En su tradicional mensaje con motivo de las fiestas, publicado este miércoles, reconoce que la situación es dramática: «La ocupación y la privación de la libertad, por un lado, el miedo y la inseguridad, por otro, se mantienen».
«Gaza sigue siendo una gran prisión, un lugar de muerte y de internos disensos palestinos. Incluso niños han sido asesinados», asegura.
«Y, todos, incluida la comunidad internacional, permanecen impotentes para encontrar las verdaderas sendas de paz y de justicia», denuncia.
«El miedo al futuro se extiende a toda la región: Irak, Líbano, Siria, Egipto, Jordania. Para todos, se está jugando el futuro. Con todo esto, el terrorismo mundial encuentra un alimento abundante en todas las llagas abiertas», añade.
«La vida en Belén y en los alrededores ha llegado a ser hoy muy difícil de soportar, a pesar de las numerosas iniciativas de solidaridad provenientes del exterior y del interior».
En esta situación, el patriarca se dirige a todos los palestinos e israelíes, incluidos los soldados y los jefes políticos, para asegurarles que «tienen un potencial de amor, de salvación y de vida».
«Pero para eso, hay que vivir una conversión: de la muerte a la vida, de la visión del otro como enemigo y homicida para verlo como hermano y dador de vida».
En particular, a los jefes políticos les pide escuchar la voz «de los oprimidos en esta tierra santa, la voz de aquellos que han pasado y de aquellos que están amenazados de muerte y humillación, aquellos a quienes ellos piensan que deben imponer la muerte o la humillación para asegurar la seguridad a la otra parte».
«Belén es la ciudad de la paz –afirma–. Y, sin embargo, en estos momentos es, desgraciadamente, exactamente lo contrario: una ciudad de disputa y muerte. La vida y la paz serían, por el contrario, fáciles y posibles, si los responsables tuviesen una voluntad sincera y decidida».
Según Su Beatitud Sabbah, «la salvación está en el acercamiento entre los dos pueblos, no en su separación. Allí está la salvación para los palestinos y para los israelíes, al igual que para toda la región».
«Los dos pueblos son capaces de vivir juntos en paz y tranquilidad. Entonces, la muerte, el homicidio, la venganza, el rechazo y el extremismo desaparecerán poco a poco en la medida en que no encuentren más alimento en la opresión, la ocupación, la pobreza y la humillación».