CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 1 enero 2005 (ZENIT.org).- Asesinados por salteadores o con deliberada intención de eliminarles, 15 misioneros –sacerdotes, religiosos y laicos– perdieron la vida el año pasado.
La Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos ha hecho públicas las cifras de 2004 relativas no sólo a los misioneros «ad gentes» en sentido estricto, sino a todo el personal eclesiástico asesinado o que sacrificó su vida con conciencia del riesgo que corría, sin abandonar su compromiso de testimonio y apostolado.
África –Burkina Faso, Uganda, Burundi, Sudáfrica, Kenia y Chad– registra el mayor número de muertes: cinco sacerdotes, un religioso y una religiosa. En América murieron al menos tres sacerdotes –en México, Guatemala y Chile–, cifra a la que habría que añadir la muerte violenta de otro sacerdote en Colombia.
Asia «parece vivir de forma especial las tensiones fundamentalistas: son tres los jóvenes católicos pakistaníes heridos hasta la muerte bajo falsas acusaciones o para hacerles abjurar de su fe»; en la India «un sacerdote fue hallado muerto tras sufrir amenazas porque visitaba a familias hindúes, donde era bien recibido», apunta el dicasterio misionero.
Ellos pagaron «un generoso tributo de sangre de muchos hermanos y hermanas para el crecimiento de la Iglesia en el mundo», tributo que «raramente llega a las páginas» informativas, apunta el cardenal Crescenzio Sepe, prefecto de esta Congregación vaticana.
«No conocemos de todos los motivos que causaron su muerte» –añade el purpurado–, pero «de algunos de ellos están claras las causas de la fe, que determinaron su testimonio».
«Ni podemos olvidar –dice el dicasterio a través de la agencia «Fides»– la larga lista de católicos asesinados en Irak o muchos “soldados desconocidos de la fe” en todo rincón del planeta, de los que tal vez jamás se tendrá noticia».
De 63 años de edad y origen español, el hermano Ignacio García Alonso, del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (de La Salle), murió el 6 de febrero a golpe de machete en su oficina de director del Colegio que el Instituto tiene en Bobo-Dioulasso, en Burkina Fasso. Había pasado 40 años de misión en Marruecos, Níger y sobre todo en el país donde cayó asesinado (Cf. Zenit, 10 febrero 2004).
Unas semanas después, un misionero comboniano italiano de 76 años corrió la misma suerte. El padre Luciano Fulvi fue encontrado la mañana del 31 de marzo en su casa de la misión de Layibi, en los alrededores de Gulu (Uganda), degollado. En el país africano se había ocupado principalmente de la educación y de la pastoral vocacional. De carácter sereno y afable con todos, el sacerdote era consciente de los riesgos que implica la vida misionera en esa región (Cf. Zenit, 1 abril 2004).
Sólo 19 años tenía un estudiante pakistaní originario de Quetta, Javed Anjum, cuando falleció el pasado 2 de mayo en el hospital de Faisalabad. Presentaba hasta 26 heridas en su cuerpo, provocadas por un maestro y algunos alumnos de una escuela islámica que querían convertirle al islam (Cf. Zenit, 19 mayo 2004).
Arrestado por presunta blasfemia en agosto de 2003, otro joven pakistaní, Samuel Masih, de 32 años, murió en el hospital el pasado 28 de mayo a manos de un policía musulmán fundamentalista. Masih, enfermo de tuberculosis, también había sufrido violencia en prisión (Cf. Zenit, 2 junio 2004).
El siguiente asesinato se registró en Ciudad Juárez, en México. En su residencia cerca de la parroquia donde desarrollaban su ministerio, el 6 de julio fue hallado muerto a cuchilladas un sacerdote mexicano de 58 años, el padre Ramón Navarrete Islas. La investigación policial apuntó al robo como móvil del crimen (Cf. Zenit, 8 julio 2004).
A los Siervos de María (servitas) pertenecía el padre Faustino Gazziero de Stefani, misionero italiano de 68 años presente en Chile desde 1960. Fue allí, en la catedral de Santiago, donde el 24 de julio, nada más celebrar la Misa, cayó acuchillado a manos de un joven próximo a grupos satánicos (Cf. Zenit, 26 julio 2004).
Muy comprometido en la promoción y desarrollo social estaba el sacerdote guatemalteco de 45 años Eusebio Manuel Sazo Urbina, párroco del «Divino Salvador del mundo», en los alrededores de Ciudad de Guatemala. El 31 de julio, cuando acudía a atender a una persona enferma, un hombre le atacó en la calle aparentemente para robarle y le disparó. Su predecesor al frente de la parroquia había tenido que dejar su puesto tras ser amenazado de muerte.
