(ZENIT – 4 Sept. 2017).- «Enseñar y ayudar al diálogo entre jóvenes y ancianos» es la recomendación que ha dado el papa Francisco a los miembros de la Comunidad Católica Shalom. «Ellos tienen la sabiduría, y ellos, más aun, tienen necesidad de que les golpees el corazón para que te den la sabiduría», ha dicho de los ancianos.
El Papa ha recibido en audiencia esta mañana, 4 de septiembre de 2017, a los miembros de la Comunidad Católica de Shalom para conmemorar los 35 años de su fundación y les ha concedido la indulgencia plenaria coincidiendo con la peregrinación a Roma.
En el encuentro, celebrado en la Sala Pablo VI, ha participado Moysés Azevedo, quien fundó la Comunidad ofreciendo su vida por la evangelización de los jóvenes ante el entonces papa Juan Pablo II, en 1982.
A continuación, ofrecemos el texto completo de las palabras que ha dirigido el papa Francisco a los miembros de la Comunidad Shalom tras escuchar los testimonios de jóvenes: Juan, Justine y Matteus.
Palabras del Papa
Muchas gracias por los testimonios. Pregunté si podía hablar en español (gritos y aplausos) y no en italiano porque así me puedo expresar mejor, pero hablando en español se habla un poco de «portuñol» y un poco «cocoliche», que es italiano y español junto, así que con el español nos arreglamos.
Juan, encontraste en la oración el sentido de tu vida. En la vida fraterna, en comunidad y en la evangelización, o sea rezando, compartiendo y evangelizando te diste cuenta de que tu vida tenía un sentido. Fíjate que los tres verbos que usaste para explicar esto son verbos de movimiento, de salir de vos mismo. Saliste de vos mismo en la oración para encontrarte con Dios, saliste de vos mismo en compartir la fraternidad para encontrarte con los hermanos, y saliste de vos mismo para ir a evangelizar, para dar una buena noticia, y la buena noticia es la misericordia en un mundo marcado por la esperanza y por la diferencia.
Es curioso, la misericordia es algo absoluto, vos no «podés» hablar de la misericordia solamente, la «tenés» que testimoniar, la «tenés» que compartir, la «tenés» que enseñar saliendo de vos mismo, para hablar de misericordia hay que poner la carne sobre el asador, sino no se entiende. Ese testimonio de no estar encerrado en uno mismo, en los propios intereses, sino en salir, salir buscando a Dios, no es fácil buscar a Dios, es todo un camino… Salir compartiendo con los demás, no jugando al nene privilegiado a quien le regalan todos los juguetes y todo para él, y salir para contarles a los demás que Dios es bueno y que Dios te está esperando aun en los peores momentos de la vida. Y ese es quizás el mensaje de la misericordia que uno puede dar, ¿no?
«Acordate» del pasaje del hijo que vuelve a la casa, Lucas, capítulo 15. Hay una frase que dice que «El padre lo vio venir de lejos». Se había ido algunos años antes, lo que le llevó gastar toda la plata que tenía, lo vio venir de lejos, eso a mí me hace pensar que ese padre todos los días y quizás a cada rato subía a la terraza a ver si el hijo volvía. Así es Dios con nosotros, aun en los peores momentos de pecado, aun en los momentos difíciles y sigue el Evangelio: Y el padre, al verlo de lejos, se conmovió, con ese verbo que e hebrero significa «se le removieron las entrañas», esas entrañas paternas y maternas de Dios.
«Y salió corriendo y se le tiró al cuello», ese hijo estaba en el peor de los pecados, en la pero de las situaciones y cuando dijo voy a mi padre, el padre ya lo estaba esperando. Esa es la misericordia. No desesperar nunca. Además, parece que nuestro Dios tiene una especial predilección por los pecadores, incluso los de pura sangre, los peores, nos espera. Así que yo te sugeriría eso, seguís saliendo de vos mismo, y «hacele» entender a todos que siempre hay un Padre que nos espera con cariño y con ternura al primer paso que nosotros queramos dar. Eso es lo que se me ocurre decirte. Gracias.
¡Rompan el espejo!
