CIUDAD DEL VATICANO, lunes 26 de enero de 2009 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI recibió el pasado sábado en el Vaticano a los obispos de la Iglesia caldea, encabezados por el Patriarca Emmanuel III Delly, y les animó a «seguir dando valientemente testimonio» en medio de las dificultades, especialmente en Irak.
En un extenso discurso, el Papa quiso honrar especialmente a los cristianos iraquíes que sufren persecución: «Me descubro ante su coraje y su perseverancia frente a las pruebas y frente a las amenazas de que son objeto», afirmó.
Especialmente se mostró emocionado al recibir de mano de los obispos una capa pluvial y una estola, pertenecientes al arzobispo de Mosul, monseñor Paulos Faraj Rahho, y al padre Ragheed Aziz Ganni, ambos asesinados hace unos meses.
Para el Papa, «el testimonio que están dando del Evangelio es un sino elocuente de la vivacidad de su fe y de la fuerza de su esperanza».
Les animó a perseverar «con valor y esperanza» a pesar de la persecución. «La oración y la ayuda de vuestros hermanos en la fe y de numerosos hombres de buena voluntad en todo el mundo os acompañan, para que el rostro de amor de Dios pueda seguir brillando sobre el pueblo iraquí que tantos sufrimientos soporta».
«A los ojos del creyente, éstos, unidos a Cristo, se convierten en elementos de unión y esperanza. Igualmente la sangre de los mártires de esta tierra es una intercesión elocuente ante Dios» añadió.
En estos momentos difíciles, especialmente para la Iglesia caldea que es mayoritaria en este país, el Papa animó a los cristianos en primer lugar a dar testimonio de unidad entre sí, así como a perseverar para que la presencia cristiana se mantenga en el país, y en segundo lugar, a practicar la caridad con los más necesitados, sin distinción de religión o raza.
«Os animo vivamente a apoyar a los fieles para que superen las dificultades actuales y afirmen su presencia, apelando a las autoridades responsables para que reconozcan sus derechos humanos y civiles, incitándoles también a amar la tierra de sus antepasados, a la que permanecen profundamente ligados», afirmó.
Precisamente el testimonio de la caridad «desinteresada de la Iglesia», añadió, recabará hacia los cristianos «la expresión de solidaridad de todas las personas de buena voluntad». Por ello, pidió que el mayor número posible de fieles participe en el desarrollo de las obras caritativas de la Iglesia.
Testimonio de unidad
El Papa insistió también en la importancia de dar testimonio de unidad entre los cristianos, en un país en el que la Iglesia está dividida en varios ritos y costumbres distintas.
Especialmente, destacó el papel de la Iglesia caldea a la hora de fomentar la unidad. «Especialmente en Irak, la Iglesia caldea, que es mayoritaria, tiene una particular responsabilidad en promover a comunión y la unidad del Cuerpo místico de Cristo».
«En cada eparquía, las diversas estructuras pastorales, administrativas y económicas previstas por el derecho son para vosotros ayudas preciosas para llevar a cabo efectivamente la comunión en el seno de las comunidades y favorecer la colaboración».
También destacó el papel del patriarcado en la relación con otras confesiones cristianas, y sobre todo con la mayoría musulmana.
«Al mantener relaciones cordiales con los miembros de otras comunidades, la Iglesia caldea está llamada a jugar un papel esencial de moderación de cara a la construcción de una nueva sociedad donde cada cual pueda vivir en concordia y respeto mutuos», afirmó.
Subrayó también que los cristianos, «que viven en Irak desde siempre, son ciudadanos de pleno derecho con sus derechos y deberes, sin distinción de religión». «Hoy la Iglesia caldea, que tiene un lugar importante entre los diferentes componentes de vuestros países, debe continuar esta misión al servicio del desarrollo humano y espiritual», añadió.
Un tercer aspecto de esta unidad lo refirió a los fieles de la diáspora, a quienes instó a «estrechar los lazos con su Iglesia de origen», y también instó a los cristianos caldeos de otros países a acudir en socorro de sus hermanos iraquíes refugiados.
«Es indispensable que los fieles guarden su identidad cultural y religiosa y que los más jóvenes descubran y aprecien la riqueza del patrimonio de su Iglesia patriarcal», añadió.
Por Inma Álvarez