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Jueves 3 de diciembre

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Francisco: «Soy un hombre perdonado»

El Santo Padre habla sobre la misericordia en una entrevista concedida a la revista Credere, la publicación oficial del Año Santo Extraordinario

La revista italiana Credere, la publicación oficial del Año Santo Extraordinario que se inaugura el próximo 8 de diciembre, ha realizado una entrevista exclusiva al papa Francisco en la que explica los motivos del Jubileo de la Misericordia y sus expectativas.

«El tema de la misericordia –dice el Santo Padre al director de la revista, el sacerdote Antonio Rizzolo– se va acentuando con fuerza en la vida de la Iglesia a partir de Pablo VI. Fue Juan Pablo II el que lo subrayó fuertemente con la Dives in misericordia, la canonización de santa Faustina y la institución de la fiesta de la Divina Misericordia en la Octava de Pascua». En esta línea, «he sentido que hay como un deseo del Señor de mostrar a los hombres su misericordia. Entonces no es que me haya venido a la mente, sino que retomo una tradición relativamente reciente, si bien siempre ha existido. Y me he dado cuenta de que se debía hacer algo para continuar esta tradición».

«Es obvio que el mundo de hoy tiene necesidad de misericordia, tiene necesidad de compasión, o de sufir con», prosigue el Pontífice. «Estamos habituados a las malas noticias, a las noticias crueles y a las atrocidades más grandes que ofenden el nombre y la vida de Dios», lamenta. «El mundo tiene necesidad de descubrir que Dios es Padre, que tiene misericordia, que la crueldad no es el camino, se cae en la tentación de seguir una línea dura, en la tentación de subrayar solo las normas morales, pero cuánta gente se queda fuera», enfatiza.

«Me ha venido a la mente esa imagen de la Iglesia como un hospital de campaña después de la batalla; es la verdad, ¡cuánta gente herida y destruida! Los heridos son curados, ayudados a sanar, no sometidos a los análisis para el colesterol. Creo que este es el momento de la misericordia», asegura el Papa. «Todos nosotros somos pecadores, todos llevamos pesos interiores. He sentido que Jesús quiere abrir la puerta de Su corazón, que el Padre quiere mostrar sus entrañas de misericordia, y por eso nos manda el Espíritu: para moverse y para movernos. Es el año del perdón, el año de la reconciliación», reitera.

Preguntado por su experiencia personal de la misericordia divina, Francisco reconoce: «Soy pecador, me siento pecador, estoy seguro de serlo; soy un pecador al cual el Señor ha mirado con misericordia. Soy, como he dicho a los encarcelados en Bolivia, un hombre perdonado. Soy un hombre perdonado, Dios me ha mirado con misericordia y me ha perdonado. Todavía ahora cometo errores y pecados, y me confieso cada quince o veinte días. Y si me confieso es porque tengo necesidad de sentir que la misericordia de Dios todavía está en mí».

El Santo Padre recuerda además que tuvo esa sensación de forma especial el 21 de septiembre de 1953, cuando sintió la necesidad de entrar en una iglesia y confesarse con un sacerdote que no conocía y a partir de entonces su vida fue diferente; decidió hacerse sacerdote y aquel confesor, enfermo de leucemia, lo acompañó durante un año. «Murió al año siguiente –relata–. Después del funeral lloré amargamente, me sentí totalmente perdido, como con el temor de que Dios me hubiese abandonado. Este fue el momento en el que me sumergí en la misericordia de Dios y está muy unido a mi lema episcopal: el 21 de septiembre es el día de san Mateo, y Beda el Venerable, hablando de la conversión de Mateo, dice que Jesús miró a Mateo miserando atque eligendo«. «Se trata de una expresión que no se puede traducir, porque en italiano uno de los dos verbos no tiene gerundio, ni tampoco en español. La traducción literal sería “misericordiando y eligiendo”, casi como un trabajo artesanal. “Lo misericordió”: esta es la traducción literal del texto», indica.

«Cuando años después, recitando el breviario latino, descubrí esta lectura, me acordé de que el Señor me había modelado artesanalmente con Su misericordia. Cada vez que venía a Roma, porque me alojaba en Via della Scrofa, iba a la iglesia de San Luis de los Franceses a rezar delante del cuadro de Caravaggio, sobre la Vocación de san Mateo», refiere.

Para el Pontífice, el Jubileo de la Misericordia también puede ser una ocasión para redescubrir la “maternidad” de Dios: «Él mismo lo afirma cuando dice en Isaías que si una madre se olvidase de su hijo, también una madre puede olvidar… “yo en cambio no te olvidaré jamás”. Aquí se ve la dimensión materna de Dios. No todos comprenden cuando se habla de la “maternidad de Dios”, no es un lenguaje popular –en el buen sentido de la palabra–, parece un lenguaje un poco elegido; por eso prefiero usar la ternura, propia de una madre, la ternura de Dios, la ternura nace de las entrañas paternas. Dios es padre y madre».

Por último, el papa Francisco advierte de que el descubrimiento de un Dios misericordioso conlleva un cambio de actitud hacia los demás. «Hoy la revolución es la de la ternura porque de aquí deriva la justicia y todo el resto», afirma. «La revolución de la ternura es aquella que hoy tenemos que cultivar como fruto de este año de la misericordia: la ternura de Dios hacia cada uno de nosotros. Cada uno de nosotros debe decir: “Soy un desgraciado, pero Dios me ama así; entonces también yo debo amar a los otros del mismo modo”», aclara. «Descubrirlo nos llevará a tener una actitud más tolerante, más paciente, más tierna», concluye. 

