MANILA, martes 3 septiembre 2008 (ZENIT.org).- La Conferencia de los obispos católicos de Filipinas está llevando adelante una campaña de recogida de firmas contra el proyecto de ley del aborto que actualmente tramita el Parlamento de este país, y que se conoce como Reproductive Health Bill (RH).
Según informa L’Osservatore Romano en su edición de este martes, los obispos quieren llevar a los legisladores un documento de protesta contra este proyecto de ley, que pretende legalizar el aborto y el uso de anticonceptivos artificiales.
En este documento, que se dirige tanto a los creyentes como a los no creyentes, se rebaten los dos argumentos utilizados para llevar adelante esta ley, la libertad de la mujer y la lucha contra la pobreza.
«Los métodos contraceptivos, que se ofrecen como un elemento de mayor seguridad para las mujeres», son usados a menudo «como instrumentos de violación d ella dignidad de la persona, y se usan abundantemente en el comercio sexual», afirma el documento.
Por otro lado, la Pro-life Philippines Foundation ha realizado un estudio en el que muestra que «la tasa de fertilidad de la mujer no tiene relación directa con el nivel de riqueza de la nación».
Según los datos del National Statistics Office (NSO), los filipinos que viven por debajo del umbral de la pobreza han aumentado entre el 2003 y el 2005 un 2,6%, mientras que en el mismo periodo la tasa de fertilidad se redujo un 0,3%.
Según Marita F. Weasan, responsable de la Pro-life Philippines Foundation, «el menor incremento de la población no incide de hecho en la mejora de las condiciones de vida». De hecho, aunque no se aprobara la ley, se prevé que la tendencia es al menor aumento de la población, y está previsto que el nivel 0 se alcanzaría en el 2025.
Estos datos, afirma, «no justifican una campaña de control de la población con métodos artificiales, como prevé la ley».
Un año de polémica
En una carta fechada el 6 de octubre del año pasado, el arzobispo de Jaro y presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Angel Lagdameo, ya advertía que la Iglesia católica iba a oponerse contra este proyecto de ley.
El prelado reclamaba en aquella carta que el billón de pesos que el Gobierno pretende utilizar para difundir el uso de condones y píldoras anticonceptivas entre la población, se utilizara en cambio en proyectos para combatir la pobreza.
«Los métodos anticonceptivos y abortivos no son malos porque la Iglesia los prohíbe, sino que la Iglesia los prohíbe porque destruyen la capacidad de procreación dada al hombre por su Creador», advertía.
Monseñor Lagdameo criticaba el uso de cifras sobre crecimiento de la población utilizada por los defensores del aborto, mayor de la real, y también la afirmación de que «»la población debe ser controlada porque es la principal causa de la pobreza». «Hay otros factores más graves», añadía.
Los obispos y los grupos provida llevan a cabo desde hace meses campañas informativas a favor del uso de la planificación familiar natural como más «respetuosa con la dignidad de las familias» y con la «creencia mayoritaria de la población».
El pasado 15 de julio, los obispos anunciaron la excomunión de los políticos que apoyen el texto de la Reproductive Health Bill. El 25 del mismo mes, los obispos convocaron manifestaciones en todo el país en defensa de la vida.
Hace dos semanas, el 29 de agosto, Joel O. Jason, director del Departamento de Familia y Vida de la archidiócesis de Manila anunció que la Iglesia «iba a intensificar la campaña de recogida de firmas contra la ley», y que «organizaría movilizaciones nacionales si fuera necesario».
El 30 de agosto, los obispos volvían a manifestar su oposición al uso del condón para combatir el Sida, afirmando que las afirmaciones del Departamento de Salud (DOH) sobre la seguridad de su uso a la hora de combatir la propagación del Sida eran «falsas».
El próximo 8 de septiembre está previsto el lanzamiento de un DVD educativo con el título «Los ataques subliminales a la familia», que será distribuido en escuelas, parroquias, misiones y otras organizaciones eclesiales.
Por Inmaculada Álvarez