(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 22.12.2023).- «Fuimos testigos de las terribles atrocidades del 7 de octubre, para las que no hay justificación, pero también fuimos testigos de lo que ocurrió después. Es necesaria una negociación lo antes posible. Esperamos que esta guerra no dé lugar a otros conflictos religiosos y no se extienda a otras partes del mundo». Lo subraya el arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario de la Santa Sede para las relaciones con los Estados y las organizaciones internacionales, en una entrevista exclusiva que publicará el domingo 24 de diciembre el semanario diocesano Roma Sette, encarte del periódico Avvenire. El prelado se detiene en el conflicto en curso en Oriente Medio y en los temas más candentes de la escena internacional, desde la guerra en Ucrania a la crisis de la ONU y el papel de China.
Respecto a la guerra que se libra en Ucrania desde hace casi dos años, Gallagher expresa su «profunda preocupación: es un punto muerto mientras sigue habiendo víctimas en ambos bandos. Seguimos dispuestos a facilitar la mediación. Lo que podemos hacer es ayudar a nivel humanitario. Seguimos utilizando nuestros buenos oficios para intercambiar prisioneros e intentar facilitar el proyecto de repatriación de niños ucranianos. Debemos admitir que los resultados de estos esfuerzos son modestos. Pero seguimos trabajando».
Sobre la posibilidad de un viaje del Papa Francisco, Gallagher afirma que «el Papa sigue estando muy dispuesto a ir tanto a Ucrania como a Rusia. Sería indicativo de un paso adelante en la pacificación. Desgraciadamente, no creemos que sea inmediato, pero esperamos que pueda realizarse. Por supuesto, también depende de las partes en conflicto. Creo que una visita del Papa sería bien recibida por ambas partes».
El arzobispo subraya también la «profunda crisis de la ONU y de los organismos multilaterales. Muchas agencias de la ONU ofrecen una importante contribución en zonas de guerra, pero a nivel político y diplomático la crisis es profunda. Es necesaria una reforma, de la que se habla desde hace años, en particular del Consejo de Seguridad, y ahora hay más convicción. Quizá se trate de reforzar el papel de la Asamblea General, de ampliar los miembros no permanentes del Consejo y quizá de cambiar su reglamento. La Santa Sede cree que estos órganos deberían ocuparse mucho más de las cuestiones centrales que realmente preocupan a la humanidad».