(ZENIT Noticias / Criciuma, 23.08.2025).- Un caso preocupante en el sur de Brasil ha llamado la atención sobre la vulnerabilidad del clero en la era digital, después de que una mujer admitiera haber participado en una campaña de acoso en línea contra un sacerdote católico de la Diócesis de Criciúma, Santa Catarina.
La acusada, residente de la cercana ciudad costera de Imbituba, confesó haber creado y distribuido material falsificado con el objetivo de dañar la reputación del sacerdote. Entre las tácticas que reconoció se encontraban capturas de pantalla manipuladas, grabaciones de voz inventadas y la creación de una cuenta falsa de WhatsApp para suplantar la identidad del clérigo en las comunicaciones con su familia. También admitió haber inventado historias de supuestos encuentros románticos, todo lo cual el sacerdote había rechazado sistemáticamente por considerarlo incompatible con su vocación y celibato.
Como parte de un acuerdo judicial, la mujer acordó pagar 40.000 reales (unos 7.000 dólares estadounidenses) en concepto de daños y perjuicios a la Diócesis de Criciúma. También estará sujeta a estrictas órdenes de restricción: no podrá asistir a misas ni a eventos diocesanos donde esté presente el sacerdote, ni usar su nombre, imagen o voz en ningún contexto. Incumplir el acuerdo podría conllevar multas equivalentes a 20 salarios mínimos nacionales.

Investigadores policiales informaron que el acoso se intensificó en julio y persistió hasta el 4 de agosto, a pesar de las reiteradas advertencias. El caso comenzó, según los testimonios, después de que la mujer buscara orientación espiritual en el Santuario de Nova Veneza e intentara iniciar una relación personal con el sacerdote. Cuando este se negó, alegando las obligaciones de su ministerio, ella lanzó una campaña difamatoria que duró varios meses.
Las autoridades civiles confiscaron tres teléfonos móviles durante la investigación, descubriendo pruebas que respaldaban las denuncias de acoso del sacerdote. Las acusaciones de mala conducta financiera planteadas por la mujer fueron investigadas, pero finalmente desestimadas por infundadas.
El incidente pone de relieve el creciente desafío que enfrentan los líderes de la Iglesia al ejercer su ministerio en una era donde las fronteras entre la vida privada y la pública se difuminan debido a las plataformas digitales. Para los sacerdotes, quienes a menudo ejercen como figuras espirituales y comunitarias en pueblos pequeños, la exposición a la difamación en línea puede tener consecuencias duraderas, incluso cuando se demuestra que es falsa.
La Diócesis de Criciúma, si bien celebra la resolución del caso, ha subrayado la necesidad de proteger al clero de situaciones similares y de garantizar que los encuentros pastorales sigan siendo espacios seguros para quienes buscan apoyo espiritual.
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