conversación informal con periodistas a las afueras de la Villa Barberini, en Castel Gandolfo Foto: Vatican Media

¿Por qué el Papa no rezó en mezquita turca? Trump, Ucrania y la próxima residencia del Papa León XIV

Sus comentarios también abordaron la diplomacia vaticana en general. La Santa Sede sigue posicionándose como un foro para el diálogo, señalando una vez más su disposición a acoger las negociaciones si las partes en conflicto dan su consentimiento. León reiteró que esta oferta sigue abierta, aunque ningún gobierno la haya aceptado todavía

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(ZENIT Noticias / Castelgandolfo, 10.12.2025).- Diplomacia, estrategia bélica y un torbellino de narrativas mediáticas convergieron en torno al Papa León XIV tras su reciente encuentro con el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy en Castel Gandolfo. Esta reunión abrió una ventana inusualmente transparente a la visión de la Santa Sede sobre las fracturas geopolíticas que configuran el panorama de seguridad europeo.

En una conversación informal con periodistas a las afueras de la Villa Barberini, en Castel Gandolfo, León ofreció una serie de reflexiones que trascendieron el tradicional lenguaje papal de los llamamientos a la paz. Sus comentarios describieron una visión de Europa como un socio indispensable en cualquier futura resolución de la guerra en Ucrania y expresaron su preocupación por las señales políticas provenientes de Washington que, según su interpretación, parecen socavar la alianza transatlántica.

El presidente ucraniano había llegado ese mismo día para solicitar un respaldo europeo más firme a Kiev, especialmente a medida que las negociaciones cobran nuevo impulso entre las potencias occidentales. León confirmó que el enfoque principal de su intercambio privado fue la dimensión humanitaria del conflicto, con énfasis en la repatriación de los menores ucranianos puestos bajo custodia rusa. Describió estos esfuerzos como minuciosos y a menudo invisibles, llevados a cabo a través de canales donde la discreción es esencial. Un puñado de niños recibidos recientemente en el Vaticano fue, según él, tan solo una pequeña señal de progreso.

Zelenskyy ha estado circulando borradores revisados ​​de un marco de paz de tres partes que involucra a Estados Unidos y varios estados europeos. Si bien el Papa se abstuvo de pronunciarse sobre los detalles del plan estadounidense —reconociendo que no lo había revisado en su totalidad—, llamó la atención sobre lo que denominó un nuevo «lenguaje estratégico» emergente de la administración Trump, que parece relegar a Europa a los márgenes. Esto, advirtió, representa más que un descuido procesal.

En opinión de Leo, cualquier acuerdo que margine a los actores europeos ignora las realidades geográficas e históricas del conflicto. El continente, insistió, no puede ser tratado como un espectador de una guerra que se desarrolla dentro de sus fronteras. Señaló la larga dependencia de la asociación euroatlántica y añadió que ciertas caracterizaciones recientes de Europa en el discurso político estadounidense —en particular las críticas que presentan al continente como debilitado o a la deriva— parecen erosionar un vínculo fundamental durante décadas.

Al mismo tiempo, el Papa contrarrestó su crítica reconociendo que la propia sociedad estadounidense está dividida en estos temas: «Hay muchos en Estados Unidos», dijo, «que entienden a Europa de forma diferente a como la han retratado algunas declaraciones recientes».

Sus comentarios también abordaron la diplomacia vaticana en general. La Santa Sede sigue posicionándose como un foro para el diálogo, señalando una vez más su disposición a acoger las negociaciones si las partes en conflicto dan su consentimiento. León reiteró que esta oferta sigue abierta, aunque ningún gobierno la haya aceptado todavía. También mantuvo abierta la posibilidad de visitar Ucrania, describiéndola como una esperanza más que como una tarea programada.

Las preguntas de la prensa inevitablemente se centraron en su reciente visita a Turquía, y en concreto en la discusión, ahora viral, sobre si rezó durante su visita a la Mezquita del Sultán Ahmed en Estambul. El Papa desestimó la controversia con una mezcla de humor y reserva, señalando que la contemplación no requiere una exhibición teatral. Enfatizó que su encuentro dentro de la mezquita se desarrolló en una atención silenciosa e insistió en que las especulaciones externas sobre la postura o el gesto corren el riesgo de perder la esencia del momento. La oración, dijo, no siempre es identificable ante la cámara.

Esta explicación surgió tras las declaraciones contradictorias del muecín de la mezquita, quien relató que León declinó cortésmente una invitación a rezar. La descripción que el Vaticano hizo de la visita presentó el evento como un acto de reverencia silenciosa, distanciándose de los debates sobre expectativas estéticas. Sin embargo, el episodio reavivó las comparaciones con los predecesores de León, quienes habían rezado visiblemente en el icónico complejo de la época otomana.

Hacia el final, los periodistas abordaron temas más superficiales, preguntando sobre su tan esperado traslado al Palacio Apostólico. Leo indicó que no hay fecha fijada y se mostró satisfecho con su residencia actual en el Palacio del Sant’Uffizio, que comparte con sus secretarios privados. La pregunta, pareció sugerir, más fascinación para el público que para él mismo.

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Valentina di Giorgio

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