(zenit – 13 feb. 2020).- “Obtener la paz y la reconciliación no será fácil. En Libia hay profundas divisiones y las partes en conflicto están muy separadas. Incluso es difícil encontrar una manera de hacer que todos se sienten en la misma mesa”.
Así describe el vicario apostólico de Trípoli, Mons. George Bugeja, a Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) la situación actual en el país norteafricano.
De acuerdo a ACN, Libia se encuentra en estado de guerra desde hace casi nueve años: el gobierno se enfrenta a las milicias. Tanto el uno como las otras están apoyadas por potencias extranjeras. A mediados de enero se celebró la Conferencia de Berlín con la esperanza de lograr un avance definitivo, pero los acuerdos más importantes no se mantuvieron ni siquiera una semana.
Aún constatando que la reciente Conferencia de Berlín había representado un “indudable signo positivo”, el prelado subrayó cómo el camino de Libia sigue siendo largo y cuán importante es que “los diversos países que participaron en la reunión de la capital alemana cumplan los compromisos acordados durante la conferencia berlinesa”.
Tregua violada
Mons. Bugeja también señala que la tregua convocada el mes pasado fue violada varias veces. “En Trípoli ha habido enfrentamientos y esto, inevitablemente, crea tensiones. El aeropuerto de la ciudad se abre y se cierra según la situación, pero afortunadamente al menos las escuelas y las oficinas siguen abiertas».
El incierto e inestable escenario libio también afecta a la crisis de los refugiados. Sin embargo, el vicario de Trípoli nos invita a ir a la raíz del fenómeno. “Libia es un trampolín hacia Europa, pero no es la causa desencadenante de la crisis migratoria. Muchos de los refugiados vienen aquí desde el África subsahariana, por lo que si se quiere cambiar o reducir el flujo de migrantes, se deben resolver los problemas en sus países de origen. De lo contrario, decenas de miles de personas seguirán emigrando en busca de un futuro mejor, incluso a costa de poner en peligro sus vidas”.
Ayuda de la Iglesia
La Iglesia Católica local trata de ofrecer su ayuda tanto a los migrantes que pasan por Libia como a la población local. “Tenemos limitaciones y pocos recursos, pero hacemos todo lo posible para asistir a las personas, en primer lugar con nuestra presencia. La Iglesia Católica permaneció en el país durante todo el conflicto, incluso cuando las otras Iglesias se fueron y todos los estados europeos cerraron sus embajadas. Nuestra presencia es un signo de aliento para los fieles”.
La próxima semana, Mons. Bugeja participará en el encuentro “Mediterráneo, frontera de la paz” en Bari. “Para nosotros, los obispos, será una oportunidad para discutir y contar las dificultades de cada diócesis. Apoyarse mutuamente y aprender de las experiencias de los demás”.