 

El Papa destaca el trabajo en las misiones de ‘los buenos samaritanos anónimos’

A la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el Santo Padre afirma que es vital que la Iglesia salga a anunciar el Evangelio sin demora, sin repulsiones y sin miedo

El papa Francisco ha recibido este jueves por la mañana a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que han estado analizando el futuro de la misión “ad gentes”.

Al saludar a los presentes, el Santo Padre ha recordado lo que él mismo pudo ver durante su reciente visita al continente africano: “Estoy de regreso de mi primer viaje apostólico a África, donde he tocado con las manos el dinamismo espiritual y pastoral de tantas jóvenes Iglesias de aquel continente, como también las graves dificultades en que vive buena parte de la población. He podido constatar que, allí donde hay necesidades, casi siempre hay una presencia de la Iglesia dispuesta a curar las heridas de los más necesitados, en los que reconoce el cuerpo llagado y crucificado del Señor Jesús. ¡Cuántas obras de caridad, de promoción humana! ¡Cuántos anónimos buenos samaritanos trabajan cada día en las misiones!”.

Después de destacar que la Iglesia es evangelizadora por su misma naturaleza y aludir al decreto conciliar Ad gentes y a la encíclica Redemptoris missio, de san Juan Pablo II, el Pontífice se ha referido a la investigación que esta congregación ha llevado a cabo en los últimos meses sobre la vitalidad de las Iglesias jóvenes, para comprender cómo hacer más eficaz la obra de esta misión “ad gentes”, teniendo en cuenta también la ambigüedad a la que hoy suele estar expuesta la experiencia de la fe.

Por este motivo, el Papa ha señalado que el mundo secularizado, incluso cuando se muestra acogedor hacia los valores evangélicos del amor, de la justicia, de la paz y de la sobriedad, no muestra la misma disponibilidad hacia la persona de Jesús, a quien no lo considera Mesías ni Hijo de Dios, sino al máximo, “un hombre iluminado”. Y ha asegurado que es vital que en el momento presente la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugare
s, en todas las ocasiones, “sin demora, sin repulsiones y sin miedo”.

“La misión es una fuerza capaz de transformar a la Iglesia en su propio interior antes que la vida de los pueblos y de las culturas”, ha dicho Francisco. Por tanto, “que cada parroquia haga propio el estilo de la missio ad gentes”. De este modo, “el Espíritu Santo transformará a los fieles rutinarios en discípulos, los discípulos desapegados en misioneros, sacándolos de los miedos y de las cerrazones y proyectándolos hacia cada dirección, hasta los confines de la tierra”.

Tras destacar que los primeros evangelizadores, como los apóstoles Pablo y Bernabé no disponían de un dicasterio misionero como ahora, el Santo Padre les ha manifestado su reconocimiento por la labor que realizan: “Les agradezco su trabajo de animación y cooperación misionera, con el que recuerdan a toda las Iglesias que, si están constreñidas en sus propios horizontes, corren el riesgo de atrofiarse y apagarse”. “La Iglesia vive y crece ‘en salida’, tomando la iniciativa y haciéndose cercana. Por eso ustedes animan a las comunidades a ser generosas también en los momentos de crisis vocacional”, ha añadido.

Al final de su mensaje, el Pontífice invitó a los participantes en la Asamblea a rezar y trabajar para que la Iglesia se asemeje cada vez más al modelo de los Hecho de los Apóstoles, dejándose impulsar por la fuerza del Evangelio y del Espíritu Santo. Y se despidió con las siguientes palabras: “Que María Santísima, Madre de Dios, san Francisco Javier y santa Teresita del Niño Jesús, patronos de las misiones, iluminen nuestros pasos en el servicio al Evangelio del Señor Jesús. Los acompaño con la bendición apostólica y les pido, por favor, que recen por mí”.

 

Presentan al Santo Padre el Evangeliario de la Misericordia

Se trata de una iniciativa de los obispos italianos, que han publicado los cuatro evangelios ilustrados con los mosaicos del padre Rupnik. La obra contiene una serie de textos introductivos a cargo del sacerdote Alessandro Amapani y el prólogo es del arzobispo Rino Fisichella

Este jueves, ha sido presentado al papa Francisco el Evangeliario de la Misericordia. Se trata de una iniciativa de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), que se enmarca en el Año Santo que se inaugura el próximo 8 de diciembre, según ha informado la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Así, los obispos italianos han publicado los cuatro evangelios ilustrados con los mosaicos del artista jesuita Marko Ivan Rupnik, autor de la decoración de la capilla Redemptoris Mater en el Vaticano y de la basílica de Fátima, entre otras.

Los mosaicos del padre Rupnik hacen hincapié en los aspectos teológicos de la misericordia a través de las imágenes, los gestos y los colores. Además, la obra contiene el prólogo del presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella, y una serie de textos introductivos a cargo del sacerdote Alessandro Amapani.

Es una edición muy cuidada, que presenta todas las lecturas de los domingos y festivos que se proclamarán durante el año jubilar, siempre haciendo un énfasis particular en el tema de la misericordia.

