Quedan sólo 29 días para que de comienzo la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro. Miles de jóvenes de todo el mundo ya han confirmado sus inscripciones y en estos días se encuentran ultimando preparativos. Son muchos los grupos de peregrinos que han realizado distintas iniciativas para conseguir dinero y ayudarles a costear el viaje.
Desde la Comisión Episcopal de Pastoral Juvenil de la Conferencia Episcopal Brasileña cuentan la historia de un grupo de jóvenes de Puerto Viejo que se dirige a la JMJ.
La distancia entre Puerto Viejo y Río de Janeiro es de aproximadamente 2.700 km en línea recta – equivalente a la distancia entre Lisboa (Portugal) y Varsovia (Polonia) atravesando seis países europeos. Pero no es todo ese suelo que va desanimar la juventud de Rondônia. Poco antes de recibir la peregrinación de la Cruz de los Jóvenes y del Icono de María, en agosto de 2012, ellos comenzaron a organizarse. La Parroquia San Luis Gonzaga enviará cerca de 200 jóvenes. Entre ellos, hay miembros de la Renovación Carismática Católica (RCC), de la Pastoral de la Juventud (PJ) y del Camino neocatecumenal. Las demás parroquias de Puerto Viejo también enviarán peregrinos, entre los cuales habrá también salesianos, focolares, miembros de la Infancia y Adolescencia Misionera (IBAN), y miembros de otras expresiones eclesiales.
Por motivo de la distancia, los billetes de avión entre Puerto Viejo y el Río son muy caros y en ocasiones con varias escalas, lo que hace el viaje muy cansado. Para conseguir dinero, los jóvenes de Puerto Viejo han hecho festivales de helados, de pizzas y pasta, de feijoada y hasta de yakisoba. También fueron a las puertas de colegios y facultades vender bocadillos, zumos y agua.
«Creo que será un momento de grande despertar la fe católica brasileña, sobre todo para juventud. Seremos contagiados por la unánime alegría de seguir Jesucristo junto con miles de peregrinos de muchos países» comenta la coordinadora del Sector Juventud de Puerto Viejo, Karoline Monteiro, que tiene 28 años y es doctorada en Ciencias Jurídicas y Sociales.
Teresina tampoco está cerca de Río y los precios de los billetes también son altos. Allí, los jóvenes se enfrentan a los mismos problemas y buscan soluciones parecidas. Además de hacer festivales, han organizado rifas y buscan apoyo financiero entre los amigos y familiares. La joven Jéssica Lima, coordinadora de un grupo de 100 peregrinos de la Juventud Franciscana (Jufra) del Piauí, dice que, aún así, casi no dio: a pesar de todo el esfuerzo, muchas personas del grupo no estaban consiguiendo comprar los billetes, cada vez más caros – y pidieron la intercesión de san Francisco y Nuestra Señora de Lourdes. Ella cuenta que rezó pidiendo ayuda a ellos durante un Congreso Internacional de la orden de la Orden de los Hermanos Menores en Canindé.
«A final del día, cuando consulté mi email, tenía un link para una promoción de billetes de avión. Inmediatamente, me conecté para todos los hermanos que aún no habían comprado sus billetes y realizamos la compra de todos. Lo más ‘divino’ es que el valor de cada pasaje estaba un 90% más barato. Fue un momento de mucha felicidad, llorábamos de alegría hablando por teléfono, pues otros hermanos que no iban a la JMJ pudieron comprarlo. Después de la JMJ, todos los hermanos que se beneficiaron con la promoción tendrán que cumplir la promesa hecha: visitar Canindé y agradecer personalmente a san Francisco y Nuestra Señora de Lourdes por la intercesión» cuenta Jéssica.
Vender productos para recaudar recursos tampoco es fácil. A veces, es preciso vencer la timidez. Fue lo que le sucedió con el joven Renato Queiroz, que forma parte de uno de los grupos de peregrinos de la Comunidad Shalom de Fortaleza. Actualmente, él y un amigo, Eduardo, están vendiendo trufas para conseguir dinero, pero comenzaron vendiendo agua en la puerta de la Universidad Federal del Ceará.
«Llegamos con vergüenza y sin saber lo que íbamos a hacer, sin saber cómo acercarnos a la gente. La primera cosa fue rezar, y el Espíritu Santo fue haciendo el resto poco a poco. Después, corríamos detrás de los autobuses y parábamos a los coches para vender» cuenta Renato.
Otra joven, Paula Fernandes, de Goiânia, habla de un problema diferente. Ella forma parte de un grupo de 10 peregrinos de la Pastoral de la Juventud de la parroquia Nuestra Señora Auxiliadora. La mayor dificultad de ellos es el hecho de que la mayoría trabaja y necesita días libres para participar de la Jornada Mundial de la Juventud. Pero tienen fe en que todo se resuelva. Así como los jóvenes de otras regiones, están organizando fiestas y rifas para recaudar dinero. También venderán pulseras hasta el día de la partida hacia Río. Paula, que participó de la JMJ Madrid, en 2011, espera que la Jornada de Río sea igual.
«Mucha diversión, muchos jóvenes en oración. Que sea un evento para revitalizarnos en la fe. Además de eso, que, al ver papa Francisco, podamos tener una emoción viva del amor de Dios. Espero encontrar el amor de Dios en cristianos del mundo entero y ver la fuerza de la fe y la animación de una Iglesia que está viva en el mundo todo» dice Paula.