ROMA, jueves 16 febrero 2012 (ZENIT.org).-Hoy concluyó en Roma el simposio organizado por las conferencias episcopales europea y africana, que por segunda vez reunieron a cerca de 65 obispos de los dos continentes. El fin fue reflexionar sobre la comunión y la colaboración pastoral entre África y Europa en la evangelización de hoy.
El simposio tiene como tema “Evangelización hoy: comunión y colaboración pastoral entre África y Europa. La persona humana y Dios: la misión de la Iglesia de proclamar la presencia y el amor de Dios”. Durante el mismo, ZENIT entrevistó a monseñor Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Toledo y presidente de la comisión de misiones del episcopado español, quien confesó leer los servicios informativos de nuestra agencia todos los días.
Sobre el encuentro de estos días ¿qué puede aportar Europa a África en experiencias de evangelización?
–Mons. Rodríguez: Como somos viejas iglesias, de muchos siglos, y con maneras nuevas de afrontar la evangelización en una sociedad pluralista, puede ayudar a los africanos a que sean audaces. Como dijo un obispo africano, los musulmanes no tienen vergüenza de decir que los son, por lo que nosotros tampoco debemos sentir vergüenza de decir que somos cristianos. Y que no se permita ese aforismo que ha recorrido Europa, de decir Cristo si, la Iglesia no. Porque es un dualismo inaceptable, ya que el sujeto que nace del encuentro con Jesucristo, del misterio pascual, de la nueva humanidad, es un sujeto único con sus fallos, pero que no está haciendo esas divisiones. A Cristo se le puede entender como un personaje de la historia pero no llegas a él. Llegas a él en la Iglesia, que es el seno, la madre que nos da ese encuentro. Por supuesto que Cristo es más que la Iglesia, pero él ha querido que la Iglesia esté con él siempre.
¿Cuándo escuchó el llamado del papa a la nueva evangelización, que pensó usted?
–Mons. Rodríguez: Ya Juan Pablo II había hablado de esto en otro contexto, con énfasis en los nuevos métodos, expresión y ardor. Esto no se ha acabado, pero ahora hay un matiz de una evangelización nueva, una evangelización en un contexto más secularizado donde es difícil el papel de la fe en la sociedad en la que vivimos. Pienso que necesitamos reforzar la iniciación cristiana, porque no puede haber un sujeto que evangelice si él no está a gusto con su fe. Debe encontrarse con Cristo y saber que ser cristiano no es simplemente un contenido intelectual de fe, sino una vida entera como alternativa. Eso es lo importante y las diócesis españolas están centradas en la iniciación cristiana como algo necesario.
¿Cree que la causa de los problemas es la poca formación cristiana de las últimas décadas?
–Mons. Rodríguez: En nuestros países de muchos siglos de cristianismo, la iniciación cristiana no se ha conocido. La ha habido siempre en los bautismos, confirmación y primera eucaristía pero no con esa fuerza de decir que eres libre de ser cristiano y que hay un proceso donde el protagonista es Dios, y no tú, como si le hicieras un favor a Dios. No podemos dar por supuesto que la fe en todo su conjunto está en aquellos bautizados, inscritos en los libros parroquiales. Sino que en muchos casos, debe ser por una nueva experiencia con Jesucristo en la iglesia, y ser audaces por que esta vida es gozosa y queremos que otros la conozcan. Y me refiero no solo a niños, adolescentes y jóvenes, sino también a los adultos que en los nuevos movimientos apostólicos demuestran que uno se puede encontrar con Jesucristo vivo en la iglesia.
¿Qué le pide la gente a la Iglesia de hoy? ¿Qué se puede cambiar?
–Mons. Rodríguez: Hay algunos que quieren que la fe no sea la simple guinda del pastel, sino que sea el pastel. Y muchos laicos quieren tener una verdadera oferta pastoral que anime a la gente a decir que somos cristianos, que estamos en la Iglesia y que esto es estupendo y vamos a vivirlo, a proclamarlo, a llevarlo. Esto no se hará sin dificultades, sin oración, sin sacrificios y sin confrontación desde el punto de vista de lo que dice Benedicto XVI de que la fe es razonable, frente a otros que dicen que no es razonable o que no sirve para nada. En esos desafíos es donde se juega mucho todo este tiempo. Es verdad que necesitamos otras cosas, los grandes encuentros, las peregrinaciones con los jóvenes, tantas cosas…
Hablemos de España. En los últimos años hemos visto una actitud hostil de algunos gobiernos contra la vida, la familia, la educación religiosa…
–Mons. Rodríguez: He dicho muchas veces que si había cosas que me separaban de propuestas y de leyes del anterior gobierno y de otros, no era por algo religioso o confesional, sino de la realidad del hombre, porque allí es donde se juega la antropología. Porque si se piensa que la manera de resolver el problema de las uniones afectivas de personas del mismo sexo, es diciendo que se trata de un matrimonio, no me tengo que ir solo a la fe, puedo discrepar porque no es la manera de resolver ese problema. Por eso es importante que los cristianos vayan viendo cuál es el problema. Yo les digo a los esposos cristianos que vean cómo esta nueva ley les ha afectado. Porque en el código civil ahora son “cónyuge a” y “cónyuge b” o son “la pareja”. Lo mismo habría que decir de la ley del aborto. Si antes habían unos supuestos despenalizados, ahora es un “derecho de la mujer”, lo que es discutible no solo para los católicos sino para otras personas que no aceptan el aborto.
¿Y sobre el curso de educación para la ciudadanía?
–Mons. Rodríguez: Nuestra postura ha sido siempre muy clara. Sí a la educación para la ciudadanía, pero no ésta, de esta manera, así como la ha presentado el gobierno. No se si el nuevo gobierno quiera restringir o reducir la asignatura quitándole todas esas formas que el gobierno anterior tenía de presentar las opciones relacionadas con la educación moral de las personas, algo que les compete a los padres de familia.
¿Cómo motivar a los lectores sobre la nueva evangelización en Europa?
–Mons. Rodríguez: Lo he dicho en mi intervención en este simposio, cuando se me pedía una contribución sobre a qué hombre y a qué mujer somos enviados. Y luego de ver las dificultades, dije que nuestra tarea es difícil pero es apasionante y dije que en Europa, también en América Latina, hay “mercado” para la fe católica, porque el hombre sigue teniendo sed de Dios y del Dios vivo. Hay mercado y podemos poner nuestra tienda, como dice la palabra.
Por José Antonio Varela Vidal