Jóvenes, universidad, comunicación de la fe

Conversación con el obispo Enrico dal Covolo, rector de la Universidad Pontificia Lateranense

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En estos últimos años han sido numerosos los mensajes procedentes del santo padre Benedicto XVI y de los órganos de la Iglesia que se dirigen cada vez con más atención a los jóvenes. Basta pensar, entre otros muchos, al mensaje del papa Benedicto para la Jornada Mundial de la Paz de 2012 titulada: «Educar a los jóvenes en la justicia y la paz», o en la reciente plenaria del Pontificio Consejo de la Cultura del 2013, con el tema: «Culturas emergentes juveniles». Para comprender los cristianos del mañana, en síntesis, es importante conocer y sostener a los jóvenes de hoy.

Hemos pedido algunas consideraciones al respecto al obispo titular de Eraclea, Enrico dal Covolo, rector de la Universidad Lateranse.

Se ha celebrado hace poco la Jornada de las Vocaciones y de la Vida Consagrada. Usted antes que todo es sacerdote, salesiano y rector de la universidad del papa. ¿Qué significa su vocación de salesiano al servicio de la Lateranse?

–Mons. Dal Covolo: Fui enviado a esta universidad sobre todo para estar la servicio de los jóvenes y para la promoción de la cultura académica, orientada al crecimiento de los jóvenes, de los estudiantes y en consecuencia también de los profesores de esta universidad. Creo también que los jóvenes son mi patria determinante. Muchas veces digo que la universidad si está, si exite, es por los jóvenes y para los estudiantes, no es de por sí para los profesores. Esta dirigida al crecimiento de los jóvenes y por esto me encuentro como en casa porque esta es la vida que he elegido como salesiano: hacer de ellos, según el proyecto de Don Bosco, ciudadanos honestos y buenos cristianos, trabajando según el sistema que Don Bosco nos ha enseñado, basado en la razón, en la religión y en la bondad.

En el discurso del inicio del año académico 2012/2013, usted subrayó la importancia de la pastoral universitaria en el itinerario formativo de los estudiantes. ¿Cuáles son las tareas principales de estas actividades para que se pueda ayudar a los jóvenes a entender su vocación?

–Mons. Dal Covolo: La pastoral universitaria es sobre todo un acompañamiento. «You to you«, «tu a tu» con los jóvenes, para que, en esta experiencia académica, se les facilite descubrir el diseño global, el proyecto de vida que el Señor les indica. No es un camino fácil, se trata de proceder con el discernimiento y de capacitar a los jóvenes para que se hagan la pregunta justa, la única pregunta: «Señor, ¿qué quieres que haga con mi vida?» A menudo recomiendo a los jóvenes que sus proyectos personales estén centrados en esta pregunta: «Señor, ¿que quieres que haga con mi vida? Precisamente por esto, durante el año académico, hemos iniciado una experiencia sin duda muy interesante de pastoral universitaria: la nueva convivencia de Casa Zaqueo. Una casa en el centro de Roma donde doce de nuestros jóvenes, chicos y chicas de la universidad, se han comprometido a un proyecto de vida comunitaria, dedicada precisamente a esta pregunta central: «Señor, ¿que quieres que haga con mi vida?»

Benedicto XVI ha dedicado este año a la Fe. En este contexto usted ha establecido que este año académico estuviese dedicado a la comunicación de la fe. ¿Qué se entiende por comunicación de la fe en estos tiempos?

–Mons. Dal Covolo: Aquí tengo que hacer algunas precisiones. El proyecto de los cuatro años de mi rectorado está marcado por cuatro palabras clave: la primera es «la emergencia educativa» y esto ha guiado el año académico 2010/2011. La segunda palabra es la «formación de los formadores» como respuesta precisamente a la emergencia educativa; este compromiso ha subrayado de forma especial el año académico 2011/2012. Por lo tanto hay otras dos vías que yo considero prioritarias, dos medios particularmente eficaces para alcanzar el objetivos que nos hemos propuesto, que es justo la formación de los formadores como respuesta a la emergencia educativa. Y estas dos vías, estos dos medios privilegiados, son la «pastoral universitaria», de la que ya hemos hablado, y a la que dedicaremos el próximo año académico 2013/2014, y «la comunicación», de la que nos estamos ocupando de una forma especial en este año 2012/2013. Pero este es también el Año de la Fe, y así hemos pensado titular este año académico 2012/2013 precisamente como el año de la comunicación de la Fe. Haciéndolo así, hemos entendido también como superar una posible equivocación.

