Las hermanas trabajan en un colegio con unos 300 alumnos

Las hermanas trabajan en un colegio con unos 300 alumnos Foto: Ayuda a la Iglesia Necesitada

México: “Lo más difícil es decirle a un hijo que mataron a su padre”, dice religiosa de Michoacán

En uno de los estados más peligrosos de México, las Hermanas Obreras ayudan a niños expuestos a la violencia. Con el apoyo de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), también capacitan a novicias que crecieron en entornos difíciles, preparándolas para llevar esperanza a comunidades vulnerables.

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Lucía Ballester

(ZENIT Noticias / Ciudad de México, 09.12.2024).- “Uno de nuestros hijos vio cómo mataban a su padre”, cuenta la hermana Rosalina en una entrevista con Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN). “Tuvimos otro caso de tres niños que presenciaron el asesinato de su madre delante de su casa. Lo vieron todo”. Estas son sólo algunas de las situaciones desgarradoras que han vivido las Hermanas Obreras de la Sagrada Familia en las comunidades cercanas a Zamora de Hidalgo, en el estado mexicano de Michoacán. La ciudad, que se extiende sobre fértiles valles y es famosa por su arquitectura, es también un hervidero de violencia, delincuencia y balas perdidas. Tiene una de las tasas de homicidios más altas de México, alrededor de 118 por cada 100.000 habitantes.

Las hermanas trabajan en un colegio con unos 300 alumnos y se esfuerzan por darles herramientas para que puedan soportar los retos. “Tratamos de ayudarles a ser más resilientes, a que no tengan miedo”, dice la madre Josefina Peña, superiora de la congregación, a quien llaman cariñosamente “Madre José”. La hermana Rosalina describe algunos de los casos más duros que vivió en las diferentes comunidades locales: “Recuerdo el terror de una de ellas, el pánico que sintieron las familias y las amenazas que recibieron. Una de las peores amenazas fue que iban a hacer un rosario con las cabezas de los niños y que lo colocarían en la rotonda del pueblo”, recuerda con horror.

“Se les notaba el miedo en la cara. Las otras hermanas y yo les dijimos que con nosotras los niños estarían a salvo”. Pero añade que “es horrible. Lo más duro es decirle a un niño que han asesinado a su padre. Es muy doloroso presenciar este tipo de cosas, porque aunque ya llevamos en nuestras manos el mayor don de todos, que es la fe en Dios, desde el punto de vista humano uno quiere hacer más”.

Aunque la violencia ya ha disminuido un poco, todavía hay muchos desaparecidos y la violencia entre cárteles, aunque algo oculta, continúa. Cuentan que en la zona del noviciado tuvieron que vivir las balaceras e incluso en ocasiones las balas perdidas entraban al edificio.

“Formamos a los novicios para que estén preparados para visitar las pequeñas comunidades”

La hermana Miriam, maestra de novicias, explica a ACN que muchas de las jóvenes llegan al noviciado después de haber vivido situaciones de violencia en el seno de sus propias familias, o en otros contextos complicados, con todo el dolor y sufrimiento que conllevan. “Cuando llegan, lo primero que hacemos es brindarles ayuda humana y psicológica, para que puedan sanar, y empezar a perdonar, para salir de toda esa violencia, y de todo el sufrimiento interno que llevan”, explica. “La ayuda que ofrecemos es integral, espiritual y psicológica. Les ayudamos a discernir, y las acompañamos. Estamos ahí para apoyarlas al 100%. Después, las formamos para que estén preparadas para visitar las pequeñas comunidades”.

Por supuesto, todo esto tiene una dimensión económica y por ello la congregación expresa su agradecimiento por el apoyo recibido de ACN y sus benefactores. Madre José y hermana Miriam son dos de las muchas religiosas que se han beneficiado personalmente de la ayuda económica de ACN para continuar sus estudios. La fundación ha renovado este proyecto para apoyar la formación de varias novicias. “Estamos muy agradecidos a todos ustedes y, como siempre, a la fundación. Hemos estado rezando a Dios por ustedes, por su familia y por todos los que están con ustedes ahora, los que se unirán a ustedes en el futuro o los que ya se han ido”, dice Madre José.

“Nuestra fuerza viene de la oración”

La magnitud de la violencia nos lleva a preguntarnos: ¿por qué las hermanas se quedan? ¿Qué las impulsa a seguir adelante? “La manera en que nos apoyamos mutuamente”, responde inmediatamente la hermana Rosalina. “Y la oración: nuestra fuerza viene de la oración. Las hermanas mayores, que ya están enfermas, rezan mucho por nosotras”, añade. Además, la religiosa asegura a ACN que “no se nos pasa por la cabeza irnos. Queremos quedarnos con la gente. Acompañar a los que sufren. No nos vamos a ninguna parte. Nos esforzamos por ser conciliadoras y nuestra fuerza está en Dios. Él puede llamarnos a su lado en cualquier momento, por eso tenemos que estar en buenos términos con Él, estar en paz entre nosotras y construir relaciones de paz. No abandonaremos a quienes nos necesitan”.

La Madre José concluye diciendo que “es hermoso ver cómo tanto los habitantes del lugar como las novicias crecen como personas y espiritualmente. Ser un rayo de luz y esperanza nos da fuerza y ​​estamos agradecidas por la misión que se nos ha confiado: acompañar a nuestros hermanos en estas comunidades. Ser una familia”.

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Redacción Zenit

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