AMBON, 10 julio (ZENIT.org).- «Antes de ir a combatir la guerra santa, bebemos agua bendita por Allah y le pedimos que nos de fuerza a través de esta agua: nos ayudará a no quedar muertos o heridos en la batalla». Abubakar Wahid hace estas declaraciones al enviado de la BBC.
Su base es un pequeña isla volcánica, Tidore, no lejos de Hamamera. Dice tener una milicia de 30.000 hombres, decididos a vengar cada ataque que los cristianos lancen contra los musulmanes. Está convencido de que los enfrentamientos de las Molucas han sido iniciados por los cristianos que, el pasado diciembre, atacaron una mezquita en Hamamera. La oleada de violencia que siguió, las aldeas saqueadas y quemadas, la ciega guerrilla de Ambon…, no es más que la venganza de los musulmanes: «Si los cristianos se rinden, estamos dispuestos a hacer la paz. Pero si siguen la lucha, nos veremos obligados a combatirlos».
El Laskar Jihad, un verdadero ejército de guerrilleros adiestrados y equipados con las armas más modernas, es una organización cuya red se extiende por toda Indonesia. Abubakar Wahid puede contar con refuerzos provenientes de Java, Sumatra y Aceh. Los guerrilleros, a pesar de que el estado de emergencia lo impida formalmente, se mueven libremente entre las islas. Wahid afirma que está en contacto con las otras fuerzas del Laskar Jihad en Yakarta y Ambon. Y junto a ellos diseña los ataques, estudiados en un despacho.
Cuando se le pregunta si tiene intención de desestabilizar al Gobierno de Yakarta por cuenta del depuesto Suharto afirma: «No hemos visto nunca a Suharto. Y ¿por qué debería ayudarnos? Tenemos ya tanto dinero que no tenemos necesidad de ayuda de nadie. Excepto de Dios».