 

El Papa erige una nueva diócesis en Venezuela y nombra a su primer obispo

El salesiano Modesto González Pérez estará a cargo de la nueva sede episcopal de Guasdualito

El papa Francisco ha erigido este jueves la nueva diócesis de Guasdualito en Venezuela, con parte del territorio de las diócesis de San Fernando de Apure y Barinas, haciéndola sufragánea de la Arquidiócesis de Mérida.

El Santo Padre ha nombrado como primer obispo de Guasdualito al sacerdote Modesto González Pérez, quien era hasta ahora director del Centro Agrícola Don Bosco en el Molinete, en la Arquidiócesis de Maracaibo, y superior de la comunidad local de los salesianos.

El obispo electo, informa la Conferencia Episcopal Venezolana, nació en San Antonio de los Altos, Diócesis de los Teques, estado Miranda, el 30 de junio de 1959. Tiene 56 años. Fue ordenado sacerdote el 26 de julio de 1986.

Estudio filosofía en la Universidad Pontificia Salesiana en Roma, educación en la Universidad Simón Rodríguez de Caracas; y teología pastoral en la Universidad Pontificia de Salamanca, España.

Entre otros, ha desempeñado los siguientes cargos: vicario parroquial y ecónomo de la parroquia San Francisco de Sales en Caracas; párroco y superior local en la parroquia San Juan Bosco en Valencia; consejero provincial salesiano entre los años 2000 y 2006.

 

Perú: Sendero Luminoso los martirizó porque “la religión es el opio de los pueblos”

Entrevista al postulador de los tres sacerdotes asesinados por la guerrilla marxita-maoísta en 1991. Este sábado 5 es la beatificación

Fray Angelo Paleri, de la orden de los Franciscanos Menores Conventuales, es el postulador de los dos sacerdotes mártires pertenecientes a su orden, asesinados por Sendero Luminoso el 8 de agosto de 1991, y del sacerdote italiano Sandro Dordi, ultimado también por ese grupo criminal el 25 de agosto del mismo año.

A los frailes polacos, Michal Tomaszek y Zbigniew Strzakowski, después de ejecutarlos les pusieron un cartel al cuello con la leyenda: “Así mueren los llames (servidores) del capitalismo”, pero el motivo era por la caridad que realizaban, pues según los criminales, con los alimentos que distribuían a los campesinos, evitaban que entraran en la lucha armada y confundían a la gente, porque la religión es el opio de los pueblos.

Fray Paleri, asiduo lector de ZENIT, comparte con nuestros lectores en esta entrevista –realizada en Roma poco tiempo atrás– diversos particulares impresionantes del martirio de estos tres sacerdotes, que dieron su vida en los Andes por seguir a Cristo, y que serán beatificados en la ciudad peruana de Chimbote este sábado 5 de diciembre.

¿Cómo era el contexto en que se encontraban los religiosos?
— Fray Angelo: Ambos frailes fueron asesinados en la noche del 9 de agosto y don Sandro, el sacerdote diocesano italiano, por la tarde del 25 de agosto. Trabajaban a pocos kilómetros de distancia. En ese momento Chimbote estaba en la mira del grupo marxista-maoísta Sendero Luminoso porque estaba en su objetivo dominarla como ya sucedía en otras regiones. Sendero había dicho que si el obispo Bambarén no renunciaba, habrían asesinado un misionero cada semana. Tenemos incluso la carta de Bambarén poniendo su renuncia a disposición del Papa. No tenemos la respuesta oficial del papa Juan Pablo II a Mons. Bambarén, sabemos sí que el obispo la semana después había viajado a Lima. En una carta decía, estaré en Lima con la Conferencia Episcopal.

¿Habían sufrido otros ataques?
— Fray Angelo: Nueve meses antes, en un viaje en la zona en camioneta el obispo había encontrado un bloque en la carretera. Don Sandro quiso bajarse para quitar las piedras y Bambarén le indicó hacer marcha atrás y volver rápidamente. También se habían registrado dos bombas contra el palacio episcopal en Chimbote.

¿Y la policía, el ejército?
— Fray Angelo: La guerrilla había dominado en la zona de Pariacoto, en la pre-cordillera, allí no había ni policía ni ejército. El alcalde que fue asesinado junto a los dos frailes había sido elegido por un movimiento popular. El tercer fraile que no estaba allí había sido puesto cuando fue la elección del alcalde para contar las manos levantadas.

¿Atacaron a los sacerdotes por algún hecho especial o porque eran religiosos y basta?
— Fray Angelo: Una cosa que repetía Sendero es que no quería las ayudas alimentarias. En cada parroquia estaban las personas encargadas y se hacían llegar los alimentos a los pueblos lejanos:
Pariacoto está en la precordillera pero la parroquia llega hasta zonas a 4 mil metros de altura, hablamos de los Andes. Ellos decían: «son ayudas de los imperialistas… Mientras los religiosos, párrocos y la Iglesia distribuye ayuda material la gente está tranquila y no viene envuelta en la acción violenta, no se rebela». Estas acusaciones fueron dirigidas a los dos hermanos. Los guerrilleros llegaron en el interior de la Iglesia, después de la celebración eucarística. Más aún, alguien les había avisado a los hermanos que habían visto a los senderistas en el pueblo.

