(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Vivir siendo misericordiosos en las propias comunidades, conservando el celo del testimonio y anunciando la fraternidad evangélica desde todos los monasterios del mundo. Esto a través de un silencio elocuente que habla a la vida ruidosa y distraída el mundo.
Esto es en síntesis el mandato que el papa Francisco ha confiado a los abades benedictinos reunidos este jueves en el Vaticano, con motivo del congreso internacional de la Confederación de los Benedictinos y las Superioras Benedictinas, que se cada cuatro años se realiza en Roma.
“Vuestro congreso internacional –les dijo el Santo Padre– reviste en esta circunstancia un significado particular en el contexto del Jubileo de la Misericordia”.
Porque “si es sólo en la contemplación de Jesucristo que se capta el rostro de la misericordia del Padre, la vida monástica constituye una vía maestra para hacer tal experiencia contemplativa y traducirla en testimonio personal y comunitario” .
Esto en el mundo actual “que demuestra cada vez más claramente tener necesidad de misericordia, que no es un eslogan o una receta”. Sino que “es el corazón de la vida cristiana y al mismo tiempo su estilo concreto, el respiro que anima las relaciones interpersonales y vuelve atentos a los más necesitados y solidarios con ellos”.
“En este tiempo y en esta Iglesia –les indicó el Papa– llamada a mirar siempre más a lo esencial, los monjes y las monjas custodian por vocación un peculiar don y una especial responsabilidad: la de tener vivos los oasis del espíritu, donde pastores y fieles pueden recurrir a las fuentes de la divina misericordia”.
Y les aseguró que la “clausura no es estéril es más, es una riqueza y no un impedimento a la comunión” y que su labor “en armonía con la oración los hace partícipes de la obra creativa de Dios y los hace solidarios con los pobres que no pueden vivir sin trabajar”.
Finalmente el Santo Padre les invitó a no dejarse desalentar si los miembros de las comunidades monásticas disminuyen o envejecen, sino que conserven el celo de su testimonio aun en los países hoy más difíciles, con la fidelidad al carisma y el coraje de fundar nuevas comunidades. Y les reiteró: Vuestro servicio a la Iglesia es muy valioso. Porque “también en nuestro tiempo hay necesidad de hombres y mujeres que no antepongan nada al amor de Cristo”.
Francisco a los benedictinos: mantener vivos los oasis del espíritu y anunciar la misericordia de Dios
Audiencia a los participantes del congreso internacional de los abades benedictinos