(ZENIT-Roma).- Los misioneros salesianos en Vietnam abrieron en la capital Ho Chi Min, un taller en donde los jóvenes discapacitados aprenden el oficio de panadero, para dar un futuro a estos jóvenes que hasta ahora no tenían oportunidades de salir adelante.
Lo informó la agencia de noticias ANS, precisando que en Vietnam viven unos 7,5 millones personas con alguna discapacidad, más de 1,7 millones son menores de 18 años. Muchas de estas discapacidades son consecuencia del uso de armas químicas, como el Agente Naranja, durante la Guerra de Vietnam. Pero ahora en el país asiático se abren nuevas oportunidades: Ho Chi Min cuenta con 50 hoteles de cuatro y cinco estrellas, y miles de restaurantes con propuestas gastronómicas muy interesantes.
Lo informó la agencia de noticias ANS, precisando que en Vietnam viven unos 7,5 millones personas con alguna discapacidad, más de 1,7 millones son menores de 18 años. Muchas de estas discapacidades son consecuencia del uso de armas químicas, como el Agente Naranja, durante la Guerra de Vietnam. Pero ahora en el país asiático se abren nuevas oportunidades: Ho Chi Min cuenta con 50 hoteles de cuatro y cinco estrellas, y miles de restaurantes con propuestas gastronómicas muy interesantes.
Francis Van Hoi es un vietnamita afincado en Alemania, es alumno de los Salesianos y con estrechos lazos con su país. Siempre preocupado por la juventud de Vietnam y su falta de oportunidades, ha hecho realidad un sueño. Gracias a su apoyo y al de otras organizaciones, ha conseguido abrir una panadería-escuela, donde jóvenes con discapacidad pueden aprender el oficio y, sobre todo, abrirse una oportunidad de salir adelante.
La escuela-panadería se ha abierto este verano, pero ya estaba funcionando en la ciudad una escuela de cocina y restauración para jóvenes vulnerables, que ofrece una formación de alta calidad para sus alumnos. “Siempre tenemos muchas consultas de empresas y hoteles que confían en nuestra formación, que no sólo es de un oficio; también atendemos de manera integral a los alumnos, les formamos en protocolo, civismo, higiene…”, explica el señor Van Hoi.
De esta manera, también el pan se convierte en una esperanza para el futuro de los jóvenes vietnamitas.
La escuela-panadería se ha abierto este verano, pero ya estaba funcionando en la ciudad una escuela de cocina y restauración para jóvenes vulnerables, que ofrece una formación de alta calidad para sus alumnos. “Siempre tenemos muchas consultas de empresas y hoteles que confían en nuestra formación, que no sólo es de un oficio; también atendemos de manera integral a los alumnos, les formamos en protocolo, civismo, higiene…”, explica el señor Van Hoi.
De esta manera, también el pan se convierte en una esperanza para el futuro de los jóvenes vietnamitas.