Justine, vos recibiste el Bautismo en el Jubileo de la Misericordia, lindo. Vos te diste cuenta que el haber encontrado a Dios te llevó a despojarte, salir de estar centrado en sí mismo, hacia fuera, hacia la alegría de vivir por Dios y para Dios.
Una de las cosas, acá son todos jóvenes, e incluso ustedes, que son jóvenes en la segunda vuelta, son todos jóvenes, jóvenes de la segunda etapa. Una de las cosas que caracteriza la juventud y la eterna juventud de Dios, porque Dios es eternamente joven, es la alegría, la «gioia», la alegría. A la alegría se opone la tristeza, una tristeza que es precisamente de lo que vos saliste, vos saliste de algo que produce tristeza, que es estar centrado en uno mismo, la autoreferencialidad. Un joven que se mete en sí mismo, que vive solamente para sí mismo, termina (y espero que entiendan el verbo porque es un verbo argentino) termina «empachado» de autorreferencialidad, es decir, lleno de atuorreferencialidad.
Hay una imagen que me viene ahora, esta cultura que nos toca vivir, como es muy egoísta, muy así (hace un gesto con las manos) de mirarse a sí mismo, tiene una dosis muy grande de narcisismo, de ese estar contemplándose a sí mismo, y por lo tanto ignorar a los demás. El narcisismo te produce tristeza porque «vivís» preocupado de maquillarte el alma todos los días, de aparecer mejor de lo que «sos», de contemplarte si «tenés» una belleza mejor que la de los demás, es la enfermedad del espejo. Jóvenes, ¡rompan el espejo! no se miren al espejo, porque el espejo engaña.
Miren hacia fuera, miren hacia los demás, escapen de este mundo, de esta cultura que estamos viviendo a la que vos hiciste referencia, que es consumista y narcisista, y si algún día quieren mirarse en el espejo, les doy un consejo: ¡Mírense al espejo para reírse de sí mismos! hagan la prueba un día, miren y empiecen a reírse de eso que ven ahí, se les va a refrescar el alma, saber reírse de sí mismo, eso da alegría y nos salva de la tentación del narcisismo. Gracias Justine.
Arraigos del corazón
Matteus, hablaste «portugués brasileiro», yo tengo que hacerte una pregunta: ¿Quién es mejor? ¿Pelé o Maradona? (Todos se ríen) Por mucho tiempo pasaste por el túnel de la droga, y es uno de los instrumentos que tiene la cultura en la cual vivimos para dominarnos, y es por otro lado, como una necesidad que nosotros tenemos para hacernos sutiles, invisibles a nosotros mismos, como si fuéramos de aire.
La droga nos lleva a negar todo lo que tenemos de arraigo, de arraigo carnal, de arraigo histórico, de arraigo problemático, todo lo que sea arraigo, te quita la raíz y te hace vivir en un mundo sin raíces, desarraigado de todo: desarraigado de proyectos, desarraigado del presente, desarraigado de tu pasado, de tu historia, desarraigado de tu patria, de tu familia, de tu amor, de todo. Uno vive en un mundo sin ningún arraigo, y ese es el drama de la droga, jóvenes totalmente desarraigados, sin compromisos reales, es decir, sin verdaderos compromisos de carne, porque en la droga ni tu propio cuerpo sentís.
Y después de haber pasado por esa experiencia de invisibilidad, y después de haber vuelto a tomar conciencia, te diste cuenta de todos los arraigos que hay en el corazón. Yo le pregunto a cada uno de ustedes: ¿son conscientes de todos los arraigos que hay en el corazón? ¿Son conscientes de sus raíces? ¿Son conscientes de sus amores?¿Son conscientes de sus proyectos?¿Son conscientes de la capacidad creativa que tienen? ¿Son conscientes de que son poetas en este universo para crear cosas nuevas y lindas?
Salir de la droga es ir tomando conciencia de eso, testimonio de uno que viene, por eso nos pone esta pregunta que yo os acabo de hacer, cada uno que se responda: ¿Yo soy consciente de tener los pies sobre la tierra, con todo lo que significa de arraigo histórico, social, de arraigo de sabiduría, de amor, de proyectos, de capacidad creativa? Y vos, queréis corresponder al plan de Dios y te das cuenta de que para ti es consolar los dolores de la humanidad y «decís» que en este camino sinodal «querés», que en este camino sinodal todos tenemos que discernir nuestra vocación, como vos decís, para ver que nos quiere decir el Señor en vistas a una misión.
