(ZENIT-10 Sept. 2017). El Papa Francisco vislumbra un “nuevo comienzo” para Colombia. Y da la clave: “permaneced en Dios”. Rechazando por ejemplo “la tentación de darlo todo por perdido”. Evoca también el beneficio de actitudes tan diferentes como la oración de adoración y “el gusto por los estudios”!.
El Papa Francisco habla así a Colombia, desgarrada por más de 50 años de conflicto, con su cortejo de desplazados (7 millones), de muertos, de heridos, de mutilados: un millón. En algunas familias tres generaciones se vieron afectadas: han perdido, año tras año, un padre, un marido, hijos, asesinados por la guerrilla o por las formaciones paramilitares.
El Papa Francisco de alguna manera ha querido transmitir el secreto de la alegría cristiana en el encuentro con los obispos, los sacerdotes, los consagrados y los seminaristas, y sus familias, el sábado 9 de septiembre de 2017, a las 16h (23 horas en Roma), en el centro “La Macarena” de Medellín.
El Papa ha mencionado, comentando el Evangelio de Juan leído al comienzo del encuentro, los medios a desarrollar para “permanecer”: “permanezcamos tocando la humanidad de Cristo”: “permanezcamos contemplando su divinidad”. Y la consecuencia: “Hay que permanecer en Cristo para vivir en la alegría”.
El discurso del Papa es un pequeño tratado de vida espiritual “para todos”.
La mirara de Cristo
Primer punto para “permanecer”: “tocar la humanidad de Cristo”. El Papa explica lo que él entiende por esto, evocando-como hace a menudo-la “mirada” de Cristo y también sus “sentimientos”: “Por la mirada y sentimientos de Jesús, que contempla la realidad, no como un juez, sino como el buen samaritano; que reconoce los valores del pueblo con el cual camina, así como sus heridas y pecados; que descubre el sufrimiento silencioso y se conmueve ante las necesidades de las personas, sobre todo cuando estas se ven avasalladas por la injusticia, la pobreza indigna, la indiferencia, o por la perversa acción de la corrupción y la violencia.
Pero el Papa une siempre la acción y la contemplación. Hizo hincapié en que se debe realizar también los “gestos” de Jesús: “Por los gestos y las palabras de Jesús, que expresan el amor hacia aquellos que están cerca y la búsqueda de aquellos que están lejos; la ternura y la firmeza en la denuncia del pecado y el anuncio del Evangelio; la alegría y la generosidad en el compromiso y el servicio sobre todo en favor de las personas más frágiles”.
Despertar el gusto por el estudio
La humanidad de Jesús, y también su divinidad. El Papa Francisco hace una segunda recomendación: “Permanecemos contemplando su divinidad”. Ha invitado especialmente a la oración de adoración”: “adorar”.
Primeramente ha invitado a ….estudiar! Es necesario, dice, despertar “el gusto de los estudios”: “despertando y sosteniendo la admiración por el estudio que acrecientan el conocimiento de Cristo porque, como recuerda San Agustín, no se puede amar a quien no se conoce (cf. La Trinidad, Libro X, cap. I, 3).
Frecuentar asiduamente la Biblia: “Privilegiando para ese conocimiento el encuentro con la Sagrada Escritura, especialmente el Evangelio, donde Cristo nos habla, nos revela su amor incondicional al Padre, nos contagia la alegría que brota de la obediencia a su voluntad y el servicio a los hermanos”.
Amar a Cristo y la Biblia
El Papa comenta a San Jerónimo: “Quién no conoce las Escrituras, no conoce a Jesús”. “Quién no ama las Escrituras, no ama a Jesús”. (cf. San Jerónimo, Prólogo al comentario del profeta Isaías: PL 24, 17) ¡Consagremos tiempo en una lectura orante de la Palabra! En auscultar en ella qué quiere Dios para nosotros y nuestro pueblo” ha exhortado el Papa invitando a cada uno a interrogarse sobre su tiempo cotidiano con la Palabra de Dios.
Para que este estudio-no cualquiera-nos ayude a comprender la realidad con la mirada de Dios: “Que todos nuestros estudios nos ayuden a ser capaces de interpretar la realidad con los ojos de Dios; que no sea un estudio evasivo de los aconteceres de nuestro pueblo, que tampoco vaya al vaivén de modas o ideologías. Que no se alimente de nostalgias ni quiera encorsetar el misterio; que no quiera responder a preguntas que ya nadie se hace y dejar en el vacío existencial a aquellos que nos cuestionan desde las coordenadas de sus mundos y sus culturas”.
