(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 22.11.2025).- Por la mañana del sábado 22 de noviembre, el Papa León XIV presidió la audiencia especial que se tiene los sábados en ocasión del Jubileo 2025. La audiencia se tuvo en una Plaza de San Pedro llena de personas, muchas de las cuales, unas 35 mil, se trataba de coros llegados a Roma para celebrar su propia jornada en el contexto del Año Santo 2025. Ofrecemos a continuación la traducción al castellano de la catequesis del Papa, realizada por ZENIT:
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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!
Para muchos de ustedes, estar hoy en Roma es la realización de un gran deseo. Para quien vive un peregrinaje y llega a la meta, es importante recordar el momento de la decisión. Algo, al inicio, se movió dentro de ustedes, quizá gracias a la palabra o a la invitación de alguien más. Así, el mismo Señor los tomó de la mano: un deseo y luego una decisión. Sin esto, no estarían aquí. Es importante recordarlo.
Y también es importante aquello que acabamos de escuchar en el Evangelio: «A quien se le dio mucho, se le exigirá mucho; y a quien se le confió mucho, se le pedirá mucho más». Jesús lo dice a los discípulos más cercanos, a aquellos que más estaban con Él. Y también nosotros hemos recibido mucho del camino que hemos recorrido hasta ahora; hemos estado con Jesús y con la Iglesia y, aunque la Iglesia es una comunidad con límites humanos, hemos recibido tanto. Por eso, Jesús espera mucho de nosotros. Es una señal de confianza, de amistad. Espera mucho, porque nos conoce y sabe que podemos.

Jesús vino a traer fuego: el fuego del amor de Dios sobre la tierra y el fuego del deseo en nuestros corazones. De algún modo, Jesús nos quita la paz, si entendemos la paz como una calma inerte. Pero esa no es la verdadera paz. A veces quisiéramos que nos “dejaran en paz”: que nadie nos moleste, que los demás ya no existan. Esa no es la paz de Dios. La paz que Jesús trae es como un fuego y nos pide mucho. Nos pide, sobre todo, tomar posición. Ante las injusticias, las desigualdades, donde se pisotea la dignidad humana, donde a los frágiles se les quita la voz: tomar posición. Esperar es tomar posición. Esperar es comprender en el corazón y mostrar con los hechos que las cosas no deben seguir como antes. También este es el fuego bueno del Evangelio.
Quisiera recordar a una pequeña gran mujer estadounidense, Dorothy Day, que vivió en el siglo pasado. Tenía fuego dentro. Dorothy Day tomó posición. Vio que el modelo de desarrollo de su país no creaba las mismas oportunidades para todos; comprendió que el sueño era una pesadilla para demasiados; que, como cristiana, debía involucrarse con los trabajadores, los migrantes, los descartados por una economía que mata. Escribía y servía: es importante unir mente, corazón y manos. Eso es tomar posición. Escribía como periodista, es decir, pensaba e invitaba a pensar. Escribir es importante. Y también leer, hoy más que nunca. Y luego Dorothy servía comidas, daba ropa, se vestía y comía como aquellos a quienes servía: unía mente, corazón y manos. Así, esperar es tomar posición.

Dorothy Day involucró a miles de personas. Abrieron casas en tantas ciudades, en tantos barrios: no grandes centros de servicios, sino lugares de caridad y justicia donde llamarse por su nombre, conocerse uno a uno, y transformar la indignación en comunión y acción. Así son los constructores de la paz: toman posición y afrontan sus consecuencias, pero siguen adelante. Esperar es tomar posición, como Jesús, con Jesús. Su fuego es nuestro fuego. ¡Que el Jubileo lo reavive en nosotros y en toda la Iglesia!
Traducción del original en lengua italiana realizado por el director editorial de ZENIT.
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