El papa Francisco ha nombrado a tres nuevos miembros de la Pontificia Comisión para América Latina, uno de Uruguay, otro de Panamá y un tercero de Argentina.
La Sala de Prensa de la Santa Sede hecho público este sábado que los nuevos miembros de este organismo de la Curia Romana son el cardenal Daniel Fernando Sturla Berhouet, arzobispo de Montevideo; el cardenal José Luis Lacunza Maestrojuán, obispo de David; y Mons. Andrés Stanovnik, arzobispo de Corrientes.
El cardenal Sturla nació en Montevideo el 4 de julio de 1959. Cursó estudios de Filosofía y Ciencias de la Educación en el Instituto Miguel Rúa de los Salesianos de la capital uruguaya y de Teología en la actual Facultad de Teología del Uruguay Monseñor Mariano Soler.
Fue ordenado sacerdote en la Congregación Salesianos de Don Bosco (SDB) el 21 de noviembre de 1987 y a lo largo de su vida profesional ha ocupado diversos cargos, tanto pastorales como de gobierno, sobre todo en su Congregación Salesiana, entre los que se encuentra el de consejero de estudios en las Escuelas Profesionales Talleres Don Bosco.
Por su parte, el cardenal Lacunza es un agustino recoleto de origen español. Nació en en Pamplona el 24 de febrero de 1944, aunque ha vivido la mayor parte de su vida como religioso en Panamá.
Fue ordenado sacerdote en Pamplona el 13 de julio de 1969 y ha sido consejero provincial de la provincia de Centroamérica y Panamá de 1976 a 1982, administrador de la misma Vicaría de 1976 a 1985, presidente de la Federación de Educadores Católicos y miembro del Concejo Presbiteral Archidiocesano de Panamá.
Finalmente, Mons. Stanovnik nació en Buenos Aires el 15 de diciembre de 1949 y en 1978 entró la Orden de los Capuchinos, donde fue ordenado sacerdote ese mismo año.
Dentro de la orden ha sido maestro de novicios, vicario provincial, director del Movimiento Juvenil Franciscano, Superior y párroco de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, en La Cumbre y de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya.
La Pontificia Comisión para América Latina fue instituida por el papa Pío XII el 21 de abril de 1958 con la tarea de “aconsejar y ayudar a las Iglesias particulares en América Latina” y “estudiar las cuestiones que se refieren a la vida y progreso de dichas Iglesias, especialmente estando a disposición, tanto de los dicasterios de la Curia interesados por razón de su competencia, como de las mismas Iglesias para resolver dichas cuestiones”.