CIUDAD DEL VATICANO, lunes 29 octubre 2012 (ZENIT.org).- Al final de la Misa celebrada ayer en la Basílica de San Pedro con los Padres sinodales, como acto conclusivo de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el santo padre Benedicto XVI se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Ángelus con los fieles y los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro. A continuación, las palabras con las que el papa introdujo la oración mariana.
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¡Queridos hermanos y hermanas!
Con la santa misa celebrada esta mañana en la Basílica de San Pedro, se culmina la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Durante tres semanas, nos hemos confrontado con la realidad de la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana: la Iglesia entera estuvo representada y, por lo tanto, involucrada en este compromiso, que no dejará de dar sus frutos, con la gracia del Señor. En primer lugar, el Sínodo es siempre un momento de gran comunión eclesial, y por ello quiero dar las gracias a Dios con todos ustedes, que una vez más nos hizo disfrutar de la belleza de ser Iglesia, y de serlo justamente hoy, en este mundo así como es, en medio de esta humanidad con sus fatigas y sus esperanzas.
Muy significativa ha sido la coincidencia de esta Asamblea sinodal con el 50 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y por lo tanto, con el inicio del Año de la fe. Recordar al beato Juan XXIII, al siervo de Dios Pablo VI, la temporada conciliar, ha sido de por sí favorable, por que nos ayudó a reconocer que la nueva evangelización no es nuestra invención, sino que es una dinámica que se ha desarrollado en la Iglesia especialmente a partir de los años 50 del siglo pasado, cuando se hizo evidente que incluso en los países de antigua tradición cristiana se había convertido, como se suele decir, en «tierra de misión». Así surgió la exigencia de un renovado anuncio del Evangelio en las sociedades secularizadas, con la certeza dual de que, por un lado, sólo es Él, Jesucristo, la verdadera novedad que responde a las expectativas de la gente de todas las épocas, y por el otro, que su mensaje pide ser transmitido de forma adecuada en los cambiantes contextos sociales y culturales.
¿Qué podemos decir después de estos intensos días de trabajo? Por mi parte, escuché y recogí una gran cantidad de puntos de reflexión y muchas propuestas, que con la ayuida de la Secretaría del Sínodo y de mis colaboradores, trataré de ordenar y procesar, para ofrecer a toda la Iglesia una síntesis orgánica e indicaciones coherentes. A partir de ahora podemos decir que de este Sínodo sale reforzado el compromiso de la renovación espiritual de la misma Iglesia, para poder renovar de modo espiritual el mundo secularizado; y esta renovación se dará por el redescubrimiento de Jesucristo, de su verdad y de su gracia, de su «rostro», tan humano y a la vez tan divino, sobre el que brilla el misterio trascendente de Dios
Encomendemos a la Virgen María los frutos del trabajo de la Asamblea sinodal que acaba de terminar. Ella, Estrella de la Nueva Evangelización, nos enseñe y nos ayude a llevar a Cristo a todos, con valor y con alegría.
Llamado por los sucesos de Cuba
Comienzo con un llamado. En los últimos días, un huracán devastador que golpeó con particular violencia en Cuba, Haití, Jamaica y las Bahamas, ha causado varios muertos y graves daños, obligando a muchas personas a abandonar sus hogares. Deseo asegurarles mi cercanía y mi recuerdo a los que han sido afectados por este desastre natural, mientras que invito a todos a la oración y a la solidaridad, para aliviar el dolor de los familiares de las víctimas, y ofrecer apoyo a miles de damnificados.
Saludos en lengua española
«Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana, en particular a los miembros de la Hermandad del Señor de los Milagros de Roma», dijo Benedicto XVI al terminar la introducción a la oración mariana, dirigiéndose a los visitantes y peregrinos de habla castellana.
«Al concluir la Asamblea General ordinaria del Sínodo de los Obispos, dedicada al tema de la nueva evangelización, invito a todos a intensificar la oración para que este evento eclesial produzca abundantes frutos en la vida de la Iglesia», añadió.
«Encomiendo este deseo a la amorosa intercesión de María Santísima, y reitero mi exhortación a dirigirse a Ella cada día con el rezo del Santo Rosario, confiándole todas nuestras dificultades, retos y alegrías, para que los presente a su Hijo Jesucristo, luz del mundo y esperanza del hombre», concluyó.
Traducción del original italiano por José Antonio Varela V.