la reflexión acerca de por qué la migración puede constituir un delito, incluso sabiendo que en los Estados Unidos una buena parte de la población da por descontado que lo es.

En la pasada final del Super Bowl del 9 de febrero de 2025 vimos dos escenas inimaginables: un estadio aplaudiendo al presidente Trump cuando la cámara lo enfoca y un estadio abucheando a Taylor Swift cuando es enfocada también por la cámara. En el periodo antes de las elecciones presidenciales de 2024 Swift se posicionó públicamente a favor de Kamala Harris. Hay que decir que el Papa se ha posicionado a favor de la persona vulnerable, pero en el contexto actual de polarización social incluso gestos nobles como este no son leídos desde la buena intención, sino desde el conflicto. Se pensó que Swift inclinaría la balanza hacia Kamala Harris y el resultado fue el hecho de que una de las “influencers” más “poderosas” del mundo al final resultó que sólo era popular.

A la luz de todo lo dicho, parece legítimo reflexionar sobre qué efecto real tendrá sobre la balanza la carta del Papa. Uno de los efectos más relevantes no está en el plano de la política y vida social estadounidense sino de la diplomacia mundial. Trump es hoy un actor político internacional que, dadas las características de su propia personalidad, podría dejar fuera del tablero de las mediaciones diplomáticas a uno de los actores más activos: la Santa Sede. No se debería perder de vista que la carta del Papa estaba dirigida a los obispos, pero tampoco se debe perder de vista que Trump tiene un historial de tratar los asuntos como cosas personales.

Y entonces, ¿ha sido prudente y oportuna la misiva pontificia? El discurso del Papa al Congreso de los Estados Unidos del 24 de septiembre de 2015 parece dar una clave de lectura y discernimiento personal para la carta del Papa de 2025:

“En los últimos siglos, millones de personas han alcanzado esta tierra [Estados Unidos] persiguiendo el sueño de poder construir su propio futuro en libertad. Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros. Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes.

(…) cuando el extranjero nos interpela, no podemos cometer los pecados y los errores del pasado. Debemos elegir la posibilidad de vivir ahora en el mundo más noble y justo posible, mientras formamos las nuevas generaciones, con una educación que no puede dar nunca la espalda a los «vecinos», a todo lo que nos rodea. Construir una nación nos lleva a pensarnos siempre en relación con otros, saliendo de la lógica de enemigo para pasar a la lógica de la recíproca subsidiaridad, dando lo mejor de nosotros. Confío que lo haremos”.

Notas:

(1) Como ejemplo más remoto están las cartas a los cristianos de Medio Oriente (21.12.2014), al presidente del episcopado argentino (08.07.2016 y 01.08.2016), al episcopado japonés (14.09.2017), al episcopado chileno (17.05.2018), al pueblo chileno (31.08.2018) o a los católicos alemanes (29.06.2019). Como ejemplos más recientes están las cartas a los libanes (24.12.2020), a los sacerdotes de la diócesis de Roma (31.05.2020 y 05.08.2023), a los católicos de Escocia (09.11.2021), a la iglesia católica siro-malabar (27.09.2021), al pueblo ucraniano (24.11.2022), al sínodo de la iglesia católica greco-ucraniana (30.06.2022), a los católicos de Vietnam (08.09.2023), a la iglesia católica en Nicaragua (02.12.2024), a los católicos de Medio Oriente (07.10.2024) y a los católicos de Tierra Santa (Semana Santa 2024).

(2) El 1 de enero de 2019 el Papa dirigió una carta a los obispos de los Estados Unidos sobre “la lucha contra la «cultura del abuso» y la manera de afrontar la crisis de la credibilidad”.

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Jorge Enrique Mújica

Licenciado en filosofía por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, de Roma, y “veterano” colaborador de medios impresos y digitales sobre argumentos religiosos y de comunicación. En la cuenta de Twitter: https://twitter.com/web_pastor, habla de Dios e internet y Church and media: evangelidigitalización."

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