¿Realizaron alguna especie de juicio popular?
— Fray Angelo: En este caso de los frailes el juicio fue en la iglesia, no estaba presente toda la gente del pueblo. “Ustedes confunden a la gente, la religión es el opio de los pueblos” dijeron. También pidieron la llave de la camioneta porque decían ‘ha sido dada por el imperialismo’, aunque ellos indicaron que fue enviada por los frailes, por el ministro general desde Roma. Antes no tenían vehículo y viajaban a caballo o en medios públicos.

¿Concluidas las acusaciones, qué sucedió?
— Fray Angelo: A continuación fueron llevados delante del municipio, junto al alcalde que había sido elegido gracias a la influencia de Sendero, pero que ahora lo acusaban de no ser dócil a sus exigencias. Este alcalde dijo: “Ustedes son diversos de lo que pensábamos”. Los cargaron en la camioneta y en el vehículo logró entrar una monjita peruana, que después fue empujada fuera de la camioneta. Se detuvieron después del puente y lo hicieron saltar.

¿Los dos frailes polacos, se dieron cuenta que les iban a matar?
— Los hermanos lo entendieron porque una semana antes, a otro sacerdote español, Miguel Company le habían disparado a la cabeza pero no murió. Padre Miguel en el auto dice algo tipo, por qué nos quieren matar, y el otro responde: Miguel estemos calmos, y comenzaron a rezar el Ave María. A este punto fue cuando empujaron afuera a la monjita. Un kilómetro después los ejecutaron. A uno con un disparo en la cabeza, al otro con dos tiros, uno de los cuales en la cabeza. Y les pusieron un cartel en un pedazo de cartón que decía: ‘Así mueren los llamas (servidores) del capitalismo’. El camino llevaba hacia el Pueblo Viejo, situado un poco más arriba, en donde escuchan los disparos. La carretera que después llevaba a Huaráz. En la iglesia estaban también otros tres jóvenes peruanos postulantes a frailes. Y un cuarto que se teme haya sido un infiltrado.

¿Quiénes eran los sacerdotes polacos?
— Los polacos eran frailes ordenados hacía poco sacerdotes, era el momento de Solidarnosc. Los dos habían salido antes de la caída del muro de Berlín.

¿Por qué los sacerdotes polacos son beatificados junto al sacerdote italiano?
— El obispo Bambarén pidió a nuestro ministro general si podía unir en esta causa al sacerdote diocesano, claramente con autorización del obispo de Bérgamo. Y fue autorizado.

Leer también: Perú, una plaza a los misioneros polacos asesinados por Sendero Luminoso

 

Argentina inaugura su nueva embajada en Vía de la Conciliazione

Estos locales de la embajada ante la Santa Sede permitirán una mejor atención al público y gestiones diplomáticas

La Embajada Argentina ante la Santa Sede, inauguró este jueves su nueva sede situada en Vía della Conciliazione, y desde cuyas ventanas se ve la basílica de San Pedro. Los nuevos locales conseguidos por el embajador Eduardo Félix Valdés, con sus 500 metros cuadrados, podrán dar mejores servicios que la anterior, situada a dos pasos de Castel Santángelo.

En embajador que presentó sus cartas credenciales al papa Francisco hace una año atrás, partirá en breve hacia otro destino, con la satisfacción de haber logrado el objetivo que se había propuesto, gracias también –indicó durante la inauguración– al embajador de Brasil “que me pasó la voz de que estaba este piso libre”.

Con la simpatía que le caracteriza, el embajador Valdés agradeció –ante las numerosas autoridades diplomáticas y personas que participaron en la ceremonia– a diversas personas que le ayudaron en este logro y en su misión en Roma, entre ellos el secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, el profesor Guzmán Carriquiry; el canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias, Mons. Marcelo Sánchez Sorondo; y al ceremoniero argentino del Papa, Mons. Guillermo Karcher.

“El valor agregado de los argentinos es que venimos de los barcos, y nos gustó que llegaran con la gente adentro”, dijo. Y «albergamos a tanta gente proveniente de diversos países». Señaló que “gracias a la escuela pública argentina conjugamos el verbo compartir y convivir”. Por ello, recordó que “en los bancos de la escuela llamábamos a nuestros compañeros judíos, rusos; a los árabes, turquitos; a los españoles, gallegos y a los italianos, tanos”.

Y citó al papa Francisco cuando en su reciente viaje a África dijo que ‘la interreligiosidad no se decreta, se pratica’, y solamente practicando, practicando, encontraremos el amor al prójimo que tiene una fe distinta, una idea distinta, y tiene derecho a tenerla y a conjugar el verbo convivir y compartir.

En la apertura se pasó un vídeo de unos pocos minutos con unas palabras de tres líderes religiosos en Argentina: el jeque Omar Abbu, el rabino daniel Golman, y Mons. Guillermo Marcó, portavoz del cardenal Bergoglio en aquellos años, con motivo de la inauguración de la nueva oficina de la sede diplomática.

Se encontraba además el embajador argentino ante Italia, Torcuato Di Tella, quien descubrió la placa conmemortiva, y el embajador ante la FAO Claudio Rozencwaig.

Mons. Sánchez Sorondo bendijo los locales y después de una breve oración se pasó a un vino de honor. 

 

España: los obispos otorgan los Premios ¡Bravo! 2015

El arzobispo Claudio Maria Celli, la película «Francisco, el padre Jorge», el programa «En la tuya o en la mía» de Bertín Osborne y la campaña #MIGRANITOPORCHINA de AIN son algunos de los galardonados por la CEE

La Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha otorgado este miércoles el ¡Bravo! Especial al presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Mons. Claudio Maria Celli.

