El Campeonato Europeo de Fútbol Sala de Sacerdotes se puso en marcha por primera vez en Austria en 2003 Foto: National Catholic Register

Sacerdotes polacos triunfan en el Campeonato Europeo de Fútbol Sala en Hungría

“Una vez le pregunté a un misionero cuál era la mejor manera de llevar a los niños a Cristo”, escribió Orbán en su carta, leída en la ceremonia de premios. “Me dijo: ‘Lanza una pelota entre ellos, juega algunos partidos y pronto podrás hablarles sobre Dios’. El fútbol, ​​como el Evangelio, es universal: une a las personas”.

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(ZENIT Noticias / Kisvárda, Hungría, 20.02.2025).- Casi 200 sacerdotes católicos de toda Europa se reunieron en Kisvárda para la 17.ª edición del Campeonato Europeo de Fútbol Sala de Sacerdotes. Este torneo anual, celebrado del 10 al 14 de febrero, combinó el espíritu deportivo con la reflexión espiritual, reuniendo a clérigos de 14 países durante una semana de competición, camaradería y fe.

Polonia salió victoriosa del torneo, consiguiendo el primer puesto en una final decisiva contra Eslovaquia, que acabó en segundo lugar. Croacia se adjudicó el tercer puesto, continuando su sólida tradición en la competición. El evento, uno de los encuentros deportivos más grandes del mundo cristiano, no se trata sólo de goles y trofeos, sino que sirve como plataforma para que los sacerdotes fortalezcan sus vínculos, intercambien experiencias pastorales y participen en debates sobre la fe y la vocación.

The games offer an opportunity for fellowship and fraternity among priests from all over Europe.

Más que un torneo

El Campeonato Europeo de Fútbol Sala de Sacerdotes se puso en marcha por primera vez en Austria en 2003, concebido como una oportunidad para que sacerdotes de diferentes naciones se reunieran en un espíritu de fraternidad. Con el paso de los años, se ha convertido en un evento anual consolidado, organizado cada vez por un país diferente. La edición del año pasado se celebró en Polonia, mientras que Rumanía dio la bienvenida a los equipos en 2023 tras una pausa relacionada con la pandemia.

El campeonato de este año estuvo a cargo de la comunidad greco-católica de Hungría, bajo la dirección del obispo auxiliar László Kiss-Rigó, ex portero de la selección nacional húngara. El torneo se inauguró el 10 de febrero en presencia del arzobispo Michael Wallace Banach, Nuncio Apostólico en Hungría, mientras que las rondas eliminatorias y la final se celebraron el 13 de febrero en el complejo deportivo de Kisvárda.

Los equipos participantes procedían de una amplia gama de países, entre ellos Albania, Austria, Bosnia-Herzegovina, la República Checa, Croacia, Hungría, Italia, Kazajstán, Kosovo, Montenegro, Polonia, Portugal, Serbia y Eslovaquia. Los partidos se jugaron en un ambiente de competencia amistosa y unidad espiritual, con jugadores que abrazaron sus identidades duales como sacerdotes y atletas.

“Primero somos sacerdotes, luego futbolistas”, comentó el padre Žinić de Croacia. “Por eso, en nuestras reuniones, el ambiente sacerdotal siempre es evidente: representamos algo más que un simple juego”.

Fans always enjoy the games with several families in attendance.

Una experiencia espiritual y cultural

Más allá del torneo en sí, el evento incluyó misas diarias, sesiones de oración y actividades culturales, lo que lo convirtió en una experiencia verdaderamente integral para todos los involucrados. El 12 de febrero, los participantes hicieron una peregrinación al santuario mariano de Máriapócs, hogar del famoso icono de la Virgen que llora, donde el obispo Ábel Szocska dirigió una liturgia especial. También visitaron el primer Museo Católico Griego del mundo y la histórica Catedral de San Nicolás en Nyíregyháza.

El Arzobispo Banach, hablando en la Misa de apertura, enfatizó que el evento no era solo sobre deportes, sino sobre las conexiones más profundas formadas entre sacerdotes de diferentes países. “Este es un momento para que se reúnan, para comprender los desafíos, alegrías y experiencias de los demás”, dijo, “para que puedan irse no solo con medallas, sino con una fe y amistades fortalecidas”.

Para muchos, el torneo proporcionó un descanso bienvenido de las presiones del ministerio, ofreciendo momentos de alegría y relajación en un momento en que la Iglesia en Europa enfrenta desafíos crecientes, incluyendo una disminución de las vocaciones y varias crisis.

“Este evento nos recuerda que no estamos solos”, dijo el Padre Michael Semmelmayer de Austria. “Es una oportunidad para compartir, animarnos unos a otros y reafirmar nuestro sentido de pertenencia a una Iglesia que trasciende fronteras”.

Apostolic nuncio Michael Banach celebrates Mass with the athletes during the 17th annual European futsal competition.

Evangelización a través del deporte

El campeonato generó entusiasmo, con más de 1.500 espectadores que asistieron al partido de semifinales de Hungría el 13 de febrero. Miles más siguieron la acción a través de transmisiones en vivo y redes sociales. El alcance del torneo incluso llamó la atención del primer ministro húngaro Viktor Orbán, quien envió un mensaje a los jugadores enfatizando el poder del fútbol como herramienta para la evangelización.

“Una vez le pregunté a un misionero cuál era la mejor manera de llevar a los niños a Cristo”, escribió Orbán en su carta, leída en la ceremonia de premios. “Me dijo: ‘Lanza una pelota entre ellos, juega algunos partidos y pronto podrás hablarles sobre Dios’. El fútbol, ​​como el Evangelio, es universal: une a las personas”.

El padre Daniel Kocsis, sacerdote greco-católico húngaro y exfutbolista profesional, se hizo eco de este sentimiento. “Un sacerdote en el campo llama la atención de la gente”, dijo. “Cada vez que salimos de la iglesia y entramos al campo, demostramos que somos parte de la comunidad, que vivimos y compartimos sus alegrías”.

Polonia se coronó campeona una vez más (obteniendo su noveno título en la historia del torneo), por lo que ahora la atención se centra en la edición del año próximo.

Al reflexionar sobre el evento, el obispo Kocsis expresó su esperanza de que el impacto del torneo se extienda más allá de la semana de competencia. “Lo que sucedió aquí en Kisvárda es algo realmente especial”, dijo. “Rezo para que las semillas sembradas durante estos días den frutos duraderos, fortaleciendo la fe y la unidad entre todos los que participaron”.

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Joachin Meisner Hertz

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