ROMA, miércoles 8 febrero 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos un artículo del padre Francisco José Ballesta LC, profesor de Bioética del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, con motivo del 25 aniversario de la instrucción Donum Vitae.
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Francisco José Ballesta LC
La instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe titulada: “El respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación” más conocida como Donum Vitae1, firmada el 22 de febrero de 1987, está cumpliendo 25 años. La vigencia de sus enseñanzas ha sido totalmente revalidada por su hermana menor (por la edad), la instrucción de la misma Congregación: “Dignitas personae, sobre algunas cuestiones de bioética”2, publicada el 18 de diciembre del 2008. Las dos instrucciones reflejan la continuidad y coherencia del Magisterio de la Iglesia Católica sobre el tema de la procreación humana y el respeto debido al embrión humano desde el momento de su concepción. Esta enseñanza tiene sus orígenes en los principios enunciados ya por Pío XII a mediados del siglo pasado y se mantiene incólume a pesar de que, incluso en algunos sectores de la misma teología moral católica, se le han levantado fuertes críticas y creado vacíos.
Las palabras del entonces prefecto de la Congregación, cardenal Joseph Ratzinger, en la rueda de prensa de presentación del documento, resumen el contenido de fondo y se aplican perfectamente a la actualidad: “La ciencia, sin criterios éticos, no es fuente de progreso y puede finalmente tender hacia la destrucción de la humanidad y del mundo. Así pues, la ciencia, sobre todo cuando toca al ser humano en lo más íntimo, en su nacimiento, debe dejarse guiar por los criterios éticos si quiere seguir siendo ciencia humana. No ponemos obstáculos al progreso auténtico de la ciencia, hemos indicado solamente donde comienza la zona intocable de la dignidad de la persona humana. Esta zona es la que precisamente hoy debe ser protegida … El no a ciertas experimentaciones y a ciertas técnicas reproductivas es en realidad un sí al hombre, un testimonio a favor de la dignidad y la salvación del hombre”. Estas palabras son un eco de lo que ya Juan Pablo II señalaba en su primera encíclica3
En la misma rueda de prensa, monseñor Alberto Bovone, secretario de la Congregación, explicaba el proceso de elaboración del documento: consultas entre 1980 y 1985 (diversos episcopados, 62 teólogos y moralistas, 22 especialistas en medicina …, los 30 consultores y los 20 cardenales miembros de la Congregación); primera redacción entre junio 1985 y junio 1986; ocho meses más hasta la presentación del texto definitivo, en forma de preguntas y respuestas. Entendemos mejor todo esto cuando nos detenemos a ver lo que estaba sucediendo en el mundo en torno a este tema. El primer nacimiento de un ser humano por aplicación de la técnica de fecundación in vitro y transferencia embrionaria (1978) desencadenó la presión de los científicos sobre los legisladores. La intención era conseguir un marco legal para estas prácticas que abrían un horizonte muy prometedor bajo muchos puntos de vista. La presión se refleja en la organización de comisiones de estudio sobre el tema en diversos países4. Los trabajos de estas comisiones eran seguidos por las conferencias episcopales correspondientes que comenzaron a intervenir con documentos muy precisos y articulados.5 Estos trabajos sirvieron, sin duda, como material de base para la instrucción Donum Vitae, que recoge muchas de las argumentaciones que se presentan en ellos.
El interés y la urgencia de la instrucción por orientar la catarata legislativa que se estaba desencadenando se refleja precisamente en la tercera parte de la misma (Moral y Ley Civil) sobre los valores y las obligaciones morales que la legislación civil debe respetar y sancionar en esta materia, donde señala los mínimos éticos que las leyes deben respetar: “La autoridad política no puede autorizar que seres humanos sean llamados a la existencia mediante procedimientos que los exponen a los gravísimos riesgos anteriormente citados … La ley no podrá tolerar – es más, deberá prohibir explícitamente – que seres humanos, aunque estén en estado embrional, puedan ser tratados como objetos de experimentación, mutilados o destruidos, con el pretexto de que han resultado superfluos o de que son incapaces de desarrollarse normalmente … no podrá legalizar la donación de gametos entre personas que no estén legítimamente unidas en matrimonio … deberá prohibir además, en virtud de la ayuda debida a la familia, los bancos de embriones, la inseminación post mortem y la maternidad sustitutiva”. Todas estas limitaciones se derivan de las reflexiones hechas en las partes primera y segunda del documento, esenciales para tener una visión precisa y argumentada de los criterios morales en esta materia.
1http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19870222_respect-for-human-life_sp.html
2http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20081208_dignitas-personae_sp.html
3 “El progreso de la técnica y el desarrollo de la civilización de nuestro tiempo, que está marcado por el dominio de la técnica, exigen un desarrollo proporcional de la moral y de la ética. Mientras tanto, éste último parece, por desgracia, haberse quedado atrás. Por esto, este progreso … no puede menos de engendrar múltiples inquietudes. La primera inquietud se refiere a la cuestión esencial y fundamental: ¿este progreso, cuyo autor y fautor es el hombre, hace la vida del hombre sobre la tierra, en todos sus aspectos, «más humana»?; ¿la hace más «digna del hombre»? No puede dudarse de que, bajos muchos aspectos, la haga así. No obstante esta pregunta vuelve a plantearse obstinadamente por lo que se refiere a lo verdaderamente esencial: si el hombre, en cuanto hombre, en el contexto de este progreso, se hace de veras mejor, es decir, más maduro espiritualmente, más consciente de la dignidad de su humanidad, más responsable, más abierto a los demás, particularmente a los más necesitados y a los más débiles, más disponible a dar y prestar ayuda a todos.” (JUAN PABLO II, Redemptor Hominis, 4-III-1979, nº 15).
4 Australia (comisiones Demak, Waller, Chalmers), Suecia (comisión de Inseminación), Francia (diversas propuestas de ley), Alemania (comisión Benda), Inglaterra (comisión Warnock), Austria (comisión Bydlinsky), España (comisión Palacios).
5 Obispos de Victoria (Australia) frente a la comisión Waller (1982 y 1984). Obispos del Reino Unido frente a la comisión Warnock (1983 y 1984). Obispos portugueses (Nota pastoral sobre la regulación de los nacimientos; en 1983). Obispos de Ontario (Canadá) (Guidelines for Family Life Education; en 1983). Obispos franceses (Vida y muerte por encargo. Elementos de reflexión; en 1983). Obispos austriacos (1985). Obispos alemanes (1985). Obispos irlandeses (1985)