CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 5 diciembre 2007 (ZENIT.org).- Adviento, el período litúrgico de preparación para la Navidad, es tiempo para experimentar el amor de Dios, considera Benedicto XVI.
Fue la conclusión a la que llegó este miércoles en la audiencia general dedicada a presentar la figura de san Cromacio, quien a finales del siglo III e inicios del siglo IV fue obispo de Aquileya, enorme diócesis del norte de Italia, cuyo territorio llegaba hasta la actual Suiza, Baviera, Austria, Eslovenia y Hungría.
En su meditación, expuesta en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Papa hizo actuales algunos de los escritos de este obispo, considerado por san Juan Crisóstomo como uno de los tres más importantes de la Iglesia en occidente.
«Invoquemos al Señor con todo el corazón y con toda la fe –recomienda el obispo de Aquileya en un Sermón–, pidámosle que nos libere de toda incursión de los enemigos, de todo temor de los adversarios», leyó el Papa citando alguno de sus textos.
«San Cromacio nos recuerda que el Adviento es tiempo de oración, en el que es necesario entrar en contacto con Dios», constató el Papa.
«Dios nos conoce, me conoce, conoce a cada uno de nosotros, me ama, no me abandona. Sigamos adelante con esta confianza en el tiempo litúrgico recién comenzado», aseguró.
El Papa releyó esta recomendación de san Cromacio a sus fieles para recomendarles confianza en Dios en a oración: «Que no tenga en cuenta nuestros méritos, sino su misericordia, Él que también en el pasado se dignó liberar a los hijos de Israel no por sus méritos, sino por su misericordia. Que nos proteja con su acostumbrado amor misericordioso».
La intervención del Papa continúa con su serie de intervenciones sobre las grandes figuras de los orígenes del cristianismo que está ofreciendo en su tradicional encuentro con los peregrinos del miércoles.