(ZENIT – Roma, 19 Jun. 2017).- El proceso de canonización tiene diversas etapas: cuando se abre la investigación sobre la personas propuesta, ella pasa a ser Siervo de Dios. La primera parte es un proceso diocesano. Concluida esta etapa el caso pasa a Roma.
Después cuando se comprueba que practicó las virtudes en grado heroico pasa a ser venerable. Es una comisión de cardenales quienes confirman o menos que las haya practicado.
Aquí se necesita un primer milagro por la intercesión del candidato para que pueda se nombrado beato, y un segundo milagro para ser canonizado, o sea nombrado santo. Para confirmar el milagro lo debe aprobar una comisión médica y también la aprobación una comisión de cardenales y el placet del Papa.
Una vez nombrado beato, para la canonización los cardenales reunidos en consistorio presentan el caso al Papa, que deberá dar el placet o menos, y fijar la fecha para la ceremonia de canonización.
En cambio cuando se establece que es un mártir, o sea que murió por odio a la fe, no es necesario que llegue a ser venerable, porque la sangre ‘lava cualquier imperfección’. El mártir pasa directamente a beato y después a santo, cuando se registran los dos milagros debidamente comprobados.
El Vaticano visto desde el río Tevere (Foto ZENIT cc)
El Proceso de canonización y sus etapas
Siervo de Dios, venerable, beato y santo son los diversos pasos