(ZENIT Noticias / Roma, 10.10.2025).- Tras años de tensión entre el Vaticano y la Conferencia Episcopal Alemana, la frágil tregua surgida tras meses de diálogo vuelve a verse sometida a tensión. La causa: la decisión de Alemania de publicar directrices pastorales para la bendición de parejas del mismo sexo, una medida que Roma insiste en que nunca fue aprobada.
La controversia, que resurgió tras la asamblea de obispos alemanes en Fulda en septiembre de 2025, expone no solo un choque de interpretaciones, sino también cuestiones más profundas sobre la autoridad, la obediencia y el significado de la atención pastoral en la era pos-Francisco.
En el centro de la disputa se encuentra un folleto de 40 páginas titulado «Bendecirnos: Fortaleciendo el Amor», publicado por la Conferencia Episcopal Alemana (DBK) en abril de 2025. Ofrece un marco para las ceremonias de bendición de parejas del mismo sexo, divorciados vueltos a casar y otras «uniones irregulares». El documento se presenta como una ayuda pastoral, no como un ritual litúrgico, pero su estructura —que incluye oraciones, aclamaciones y lecturas bíblicas— deja pocas dudas sobre su carácter ceremonial.
El obispo Georg Bätzing, presidente del DBK, ha defendido repetidamente la iniciativa. En la asamblea de septiembre, declaró a la prensa que el documento se había elaborado «en consulta transparente con el Dicasterio para la Doctrina de la Fe» (DDF), presentándolo como una aplicación contextual de la declaración del Vaticano de 2023, Fiducia supplicans. «Para quien lo solicite ahora», afirmó, «no hay razón para retirarlo».
Pero esa narrativa ha sido públicamente desmentida, no por críticos, sino por la misma oficina vaticana que Bätzing invocó. El cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto argentino del DDF, declaró rotundamente que Roma no había aprobado el texto alemán. “Escribimos a los obispos hace algún tiempo”, dijo a principios de octubre, “recordándoles que la Fiducia supplicans excluye cualquier forma de ritualización, como ha dicho el propio Papa”.
Según una investigación de la revista católica Communio, los obispos alemanes enviaron el borrador a Roma «en nombre del presidente de la conferencia», señalando explícitamente que no se buscaba ninguna aprobación formal. Fernández respondió con duras críticas a los pasajes que insinuaban «colaboración» o un «procedimiento oficial» para dichas bendiciones; expresiones que, según el Vaticano, distorsionan el espíritu de la Fiducia supplicans, que permite bendiciones espontáneas y no litúrgicas de personas, pero no ceremonias que pudieran sugerir que la Iglesia respalda las uniones entre personas del mismo sexo.
Posteriormente, el DBK afirmó haber revisado el documento «en consulta» con Roma, aunque los cambios parecen haber sido en gran parte superficiales. Communio señala que frases como «reglamento oficial» se suavizaron a «directriz general», mientras que la sección que describe el orden litúrgico (saludo, lecturas, intercesiones) se eliminó, aunque se mantuvieron otras referencias a la aclamación, la Escritura y las oraciones de acción de gracias. Una fuente cercana al dicasterio declaró a la revista que «ninguna de las versiones fue aprobada» por el Vaticano.
El asunto ha cobrado mayor relevancia bajo el nuevo pontificado de León XIV, quien ha actuado con rapidez para reafirmar la claridad doctrinal tras años de lo que muchos percibieron como ambigüedad pastoral. En su primera entrevista importante, León XIV criticó abiertamente los intentos en el norte de Europa de institucionalizar las bendiciones entre personas del mismo sexo, advirtiendo que malinterpretaban tanto el texto como la intención de la Fiducia supplicans. «Podemos bendecir a todas las personas», dijo el Papa, «pero no podemos inventar nuevos rituales que contradigan la comprensión que la Iglesia tiene del matrimonio».
Los líderes de los obispos alemanes insisten en que se han mantenido dentro de los límites pastorales legítimos. Sin embargo, el episodio ha reavivado las antiguas preocupaciones del Vaticano sobre el Camino Sinodal, el movimiento reformista alemán que ya ha impulsado la ordenación femenina, la predicación laica y cambios en la ética sexual. Para muchos en Roma, la última controversia confirma que lo que comenzó como una «conversación» nacional se ha convertido en una redefinición de facto de la doctrina católica.
Tras las declaraciones públicas, el clima entre ambas partes ha pasado de la confrontación a una desconfianza discreta. La paciencia del Vaticano se está agotando, pero también su deseo de intensificar la situación. Fernández, un teólogo conocido por su estilo conciliador, ha intentado presentar la disputa como «un malentendido de los límites más que un acto de desafío». Sin embargo, entre el clero alemán, muchos lo ven de otra manera: como una prueba para ver si Roma permitirá la adaptación local o impondrá una obediencia uniforme.
Por ahora, las directrices alemanas siguen siendo técnicamente «no vinculantes», lo que deja a cada obispo la libertad de adoptarlas o ignorarlas. En la práctica, sin embargo, diócesis como Limburgo, dirigida por el propio Bätzing, ya han introducido las bendiciones, normalizando así una práctica que el Vaticano todavía considera «inadmisible».
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