Además, los obispos españoles han premiado al conocido presentador y cantante Bertín Osborne, por el programa “En la tuya o en la mía” de TVE, con el Premio ¡Bravo! 2015 de Televisión; al corresponsal de ABC en Londres, Luis Ventoso, con el de Prensa; y al redactor de RNE, el periodista Luis Manuel Fernández Iglesias, en la categoría de Radio.

En el ámbito cultural, el Premio Bravo! de Cine ha recaído en la película “Francisco, el padre Jorge”; el de Música ha sido concedido al concursante de la adaptación española del exitoso formato neerlandés The Voice, el padre redentorista Damián María; y el galardón de Publicidad ha sido para la campaña #MIGRANITOPORCHINA de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN).

Por último, la CEE ha reconocido a la plataforma digital CineyFe.com con el Premio ¡Bravo! de Nuevas Tecnologías y a la diócesis de Avila en la categoría de “Trabajo diocesano en medios de comunicación”, por su labor informativa durante el V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús.  

Con estos premios la Iglesia reconoce la labor meritoria de todos aquellos profesionales de la comunicación que se hayan distinguido por “el servicio a la dignidad del hombre, los derechos humanos y los valores evangélicos”, según ha inf
ormado la Conferencia Episcopal en un comunicado. 

El Jurado para la concesión de estos Premios ¡Bravo! ha estado compuesto por Mons. Joan Piris Frígola, obispo emérito de Lleida y miembro de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social (CEMCS), que actuó como presidente; y los vocales: Rafael Ortega, presidente de la Unión Católica de Informadores y Periodistas de España (UCIP-E); el sacerdote Jesús de las Heras, director de la revista Ecclesia; Asunción Escribano, decana de la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca; Ulises Bellón, director del Departamento de Prensa de la CEMCS; Juan Orellana, director del Departamento de Cine de la CEMCS; y el sacerdote José Gabriel Vera, director del Secretariado de la CEMCS, que actuó como secretario del Jurado.

 

España: Manos Unidas lanza una nueva campaña contra el hambre

Esta ONG para el desarrollo lucha desde hace más de medio siglo contra esta lacra que afecta a casi 800 millones de personas en el mundo

Manos Unidas ha presentado este miércoles su campaña “El hambre no solo se combate con comida”, que estará presente en soportes on line y off line hasta el próximo día 6 de enero.

Con esta iniciativa, la ONGD de la Iglesia católica en España quiere hacer llegar a toda la sociedad un llamamiento “a la colaboración que ayude a continuar con un trabajo que, desde hace ya 56 años, promueve para luchar contra el hambre; en una batalla que no consiste solo en dar de comer, sino que conlleva una esfuerzo mucho mayor, para acabar con una lacra que afecta a casi 800 millones de personas”.

En un comunicado, la entidad eclesial ha manifestado que quiere “terminar con todas esas hambres que mantienen en la pobreza a más de mil millones de personas en el mundo”. Para lograrlo, ha añadido, “apoyamos programas, planes y proyectos de desarrollo integral promovidos siempre por las personas de los países más necesitados de América, Asia, África y Oceanía”.

Manos Unidas aborda diariamente la lucha contra la pobreza en los países del Sur “a través de programas de formación que permiten mejorar la educación –tanto escolar como profesional– de aquellos que más lo necesitan pero también a través de la construcción y rehabilitación de infraestructuras como escuelas, hospitales y pozos; y programas sociales que permitan fortalecer el papel de la mujer”.

“Se trata en definitiva de abrir caminos y tender puentes para mejorar las condiciones de vida del mayor número de personas”, ha asegurado. “Se trata de llegar a todos, hasta en los lugares más remotos”, ha insistido la entidad socio-caritativa.

La ONGD española apoya cada año a más de 2,5 millones de personas de 60 países en África, América, Asia y Oceanía. 

 

Las prioridades de Francisco

Sobre el viaje del papa a México y a Chiapas, el próximo mes de febrero

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El Papa Francisco no ha visitado su propia tierra, Argentina, a la que ama mucho y en la que hay tantas personas con quienes ha compartido su vida. No ha ido a otros importantes países. ¿Por qué viene a México? Yo me imaginaba que no vendría. Y ¡qué grata sorpresa! Y que venga a Chiapas, en concreto a San Cristóbal de Las Casas… Sé que algunos sectores se opusieron a que viniera a nuestra diócesis. Opinaban que, si quería encontrarse con los indígenas, que fuera a Tapachula… No saben lo que dicen…

¿Por qué no va con algunos amigos suyos obispos que tiene aquí y en otras partes? ¿Por qué no va a ciudades más importantes? Si fue a Brasil y a Estados Unidos, se debió a las jornadas mundiales que ya estaban programadas: juventud y familia; pero aprovechó para estar en Cuba, que pasa por momentos importantes de su transición. Vino a Ecuador, Bolivia y Paraguay, países con bastantes limitaciones sociales y económicas.

Nos está demostrando sus prioridades: los pobres, los que sufren, las personas y los lugares donde más se necesita el Evangelio de la misericordia, de la paz y la unidad. A San Cristóbal viene primordialmente para encontrarse con indígenas, no sólo de Chiapas, sino del país y de otras latitudes. De Guatemala, ya se han anotado para participar.

