(ZENIT –15 oct. 2019).- Los obispos catalanes han pedido y propuesto «que se aplique la vía de la misericordia» para desactivar la tensión acumulada estos últimos años y volver al único camino posible: «un serio camino de diálogo entre los gobiernos español y catalán».
En un comunicado publicado ayer, 14 de octubre de 2019, los prelados de Cataluña, España, hablan sobre la sentencia dictada por el Tribunal Supremo español que condena a los líderes independentistas catalanes por sedición.
Un diálogo, escriben los obispos de la comunidad autónoma de Cataluña, «que permita ir encontrando una solución política adecuada, sabiendo que dialogar significa renunciar en parte a lo que uno querría para aproximarse al otro e imaginar entre todos una solución satisfactoria».
Respeto a la sentencia
Así, “aunque existieran legítimos recursos y se puedan hacer valoraciones distintas”, solicitan respeto a la sentencia porque “las leyes fundamentales que regulan el sistema político y que han sido votadas y aprobadas por los ciudadanos, constituyen un referente básico del ordenamiento social”.
No obstante, para ellos, lograr “un recto orden social que permita el desarrollo armónico de toda la sociedad” precisa de “algo más que la aplicación de la ley”. Y remiten al discurso de apertura del Concilio Vaticano II, en el que san Juan XXIII afirmó: “es preferible usar el remedio de la misericordia que no empuñar las armas de la severidad; y piensa que no es precisamente condenando […], como se deben atender las necesidades de nuestro tiempo”.
Búsqueda común
En línea con la propuesta de diálogo, subrayan que también es necesario “devolver al pueblo el sentido de futuro”, proporcionar a las personas “un horizonte que disipe la sensación de que no hay caminos por donde andar” y, por tanto, “hace falta el debate político y social respetuoso, hace falta el intercambio de opiniones y la búsqueda en común de soluciones negociadas”.
Asimismo, aluden a la construcción de una sociedad “justa, solidaria, respetuosa de la igualdad de las personas, próxima a quienes están en apuros, que se inscriba en el mundo global y no se refugie en un pequeño mundo local”, haciendo surgir entre los catalanes “las grandes energías que posee de creatividad e innovación, de proximidad a quienes vienen de lejos, de fomento de la educación y del tejido cultural y asociativo que la caracteriza”.
La persona antes que la idea
Por otro lado, señalan que Cataluña “no es una sociedad violenta”, al mismo tiempo que constatan que en los dos últimos años “ha disminuido la calidad de la convivencia por la vía del enfriamiento, de la ignorancia o del menosprecio” y que, a pesar de ello, “la convivencia es un bien precioso que hay que salvaguardar: la persona es primero que la idea, la unidad prevalece sobre el conflicto, el todo por encima de la parte (cf. Papa Francisco, Evangelii gaudium, 222-237)”, reiterando que “el instrumento esencial es la palabra y, por lo tanto, el diálogo es fundamental”.
Por ello, como pastores de la Iglesia en Cataluña, los miembros del episcopado, desean “ofrecer una mirada desde el Evangelio de Jesucristo”, reconociendo “la existencia de sentimientos diferenciados y, a menudo, mezclados entre las identidades española y catalana”, que se evidencian en “un amplio abanico de opciones políticas”.
Palabras del Papa Francisco
También aludieron a cómo el proceso independentista de Cataluña comportó el encarcelamiento preventivo de 9 miembros del Gobierno y la salida de otros al extranjero en 2017. Dicha prisión preventiva ha sido vivida por los obispos “con pena en el corazón por lo que suponía para los presos y para sus familiares y amigos”.
Y, finalmente, recuerdan las palabras del Papa Francisco en el mensaje urbi et orbi de la pasada Pascua: “Que, ante los numerosos sufrimientos de nuestro tiempo, el Señor de la vida no nos encuentre fríos e indiferentes. Que haga de nosotros constructores de puentes, no de muros” y que “abra nuestros corazones” a las necesidades “de los menesterosos, los indefensos, los pobres, los desempleados, los marginados, los que llaman a nuestra puerta en busca de pan, de un refugio o del reconocimiento de su dignidad”.