CIUDAD DEL VATICANO, 14 julio (ZENIT.org).- Un aspirante a misionero mexicano, Alfredo González, de 28 años, que vive en Sudán con los Padres Blancos (Misioneros de África) para estudiar teología, fue secuestrado, interrogado, y torturado el 7 de julio, por miembros de la policía secreta de Sudán, informa la agencia de noticias misionera «Misna».
Los secuestradores reprocharon al joven mexicano el haber participado en la difusión de artículos publicados en el extranjero que no dan «una buena imagen» de Sudán y formularon amenazas para todos aquellos «que envíen noticias fuera del país».
Alfredo González estaba viviendo su noveno mes de experiencia misionera en el seno de la comunidad de los Padres Blancos en Hajj Yousif, al sur de la capital, Jartum. El 7 de julio, por la mañana, unos hombres le obligaron a subirse a su coche cuando se encontraba en el mercado. A continuación le pusieron una serie de preguntas en un inglés con acento estadounidense. Aprovechando una distracción de sus secuestradores, González logró llamar a través de su teléfono portátil al párroco de Hajj Yousif, Agustín Arteche. «Estoy con la policía secreta y no tengo mis documentos», le dijo.
Los cuatro secuestradores montaron en cólera y le vendaron los ojos, hablando entre ellos en árabe. Le llevaron a una casa, le ataron las manos y siguieron interrogándole. Tras hacerle comprender que conocían todos los movimientos que había hecho en las últimas semanas, le preguntaron: «¿Quién escribe esos artículos sobre Sudán?». Le hicieron beber agua, en la que con toda probabilidad habían disuelto droga, y a continuación le torturaron para sacarle informaciones.
Más tarde llevaron al joven mexicano a un lugar aislado y allí le dejaron en libertad, profiriendo amenazas en caso de que contara lo que le había sucedido. González tomó un taxi y se dirigió a la catedral de Jartum, desde donde le llevaron hasta su comunidad de Hajj Yousif. Ha presentado una denuncia ante la policía.
En Sudán, explica la agencia «Misna», existen varios cuerpos de policía secreta conocidos por su ferocidad y por su falta de escrúpulos. Algunos están controlados por los Ministerios del Gobierno, otros directamente por partidos políticos.