Ha dicho explícitamente que su primer motivo para venir a México es visitar a la Virgen de Guadalupe. Pero con la inspiración de Jesús y de su Madre, que demostraron un amor preferente a los pequeños, quiere estar con enfermos, presos, migrantes, indígenas y ancianos. Va a Michoacán, por la violencia allí padecida, como un signo de su preocupación por el narcotráfico y la inseguridad en todo el país. Va a Ciudad Juárez, para estar cerca de tantos migrantes que padecen lo indecible en su intento por llegar al Norte. Viene a San Cristóbal, para estar con los marginados y excluidos, los indígenas. No excluye a los no indígenas, pues la Iglesia es incluyente y multicultural, católica, con puentes de unidad.

El amor de Dios es para todos; por ello, estará también con políticos, académicos y universitarios. Y es obvio que también con obispos, sacerdotes, religiosas y seminaristas, en particular con familias, niños y jóvenes.

PENSAR

El Papa Francisco nos ha insistido en algunas prioridades, para él y para la Iglesia. Por ejemplo, nos ha machacado que salir de la comodidad y la seguridad que nos da la estructura eclesial para misionar las periferias geográficas y existenciales, es un reto prioritario. A eso viene a México: a evangelizar, a misionar. Se podría quedar cómodamente en El Vaticano y no complicarse la vida; pero no le importa desgastarse para que nuestro pueblo tenga una vida digna, en paz, justicia y amor.

Dice: “Es necesario mantener viva la solicitud por el anuncio a los que están alejados de Cristo, porque ésta es la tarea primordial de la Iglesia. No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos” (EG 3). “Todos somos invitados a salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 20). “Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie” (EG 23).

Y su insistencia, molesta para muchos, sobre la prioridad de los pobres, para ser fieles al Evangelio: “El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo se hizo pobre. Todo el camino de nuestra redención está signado por los pobres” (EG 197). “Para la Iglesia, la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica. Esta opción –enseñaba Benedicto XVI– está implícita en la fe cristológica” (EG 198). “Sin la opción preferencial por los más pobres, el anuncio del Evangelio corre el riesgo de ser incomprendido” (EG 199).

ACTUAR

Dispongamos el corazón para escuchar el mensaje que Dios nos envía ya desde ahora por medio del Papa Francisco, y convertirnos a una mayor fidelidad al Evangelio.

 

Comunidades para la revolución de la ternura

Carta pastoral del arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra. ‘Hemos de ser ante todo artesanos en el perdón, especialistas en la reconciliación y grandes expertos en la misericordia’

“Comunidades para la revolución de la ternura”, es el título de la carta pastoral del arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra, para esta semana. A continuación, publicamos el texto íntegro de la misma:

Hemos comenzado el tiempo litúrgico del Adviento, en el que se nos invita a vivir tres realidades: 1) saber esperar la salvación que viene; 2) convertirnos y dar una versión a nuestra vida con capacidad para acoger a quien salva, y 3) mantener nuestra vida en la esp
eranza, pues nada ni nadie puede ennegrecer el horizonte de nuestra vida; Dios viene y está con nosotros para sacarnos de todos los atolladeros que surjan en nuestro camino. El Señor, cuando llega a esta tierra, cuando toma rostro humano, quiere entregar a los hombres encuentro, cercanía y ternura para hacer posible que todo cambie, también nosotros.

¿Por qué nos hace estos regalos? Porque sin encuentro, cercanía y misericordia es imposible mostrar y ser testigos de la misericordia de Dios, del amor más grande y verdadero, el que es incondicional, el que cuando se percibe cambia las vidas de los hombres. Podemos ser cristianos con muchos programas, muchos procedimientos e infinidad de organismos y organizaciones, pero si no vivimos lo que el Señor nos regala con su Encarnación junto a los hombres, en los diversos caminos por donde vamos y con las personas con las que nos encontramos, no cambiaremos el corazón de nadie, no haremos la revolución de la ternura de la que el Papa Francisco nos ha hablado en tantas ocasiones.

¡Qué maravilla prepararnos para saber estar a la altura de quien viene! Hizo su primera entrada en esta historia de una manera singular, «siendo Dios no tuvo a menos hacerse hombre y pasar por uno de tantos». El Señor ha dejado a su Iglesia para que muestre su rostro misericordioso, pero va a volver «con poder y majestad»; todo se tambaleará, pero se mostrará con plenitud su rostro. Para ser comunidades cristianas con vida y rostro de misericordia, que saben esperar y mantenerse en esperanza y darla, hemos de vivir como nos revela el Señor en el misterio de la Encarnación. Ahí contemplamos cómo Dios expresa y manifiesta su cercanía a los hombres, cómo se encuentra con nosotros y cómo nos acaricia. Viene en búsqueda de todos y, con su vida, muerte y resurrección, nos alienta y compromete a hacer esta revolución de la ternura con el arma de la misericordia, que muestra la verdad de Dios, la que más elocuentemente alcanza el corazón de los hombres.