Dar gratuitamente
Yo lo voy a decir con una sola palabra, que no es mía: Dar gratuitamente. Si vos estás acá, si nosotros estamos acá es porque gratuitamente nos trajeron acá. Por favor demos gratuitamente lo que hemos recibido. Dar gratuitamente lo que hemos recibido. Y dar gratuitamente te llena el alma, te des-comercializa, te hace magnánimo, te enseña a abrazar y a besar, te hace sonreír, te desata de todo interés de tipo egoísta, da gratuitamente lo que gratuitamente recibiste. Esa es la enseñanza que Él nos está invitando a hacer ¿De acuerdo?
Los miembros de Comunidad Shalom responden: Siiiiiii. El Papa dice: Ay Dios mío, ¡como están! Parece que yo en vez de darles ánimos, les estoy dando un calmante nervioso para dormirlos. (Los jóvenes gritan y silban, el Papa y todos se ríen).
Los más adultos, los más antiguos de la Comunidad Shalom, ¿qué tienen que hacer? ¿qué servicios nos está pidiendo hoy este mundo, este carisma, esta comunidad? ¿qué servicio? Aquí hay una cosa que está lindo, los más antiguos y los más jóvenes. El servicio que se les pide es el diálogo, el diálogo entre ustedes, pasar la antorcha, pasar la herencia, pasar el carisma, pasar la vivencia interior de ustedes, pero quiero ir más allá y uno de los desafíos que hoy este mundo nos pide es el diálogo entre los jóvenes y los ancianos, y en esto me baso en el testimonios de ustedes.
Diálogo entre los jóvenes y los ancianos
«Sí, padre, ya se lo oímos decir», y me lo van a escuchar decir varias veces más. Diálogo entre los jóvenes y los ancianos. Los jóvenes necesitamos escuchar a los ancianos, y los ancianos necesitamos escuchar a los jóvenes. «¿Y yo qué voy a hacer?» puede preguntar un joven, «¿qué voy a hacer, hablar con un anciano…? que aburrido va a ser eso».
Yo tengo la experiencia de haberlo visto muchas veces en la otra diócesis, ir con grupos de jóvenes, por ejemplo a una casa de reposo, a un asilo y tocar la guitarra a los ancianos, y bueno, sí, tocan la guitarra… y después empieza el diálogo espontáneo, se da, nace solo, y los jóvenes no se quieren ir de ahí, porque de los ancianos sale sabiduría, pero una sabiduría que les llega al corazón y los empuja a ir adelante.
Los ancianos, para ustedes jóvenes, ¡los ancianos no son para guardarlos en el ropero! los ancianos no son para tenerlos escondidos, los ancianos están esperando que un joven vaya y los haga hablar, que los haga soñar y ustedes, jóvenes, necesitan recibir de esos hombres y de esas mujeres esos sueños, esas ilusiones que los hagan revivir.
Esa sería mi respuesta a la experiencia que los más antiguos en diálogo con los más jóvenes del Movimiento Shalom tendrían que hacer: Enseñar y ayudar al diálogo entre jóvenes y ancianos. «Sí, yo hablo con mi mamá, con mi papá…». No, tu mamá y tu papá no son ancianos, «hablá» con tu abuelo y tu abuela, o sea, una generación más alta. Ellos tienen la sabiduría, y ellos más aun, tienen necesidad de que les golpees el corazón para que te den la sabiduría, y esa sería la recomendación que yo les doy.
Anímense, anímense a ese diálogo, ese diálogo es promesa para el futuro, ese diálogo nos va a ayudar a ir adelante. No sé si respondí tu pregunta, muy bien, gracias.
No sé como sigue el programa ahora… pero me quedó una duda al final de la última pregunta, en el diálogo jóvenes y ancianos: Moisés, ¿es joven o anciano?. (Risas y aplausos)
35ª Aniversario Comunidad Católico Shalom © L´Osservatore Romano
El Papa a la Comunidad Shalom: "Diálogo entre jóvenes y ancianos"
35º aniversario de la fundación de Comunidad Shalom