La oración, fundamento de la vida cristiana
El Papa ha indicado también el “fundamento” de la vida cristiana: la oración. Una oración de adoración también, silenciosa: “Permaneced [en Él] y contemplar su divinidad haciendo de la oración un elemento fundamental de nuestra vida y de nuestro servicio apostólico. La oración nos libera del lastre de la mundanidad, nos enseña a vivir de manera gozosa, a elegir alejándonos de la superficialidad, en un ejercicio de verdadera libertad. La oración nos saca de estar centrardos en nosotros mismos, escondidos en una experiencia religiosa vacía y nos lleva a ponernos con docilidad en las manos de Dios para realizar su voluntad y hacer eficaz su proyecto de salvación. Y en la oración, adorar. Aprender a adorar en silencio.
La reconciliación y la misericordia
El Papa ha recordado que la obra de reconciliación – uno de los grandes temas de su viaje apostólico a Colombia – es primero la acción de Dios en cada uno: “Seamos hombres y mujeres reconciliados para reconciliar. Haber sido llamados no nos da un certificado de buena conducta e impecabilidad; no estamos revestidos de una aureola de santidad”. Ha dicho el Papa saludado por un torrente de aplausos.
Y ha ido más lejos poniendo el acento en el Jubileo de la Misericordia: “Todos somos pecadores, todos necesitamos del perdón y la misericordia de Dios para levantarnos cada día. Él arranca lo que no está bien y hemos hecho mal, lo echa fuera de la viña, lo quema. Nos deja limpios para poder dar fruto.”.
“Así es la fidelidad misericordiosa de Dios para con su pueblo, del que somos parte. Él nunca nos dejará tirados al borde del camino, nunca. Dios hace de todo para evitar que el pecado nos venza y que después nos cierre las puertas de nuestra vida a un futuro de esperanza y de gozo”, ha afirmado el Papa.
¡No! A los apóstoles amargados
Él ha venido sobre esta “alegría” cristiana a la que ha consagrado una exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi [Exhortación apostólica de Pablo VI] en 2013: “ Hay que permanecer en Cristo para vivir en la alegría”
“Si permanecemos en él, su alegría estará en nosotros. No seremos discípulos tristes y apóstoles amargados”, ha afirmado el Papa que tiene el don de la fórmula eficaz.
“Al contrario, ha continuado, reflejaremos y aportaremos la verdadera alegría, el gozo pleno que nadie nos va a poder quitar, difundiremos la esperanza de nuestra vida nueva que Cristo nos ha traído. La llamada de Dios no es una carga pesada que nos roba la alegría. Dios no nos quiere sumidos en la tristeza y en la fatiga que viene de las actividades mal vividas, sin una espiritualidad que haga feliz nuestra vida y aun de nuestras fatigas”.
La cuestión es también el anuncio de la Buena Nueva: “Nuestra alegría contagiosa tiene que ser el primer testimonio de la cercanía y del amor de Dios. Somos verdaderos dispensadores de la gracia de Dios cuando transparentamos la alegría del encuentro con Él”.
Un nuevo comienzo
Teniendo en cuenta las heridas que el país está tratando de curar, el Papa ha afirmado una vez más que la historia humana está en las manos de un Dios bueno, partiendo de los textos bíblicos: “En el Génesis, después del diluvio, Noé planta una viña como signo de un nuevo comienzo; al final del Éxodo, a aquellos a los que Moisés envió a inspeccionar la tierra prometida volvieron con un racimo de uvas, signo de esta tierra donde mana la leche y la miel. Dios ha puesto su mirada sobre nosotros, sobre nuestras comunidades y sobre nuestras familias. El Señor ha puesto su mirada sobre Colombia: vosotros sois el signo de este amor de predilección”.
El Papa Francisco ha anunciado un “nuevo comienzo” para la nación, cuya historia está marcada ahora por acuerdos de paz con la guerrilla de las FARC y el cese del fuego unilateral declarado por los rebeldes del ELN: “Nos vuelve a ofrecer todo nuestro amor y servicio en unión con Jesús, nuestra viña. Y de ser la promesa de un nuevo comienzo para Colombia, que deja atrás los diluvios de desacuerdo y de violencia, que quiere dar mucho fruto de justicia y de paz, de encuentro y de solidaridad”.
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© Traducción para ZENIT, Raquel Anillo
Colombia: no ¡a la tentación de “darlo todo por perdido”
El Papa vislumbra un “Nuevo comienzo”