Contemplemos, aunque sea por unos momentos, la esencia de esta revolución, la más urgente para nuestro mundo en guerra, esa que comienza cuando Dios mismo se hace Hombre y realiza su encuentro con nosotros en el camino de la vida, manifiesta su cercanía y nos da esa caricia que nos hace caer en la cuenta de lo que somos en sus manos. Los discípulos de Cristo tenemos la fuente de todo nuestro ser y hacer en Él. Por eso, siguiendo sus huellas, hemos de ser ante todo artesanos en el perdón, especialistas en la reconciliación y grandes expertos en la misericordia. Solamente así podemos ayudar a caminar con fuerza, esperanza y alegría. Si no vivimos así, nuestras comunidades podrán hacer muchas cosas, pero serán pastorales sin misericordia, que nada promueven porque les falta lo más importante para provocar el cambio.

La misericordia de Dios fue lo que el Señor entregó a todos los hombres con los que se encontró. ¡Cómo cambió sus vidas! Contemplemos el pasaje del hijo pródigo o del padre misericordioso. Precisamente porque la Iglesia tiene que mostrar el rostro del Señor, porque cada comunidad cristiana ha de enseñar el rostro de Cristo, el eje fundamental para una Iglesia en salida ha de ser la misericordia. Salgamos todas las comunidades cristianas a los caminos donde están los hombres de nuestro tiempo, encomendándonos a la misericordia de Dios; no siempre es fácil hacerlo porque, cuando Jesucristo se acerca a los hombres, nos abraza y nunca se cansa de perdonar, pero nosotros, en cambio, sí nos cansamos de pedir perdón. Salgamos con el mensaje más fuerte del Señor; este mensaje vivido por los discípulos de Cristo reforma la Iglesia, atrae a todos los hombres, cambia nuestro corazón. Y esto no es arma para los débiles, sino todo lo contrario, para los fuertes, pues da fortaleza de ánimos, capacidad para estar atento siempre al otro sea quien sea, compasión, apertura y amor sin condiciones.

¿Cuál es el criterio que tenemos para reformar nuestras comunidades cristianas? Ante todo, no podemos tener miedo a la misericordia, es decir, a la bondad de Dios. Regalemos esa bondad. A menudo nos creemos que un Dios compasivo y misericordioso es un Dios que nos da licencias para pecar. Por eso tenemos la tentación siempre de decir misericordia con verdad, que es no haber entendido lo que es la misericordia de Dios. Porque esta es promotora de la verdad siempre. La falta de misericordia nos encierra en el recinto de los temores, en lamentos de las propias heridas, en lloros; todo ello alimenta el estar preparando respuestas duras, que rompen la identidad de lo que es la Iglesia de Jesús, repitiendo aquellas palabras con las que Él desechó las soluciones que deseaban dar los primeros discípulos: «fuego del cielo que consume». La misericordia, sin embargo, «sana lo que sangra, dobla lo que es rígido, endereza lo que está torcido». Hay que entregar a los hombres un hogar que tenga calor. Y este hogar hay que construirlo con la misericordia de Dios, que tiene que llegar a todos, pues Nuestro Señor Jesucristo no nos ha entregado una lista selectiva de quién sí y quién no. Él abrazó siempre la vida tal y como se le presentaba.

¿Y cuáles serían las columnas sobre las que debe sostenerse cualquier comunidad cristiana y ser así creíble? Lo diré en forma de bienaventuranzas: 1) Bienaventurada la comunidad que sale a curar a todos, que es madre de todos los hombres; 2) Bienaventurada la comunidad que llega con ternura a cada uno y a todos, porque no es lo mismo custodiar lo extraño que custodiar lo que llevamos en el propio corazón; 3) Bienaventurada la comunidad que se convierte en lugar de misericordia gratuita, donde todos se sienten acogidos, amados, perdonados, alentados; 4) Bienaventurada la comunidad que arde en deseo de brindar misericordia y toma siempre la iniciativa; 5) Bienaventurada la comunidad que se hace espacio, jardín, paseo de misericordia y de esperanza; 6) Bienaventurada la comunidad que siempre tiene el corazón abierto y por eso abre sus puertas para que, quien lo desee, entre; 7) Bienaventurada la comunidad que tiene y vive la certeza de que la misericordia es la mayor de todas las virtudes y debe acompañar todas las etapas de crecimiento de las personas.

Con gran afecto, os bendice, + Carlos, arzobispo de Madrid 

 

San Juan Calabria – 4 de diciembre

​«Fundador de los Pobres Siervos y de las Pobres Siervas de la Divina Providencia. Calificado por Pío XII campeón de evangélica caridad al saber que había muerto ofreciendo su vida por él cuando se hallaba enfermo de gravedad»

«La Providencia existe, Dios es Padre y piensa en nosotros, siempre que nosotros pensemos en él y le correspondamos buscando en primer lugar el Santo Reino de Dios y su justicia». Fue la honda convicción de Juan que había experimentado claramente la Providencia en su vida y en ella sustentó el carisma de sus fundaciones. Era el séptimo hijo de una humilde y cristiana familia que rayaba en la pobreza y que le acogió gozosa en su seno cuando nació en Verona, Italia, el 8 de octubre de 1873. Su padre era zapatero y su madre se ganaba la vida como empleada doméstica. La muerte de aquél cuando Juan era un adolescente truncó su primera andadura académica ya que tuvo que ponerse a trabajar para ayudar a sostener el hogar, aunque le despedían de los trabajos por incompetente. Esta situación afectó a su rendimiento escolar.

