(ZENIT Noticias / Edmonton, Canadá, 26.07.2022).- El seminario San José de la arquidiócesis de Edmonton fue la residencia del Papa durante su estancia de cuatro días y tres noches en esa parte del país. Como gratitud por la hospitalidad recibida, el Papa quiso donar una escultura de san José.
Se trata de una escultura que pertenece a la producción artística moderna de artefactos religiosos y que, aunque recuerda los rasgos estilísticos del siglo XIX, respeta fielmente la iconografía del «guardián silencioso» de Nuestro Señor.
En esta escultura se observa cómo San José «sostiene» al niño Jesús con su mano izquierda, mientras que en la derecha sujeta la vara que, como cuentan los textos apócrifos, floreció prodigiosamente con lirios cuando los sacerdotes del Templo de Jerusalén tuvieron que elegir al novio de María entre los descendientes solteros de la tribu de Judá.
La estatua también recuerda la humildad de San José a través de la posición ligeramente inclinada de su cabeza, que denota no sólo una actitud deferente hacia el Hijo (del que sólo es «padre putativo»), sino también la importancia de su «silencio».
En varias ocasiones el Papa Francisco, que es un ferviente devoto de San José -hasta el punto de que, para el inicio de su ministerio petrino quiso comenzarlo el mismo día de su solemnidad-, lo ha señalado como aquel que sabe «caminar en la oscuridad», experto «en escuchar la voz de Dios» y en ir «adelante en el silencio».
