Cardenal Schönborn - CTV

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Card. Schönborn: “La misericordia es para todos, si hay verdad y arrepentimiento”

El arzobispo de Viena ha abierto el Congreso Apostólico Europeo de la Misericordia (Wacom), del que es presidente

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(ZENIT – Roma).- ¿La misericordia puede ser ejercitada solo por Dios o es accesible también a los hombres? A esta pregunta ha respondido al cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, en su intervención de apertura del Congreso Apostólico Europeo de la Misericordia (Wacom), del que es presidente, y que concluirá el 4 de abril.
El purpurado –indicó Radio Vaticano– partió de un episodio evangélico, la sanación del leproso por parte de Jesús, para lanzar la pregunta: “¿Es natural tener piedad de un leproso o es sobrenatural, comprensible solo por la gracia?”. Y añadió: “¿No es más misericordioso matar a un enfermo incurable en vez de la pasión, nacida del ideal judeocristiano, de conservar la vida a pesar del dolor?”.
Así, subrayó que el amor hacia el prójimo es “de voluntad firme” hasta tal punto de concedernos –en el acto de imitar a Jesús– superar la repulsión que provoca, en nuestras emociones, el encuentro con un leproso. Del mismo modo recordó que “la misericordia es concreta” ya que “no se refiere de alguna manera un poco a todos, sino a aquel que, aquí y ahora, necesita mi ayuda”.
El cardenal también advirtió que a veces se corre el riesgo de que la misericordia derive “del querer liberarnos de alguno”. Sucedió cuando los apóstoles querían liberarse de la multitud hambrienta, pero Jesús se conmueve y multiplica los panes. Entonces, “¿cómo distinguir entre la aparente misericordia de los apóstoles, que era una forma escondida de egoísmo, y la aparente severidad de Jesús que en realidad es el camino de su verdadera misericordia divina?”. Para responder a esta pregunta es necesario penetrar en el corazón del hombre, en lo que se llama “misterio de iniquidad”.
La esperanza regresa en la última reflexión del arzobispo de Viena: “¿hay misericordia también para los pecadores?”. La respuesta es afirmativa, siempre que haya “verdad y arrepentimiento” porque “nada endurece más un corazón que la propia justificación”, mientras “la justificación de uno mismo es el inicio de cualquier dureza de corazón con respecto a los otros”.
El ejemplo es la Cruz. “Jesús donó su vida por aquellos que lo mataron. Murió por causa de ellos, y aceptó su muerte por ellos. En vez de la venganza elige la misericordia”, porque “Dios no quería vencer nuestra falta de misericordia de otra manera que con un exceso de misericordia hacia nosotros”.
Finalmente, el cardenal precisó que este es “el núcleo de la fe cristiana: a quien no tiene misericordia, Él ha mostrado misericordia, ha perdonado a los pecadores, no ha impartido el castigo a los asesinos, sino que ha donado amor”.

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ZENIT Staff

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