El padre Scarpini, rector de San Lorenzo, constató que el muchacho mostraba unos rasgos de virtud que le hacían apto para iniciar los estudios eclesiásticos, y no escatimó ningún esfuerzo para que pudiera ingresar en el seminario. La situación económica familiar solo le permitía estudiar como alumno externo, y así permaneció tres años hasta que tuvo que cumplir el servicio militar. Tenía madera de santo y en el cuartel tuvieron ocasión de constatarlo. Cuando salió de allí, muchos, instados por él, habían abierto sus
brazos a Dios.

Algunas de las circunstancias que concurrieron en su vida, especialmente la experiencia de precariedad en la que había discurrido su corta existencia, y el gesto generoso y atento del padre Scarpini, unido a sus entrañas de misericordia, se trenzaron en fecundo anillo una gélida noche de 1897 cuando, tras realizar la visita a los enfermos, halló un niño fugitivo que yacía en el umbral de su casa aterido de frío. Tenía 6 años y todo indicaba que había sido adiestrado para mendigar y posiblemente secuestrado en la región de Liguria. Por eso, aunque hizo las gestiones legales oportunas, aconsejado por Scarpini, nadie se preocupó de buscar al pequeño.

La pobreza, la soledad, la enfermedad, el abandono…, serían para siempre dramáticas realidades que jamás dejarían al santo impasible. Por el contrario, a ellas dedicó todo su quehacer buscando siempre el modo de paliarlas implicando a seminaristas, sacerdotes y laicos. Por de pronto, aquella inolvidable noche en la que descubrió la naturaleza de su verdadera vocación, cobijó al pequeño en su propia casa sin que su madre mostrara reparo alguno por ello. Y a los pocos meses ya había puesto en marcha la «Pía Unión para la asistencia de los enfermos pobres».

Desde 1901, año en el que fue ordenado sacerdote, junto a la labor pastoral que realizó en la parroquia de San Esteban y en la rectoría de San Benito del Monte, los enfermos, los ancianos, los pobres y cualquier persona necesitada, recibieron de él gestos de caridad ofrecida a manos llenas. Las fundaciones se iban multiplicando mientras la Providencia seguía acompañándole en su incansable labor. Recogía a los niños abandonados; mientras trataba de hallar un centro de acogida digno para ellos, sin lograrlo. En 1906 su madre se ocupaba de atenderlos con tanta intensidad que enfermó gravemente. Juan acudió al conde Francesco Perez. El aristócrata le miró fijamente convencido de que él era la persona idónea para cuidar a los pequeños. Pero con su madre enferma no veía cómo podía llevar a cabo su labor. Suplicó a Dios. Si era su voluntad que se ocupase de los niños, el signo sería la curación de su madre al menos durante un año. Ella sanó repentinamente.

En noviembre de 1907 puso en marcha el Instituto «Casa Buoni Fanciulli», y a esta obra siguió la fundación de la «Congregación de los Pobres Siervos de la Divina Providencia», formada con un grupo de personas que secundaron su acción apostólica compartiendo su vocación, y la rama femenina «Pobres Siervas de la Divina Providencia». Creó la «Cittadella della caritá», la «Familia de los Hermanos Externos» para los laicos, y fue impulsor de casas de acogida y hospitales.

Pensando en los «Parias» en 1934 extendió la fundación a Vijayavada (India). Además, promovió las vocaciones y el diálogo interreligioso dejando abierta una fecunda vía ecuménica con protestantes, ortodoxos y hebreos, fue un extraordinario confesor, y no dudó en exponer su vida salvando la de personas en peligro, como la de una doctora hebrea amenazada de muerte en la persecución nazi a la que rescató manteniéndola oculta entre las religiosas fundadas por él. Algunos de los agraciados por tan bondadoso corazón, como hizo esta mujer, enviaron cartas a Roma a la postulación pidiendo que fuese elevado a los altares.

Juan se ofreció a sí mismo por la santificación de la Iglesia y la unidad de los cristianos, y alentó a todos a la vivencia del rigor evangélico. Junto con su proverbial caridad, asentada en su oración, pervivió la gratuidad en todo lo que hizo. De hecho, quería que sus hijos realizaran su misión en «donde nada hay, humanamente, para recibir». Solo les pedía «humildad, escondimiento total, abandonada por entero y totalmente en la divina Providencia; no pedir nada, rezar mucho; que nadie pague; prohibido todo tipo de publicidad; no conferencias, no reuniones de beneficencia, no agradecimientos públicos, porque Dios no necesita estas cosas y Él se ocupa de esta Obra que es totalmente suya. Nosotros busquemos almas, solamente almas».

Enfermo de gravedad y sabedor de que Pío XII se hallaba agonizante, puso su vida a los pies del Padre por él. Dios le escuchó. Murió el 4 de diciembre de 1954 mientras el pontífice salía adelante y le sobrevivía cuatro años más. Al conocer el postrer gesto de caridad que había tenido, Pío XII lo calificó como «campeón de evangélica caridad». Por su parte, el cardenal Schuster ordenó cincelar este epitafio sobre la tumba de Juan que sintetiza su grandeza y el impacto de su admirable virtud y quehacer apostólico: «Resplandeció como un faro luminoso en la Iglesia de Dios». Juan Pablo II lo beatificó el 17 de abril de 1988, y él mismo lo canonizó el 18 de abril de 1999.

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ZENIT Staff

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