(ZENIT Noticias / Kiev, 09.03.2022).- A dos semanas del inicio de la invasión rusa en Ucrania, una nueva comunicación del líder de los católicos en Ucrania llega a muchas redacciones. Ofrecemos una traducción de lo que ZENIT ha llamado “cartas desde la guerra” y que corresponde a este miércoles 9 de marzo.
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¡Alabado sea Jesucristo!
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
hoy es 9 de marzo de 2022. Hoy comenzamos la segunda semana, el día 14º de una guerra sangrienta, inhumana y brutal.
En esta guerra vemos que se podría decir que la población civil es la víctima principal. Los que más sufren son los habitantes de las ciudades y los pueblos, las personas indefensas, las mujeres, los niños, los ancianos…
El Consejo de las Iglesias y Organizaciones Religiosas de Ucrania, que comprende el 95% de la comunidad religiosa de Ucrania, constituido por los representantes de las iglesias ortodoxas, católicas, las comunidades protestantes, las organizaciones religiosas judías y musulmanas, levanta su voz para defender a los civiles inocentes de Ucrania.
Ayer juntos aprobamos un llamamiento especial a la comunidad mundial donde manifestamos, explicamos cómo el invasor está violando las normas humanitarias internacionales del modo de llevar la guerra…
Efectivamente… la población civil se ha convertido en la principal víctima de esta agresión… Bajo las bombas se destruye nuestro patrimonio espiritual, las iglesias… Nuestros valores espirituales, culturales… Se está matando a los sacerdotes, a los voluntarios, a todos los que intentan de alguna manera aliviar el sufrimiento de este pueblo ucraniano que sangra.
Hoy más que nunca todas las iglesias de Ucrania están unidas en un intento de defender, de proteger a su pueblo. Hoy insto especialmente a los hijos e hijas de la Iglesia Greco Católica Ucraniana a tener un corazón abierto hacia los representantes de otras iglesias y organizaciones religiosas. En circunstancias de tamaña adversidad, es que se forja la unidad de la Iglesia ucraniana. La unidad en el servicio de su pueblo que sufre.
Todos tenemos que hacer algo hoy para que el mundo escuche la voz de las iglesias. Para que el mundo escuche el llanto de Ucrania. ¡Para que el mundo vea los ríos de sangre y el mar de lágrimas que se están derramando hoy en las tierras de Ucrania!
Hoy todas nuestras comunidades, todas las parroquias de la Iglesia Greco Católica Ucraniana se están convirtiendo en centros de ayuda social.
Allí donde hay guerra… Donde caen misiles… en Kyiv, Kharkiv, Chernihiv, Sumy, en Mykolayiv… estamos tratando de hacer todo lo posible para por un lado salvar a la población civil, y por otro para entregar bienes humanitarios: proporcionar a nuestro pueblo alimentos, medicinas y sacar a las personas necesitadas de la zona de guerra.
En otras partes de Ucrania se están abriendo innumerables centros donde recibimos a los desplazados internos y les proporcionamos la asistencia necesaria. Precisamente para que podamos sentir realmente esta cercanía del Santo Padre con el sufrimiento del pueblo ucraniano, es que estos días junto con Su Eminencia, el cardenal Krajewski, estamos visitando estos centros de socorro para civiles.
Hoy celebramos el día del nacimiento de nuestro visionario poeta, el poeta del pueblo ucraniano, Taras Shevchenko. Más de una vez su palabra nos ha ayudado a restablecer nuestras fuerzas y a darnos cuenta del designio que Dios tiene para con el destino nuestro pueblo. Es por esto que sus palabras sobre el destino hoy me llegan al corazón de manera particular.
Taras Shevchenko nos dice: «No me has engañado destino mío, tú me has sido amigo, hermano y hermana.» Y continúa diciendo: “No hemos mentido destino mío, simplemente fuimos adelante; no hemos dejado ni la mentira más pequeña detrás nuestro. ¡Ven conmigo destino mío! Mi pobre amigo… ¡sin dobleces! Sigamos adelante. Hacia la gloria, que es la gloria mi heredad”.
Que estas palabras que nos hablan de la marcha hacia la gloria, sean hoy una luz de esperanza para nuestra Ucrania.
La bendición del Señor y su misericordia descienda sobre ustedes por su divina gracia y amor y permanezcan ahora y siempre y por los siglos de los siglos, amén.
¡Alabado sea Jesucristo!
Destino mío (de Taras Shevchenko)
No me has engañado destino mío
tú me has sido amigo, hermano y hermana.
Te me has vuelto gris. Me llevaste contigo,
niño pequeño, de la mano,
y a la escuela me llevaste.
Al ebrio maestro para aprender ciencia.
-«Aprende, corazón mío, algún día
seremos gente»-, me dijiste.
Y yo hice caso y estudié,
Y aprendí. Pero tú mentiste.
¿Qué clase de personas somos? Ah… ¡qué importa!
No hemos mentido destino mío,
Simplemente fuimos adelante; no hemos dejado ni la mentira más pequeña detrás nuestro.
¡Ven conmigo destino mío!
Mi pobre amigo… ¡sin dobleces!
Sigamos adelante, hacia la gloria.
Que es la gloria mi heredad.