Pocos días después, el 16 de agosto, otro católico pakistaní, Nasir Masih, de 26 años, era secuestrado de su casa en el distrito de Baldia Siekhupoura, a 45 kilómetros de Lahore, y arrastrado a la fuerza por un grupo de musulmanes que le acusaban –falsamente– de robo. En su linchamiento participaron policías. A los tres días llegó a la familia la noticia de su muerte. Numerosas heridas y hematomas se hallaron por todo el cuerpo del joven (Cf. Zenit, 9 septiembre 2004).
El Estado indio de Kerala fue escenario de la violencia fundamentalista cuando el padre Job Chittilappilly murió acuchillado. Tenía 71 años –45 llevaba atendiendo a la comunidad católica de rito siro-malabar–. Su cuerpo fue encontrado el 28 de agosto en su casa, junto a la parroquia «Nuestra Señora de Gracias» en el pueblo de Thuruthiparambu. El sacerdote estaba rezando el Rosario, antes de celebrar la Misa cuando fue asesinado. Había sido amenazado si no dejaba de hacer «proselitismo», pues solía visitar también a familias hindúes; en ellas era bien recibido, pero no llevaba a cabo actividad evangelizadora alguna (Cf. Zenit, 31 agosto 2004).
En la diócesis sudafricana de De Aar fue hallado muerto en su casa, junto a la iglesia de Santa María y San José en Colesberg, el sacerdote inglés de 63 años Gerard Fitzsimons. Siete años llevaba en Sudáfrica ocupándose sobre todo de los pobres y los enfermos de Sida.
Párroco en Jilotlan (México), Macrino Nájera Cisneros, de 42 años, fue asesinado el 18 de octubre durante la fiesta posterior a la celebración de una Misa de primera comunión. El sacerdote defendió a una joven de 15 años a quien molestaba un individuo. Éste volvió a la fiesta y disparó contra el párroco matando también a otras dos personas. Otra joven resultó herida.
Vicario episcopal en Bururi, Gerard Nzeyimana, de 65 años, murió el 19 de octubre cuando regresaba a dicha diócesis desde Bujumbura junto a otras personas. Algunos hombres armados detuvieron el automóvil en que viajaba, comprobaron la identidad del sacerdote y le asesinaron a tiros. De origen burundés, el padre Nzeyimana era muy conocido por su compromiso en la promoción de la paz y sus denuncias frente a los autores de violencia contra la población en los once años de guerra civil en el país africano (Cf. Zenit, 25 octubre 2004).
También fue brutalmente asesinado un misionero irlandés de 65 años, el padre John Francis Hannon, cuyo cuerpo se halló el 25 de noviembre en los locales del centro social en construcción en la parroquia de St. Barnabas en Matasia, diócesis keniana de Ngong, a una veintena de kilómetros de Nairobi. Se cree que el robo
pudo ser la causa del crimen perpetrado por asaltantes. El padre Hannon había sido ordenado sacerdote en la Sociedad de Misiones Africanas (SMA) en 1967 en su país. Desarrolló su labor en Nigeria y en Kenia (Cf. Zenit, 25 noviembre 2004).
Bosnia y Herzegovina fue el escenario de la única muerte violenta registrada en Europa. En la noche del 17 al 18 de noviembre, el párroco de Saint Roko, en Bosanska Gradiska –en el norte del país, en la diócesis de Banja Luka– fue asesinado. Atado y ensangrentado, el cuerpo del padre Kazimir Viseticki, de 66 años, se halló en la casa anexa a la parroquia. Se cree que el robo estuvo en el origen del crimen.
Y en plenas navidades perdió la vida Sor Christiane Philipon, superiora general de la Congregación de Nuestra Señora de los Apóstoles. La religiosa francesa de 58 años fue asesinada en la noche del 25 al 26 de diciembre en Chad, en la carretera que une Ba Hilli con N’Djamena. Se dirigía a la capital junto a otras tres hermanas cuando el automóvil en el que viajaban fue asaltado por un grupo de bandidos. Acribillaron el vehículo. Murió Sor Christiane. Sus hermanas de comunidad resultaron heridas. Veinte años llevaba la religiosa fallecida en Chad, cinco de ellos en la diócesis de Sahr trabajando en la pastoral familiar. Un año atrás había sido elegida presidente de la asamblea diocesana de las religiosas.
En respuesta a la petición de «Fides», que agradece actualizaciones a los elencos que ofrece del año pasado o anteriores, Zenit recuerda que el obispo de la diócesis colombiana de Istmina-Tadó, monseñor Alonso Llano Ruiz, confirmó que el sacerdote de 45 años originario de Medellín Javier Francisco Montoya, desaparecido el pasado 8 de diciembre en Chocó, fue asesinado en fecha no determinada en las riberas del río Tamaná por una facción de las FARC («Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia») (Cf. Zenit, 24 diciembre 2004).