Trasmitir la Fe ciertamente es importante y decisivo, pero nosotros no queremos que con el término «trasmitir la Fe» se aludiese solamente y simplemente a un problema de contenidos a transmitir, es decir el aspecto objetivo de la fe. Nosotros estamos convencidos, según la gran lección de los Padres, que existe también un aspecto subjetivo, que es testimoniado, junto al objetivo, que es transmitido. Por lo tanto, las dos cosas juntas, transmitir y testimoniar, nos han hecho elegir esta expresión «comunicar la Fe», comunicarla en su sentido completo, tanto en lo que se refiere a los aspectos objetivos, es decir el catecismo; como en lo que se refiere a los aspectos subjetivos, es decir el testimonio personal de la fe cristiana.

¿Cómo es la relación de la Iglesia con los nuevos medios de comunicación?

–Mons. Dal Covolo: La relación es de gran apertura. Basta leer mensajes como el último del Papa para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Son mensajes de amplio alcance. Por otra parte también debo admitir que estamos todavía al comienzo. Es necesario que dediquemos más tiempo y energías a este ámbito. Por esto precisamente nosotros, el 14 de febrero, daremos comienzo a otra iniciativa. Inauguraremos el master de Digital Journalism, al que asistirán unos 30 alumnos que aprenderán de los mejores expertos de la comunicación digital. Durará hasta el mes de diciembre de este año, a caballo entre los dos años académicos. Es un programa muy ambicioso. Lo proponemos al servicio de la sociedad y de la cultura, pero también con una motivación eclesial

Nos hemos dado cuenta de una urgencia: muchas revistas, boletines parroquiales o revistas diocesanas tienen dificultad con el soporte escrito y cada vez es menos posible, también por los costes que supone, ir adelante en esta dirección. Cada vez más se advierte la urgencia de pasar al digital. Queremos capacitar a estas treinta personas de forma que puedan también ofrecer un servicio competente en la gestión de esta particular emergencia que se ha creado en la Iglesia.

Las nuevas formas de comunicar la Fe, ¿cómo inciden en la vocación de los jóvenes y en su percepción de ésta? (O, ¿cómo ha cambiado, si ha cambiado, la forma de vivir la vocación?)

–Mons. Dal Covolo: Es necesario recordar lo que muy justamente dice el papa en el mensaje por la paz de 2012. En este mensaje se evocaba la estrecha unión que existe entre educación y comunicación. Decía el papa que la educación y la comunicación son amplias zonas de interferencia directa y explícita. Lo mismo se puede decir respecto a la vocación y a la comunicación: es decir la existencia de amplias zonas de interferencia recíproca. Cuando planteo la pregunta: «Señor, ¿qué quieres que haga con mi vida?», está clara la invitación al joven a abrirse generosamente a la comunicación, a abrirse al otro. Cierto al otro con mayúscula, pero también a los otros que son nuestro prójimo.

Usted ha realizado recientemente un viaje a Medio Oriente, para visitar los institutos que están afiliados a la Lateranense. ¿Tuvo ocasión de encontrarse con jóvenes y de hablar con ellos?

–Mons. Dal Covolo: Naturalmente, porque una de las instancias previstas era precisamente el coloquio directo con los estudiantes. Así los he reunido y he tenido también la ocasión de un coloquio «tu a tu» con muchos de ellos. Me he dado cuenta con gran satisfacción y con gran esperanza, en este viaje a M
edio Oriente, que los jóvenes de nuestros centros afiliados estudian bien y con un objetivo muy claro, el de ser capaces de actuar para edificar una sociedad, una civilización mejor. Y cuando digo mejor quiero decir sobretodo en la vertiente de la paz, el diálogo cultural e interreligioso, para construir un tejido social que sufra menos, con menos conflicto. Creo que en este momento entre los valores más sentidos por los jóvenes en Medio Oriente, está, en absoluto, el valor de la paz. Ciertamente con todo lo que lo rodea como educarse y ser eficaces promotores de paz, de aquí también el estudio apasionado de la doctrina social de la Iglesia que se va cumpliendo en estos centros.

Fundamentalmente está también el diálogo interreligioso porqué está la convicción en estos jóvenes, que yo creo justa, que el diálogo mejor y más eficaz es el de construir precisamente sobre bases culturales sólidas: precisamente aquí se juega la posibilidad del encuentro respetuoso y tolerante. Por desgracias con las franjas extremistas y fundamentalistas esto no es posible.

Por tanto, ¿son estos valores principales con los que se identifican los jóvenes cristianos en Tierra Santa?

¡Sobre todo el valor de la paz! Pero hay alrededor también muchos otros valores para conseguirla. Una capacidad de servicio y de don de sí. Me conmueve mucho y me entusiasma el hecho que estos jóvenes no estudian tanto para sí mismo, es decir que no se cierran en tu torre de marfil de una cultura aséptica, sino que buscan lo contrario, poner sus nociones, el estudio que hacen, al servicio de este proyecto social de mejor convivencia.

En Medio Oriente es especialmente importante –como ha señalado usted- el diálogo interreligioso en el nuevo proceso de evangelización. Esto es naturalmente una tarea primordial también para los jóvenes cristianos. ¿Cómo afrontan este tema estos institutos afiliados a la Lateranense?

–Mons. Dal Covolo: Lo afrontan en base a las características propias del Centro académico al que nos referimos. Sin embargo, una instancia compartida y común es la de un conocimiento recíproco mayor, es decir, conocer mejor por ejemplo los textos de referencia de las religiones de las que se habla, conocer mejor las tradiciones de estas religiones, buscar entender más para entenderse más. Nosotros tenemos los Centros que se ocupan del diálogo de una y otra religión: por ejemplo en la Domus Galilaeae, en la que tenemos un Instituto afiliado de estudios teológicos, el Seminario Redemptoris Mater, se ha especializado de una forma particular, por indicación del papa Beato Juan Pablo II, en el diálogo judeocristiano. En este contexto, por tanto, se lleva adelante el hilo de este tipo de diálogo. Por dar otro ejemplo, en la Universidad Saint-Joseph de Beirut he visto que se cultiva más el diálogo con la religión islámica. Estas son las característica propias de cada Centro. Pero podemos decir que es una constante, un denominador común que se comparte que es este: una conocimiento mayor, un respeto recíproco, el deseo de entenderse más.

¿Que auguraría a los jóvenes que están buscando su vocación?

–Mons. Dal Covolo: ¡Lo que digo siempre! No tengan miedo de aceptar lo que el Señor señala como su camino, aunque a primera vista pueda comportar grandes sacrificios, pero se debe partir de la conciencia de que la propia felicidad más grande puede hacerse realidad solo en esta dirección, es decir que nuestra felicidad más grande se realiza en la obediencia al proyecto que Dios tiene sobre nosotros. Cualquier otro camino no conduce a la felicidad. Aún cuando el Señor haga propuestas empeñativas. Podemos pensar en las vocaciones consagradas, en las vocaciones misioneras, en las vocaciones de especial servicio en la Iglesia y en el pueblo de Dios: ciertamente esto comporta muchos sacrificios, sin embargo –si una persona es llamada a este camino– es la única vía para lograr la verdadera felicidad, que auguro siempre a los jóvenes. La verdadera felicidad coincide con la santidad: es decir, ser felices aquí y allá.

El 31 de enero se celebró san Juan Bosco. ¿Como festejaron los salesianos a su fundador que fue un verdadero protector de los jóvenes?

–Mons. Dal Covolo: Ciertamente según las proprias culturas locales. He visto, siguiendo los varios servicios de la agencia de noticias salesianas, que hubo una avalancha de festejos en honor de Don Bosco diría muy bien marcados por la situación local en la que se dan tales festejos. Hay sin embargo una especie de elemento común que liga a los festejos este año, la preparación con señas cada vez más marcadas del 2015, de los 200 años del nacimiento de nuestro fundador. El rector mayor señaló estos años, este trienio que nos acerca al 2015, como años de preparación específica guiados por un programa. Cada años se propone cierto aspecto de la espiritualidad de Don Bosco y de su santidad, de su carisma, a profundizar. Y así la celebración de este año está orientada a subrayar la característica fundamental de la misión de Don Bosco: la pedagogía salesiana basada en el sistema preventivo.

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Hajnalka Horvath

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