Allí­ donde reposan los mártires

Los cementerios cristianos hipogeos contados por Fabrizio Bisconti, director de las Catacumbas para la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra

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En las entrañas de la Ciudad Eterna, protegidos de un caos que llega a narcotizar el oído, hay lugares donde el que habla es el silencio. Habla con toda su fuerza ensordecedora, especialmente cuando se dirige al corazón y cuenta historias de hombre y mujeres que perdieron la vida por defender el propio credo religioso. Es el mundo subterráneo de las catacumbas, donde encontraron sepultura algunos pontífices y los primeros cristianos. ZENIT ha profundizado el argumento con Fabrizio Bisconti, director de las catacumbas para la Pontifica Comisión de Arqueología Sacra.

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¿Cuáles son los orígenes de las catacumbas?
–Bisconti: Las catacumbas, entendidas como cementerios cristianos hipogeos, nacen en roma entre finales del siglo II e inicios del siglo III, en el pontificado de Zefirino (199-217), que dio el encargo a Calisto -entonces diácono, después elegido Papa (217-222)- de supervisar el cementerio de la vía Appia. Aquí encuentran sepultura algunos pontífices del siglo III, entre los que está Sixto II, asesinado durante la persecución de Valeriano el 6 de agosto de 258. Las catacumbas inauguran un sistema funerario original, en cuanto que son cementerios exclusivos donde son sepultados los fieles pertenecientes a la comunidad cristiana, como en un abrazo fraterno.

¿Cómo ha cambiado su función a lo largo del tiempo?
–Bisconti: Con la sepultura de los mártires, las catacumbas mantienen su función funeraria, pero asumen también un rol devocional, en cuanto los peregrinos (primero procedentes del hinterland romano y después de todo el mundo cristiano) se dirigen a venerar las tumbas santas en el dies natalis (día de la muerte) del mártir para rezar y para comer una simbólica comida fúnebre (refrigerium). En la alta edad media, las catacumbas pierden su función funeraria y mantienen únicamente la de la veneración.

¿Se calcula cuántos mártires cristianos fueron sepultados en estos cementerios hipogeos durante las persecuciones?
–Bisconti: Los mártires romanos, de los que tenemos noticia por las fuentes y los testimonios arqueológicos, se podría decir que un centenar; pero muchos de ellos se escapan de las fuentes y la memoria devocional.

Fueron muchos los mártires de los que no se sabe nada o muy poco. De muchos otros, sin embargo, tenemos más información sobre su nombre e historia, como por ejemplo san Sebastián o santa Inés. En su opinión, ¿cuál es la catacumba más rica de encanto, quizá porque contiene los restos de un santo ilustre o porque cuenta con innumerables reliquias de desconocidos?
–Bisconti: El complejo más interesante es seguramente el de san Calisto, que tiene mártires ilustres como Sixto II, ya mencionado, pero al que están unidos los nombre de mártires envueltos en la fabulación legendaria, y sin embargo muy amados por los fieles, como santa Cecilia y san Tarcisio.

Solo en Roma se han encontrado unas sesenta catacumbas. ¿Cuáles son las más visitadas y cuáles las más antiguas  presentes en el territorio romano? ¿Y en Italia?
–Bisconti: Las catacumbas romanas más visitadas y abiertas al público son los de san Calisto y san Sebastián en la vía Appia; de Domitila en la vía Ardeatina; la de santa Inés en vía Nomentana; la de Priscila en la vía Salaria. Las catacumbas más antiguas son las de san Sebastiano, de san Calisto, di Domitila, de Priscila, de Calepodio, de Pretextato, de Novaziano, de santos Pedro y Marcelino y de santa Inés. En Italia debemos recordar: las catacumbas de san Genaro en Nápoles, de san Juan en Siracusa, de san Antioco en Cerdeña, de santa Caterina y san Mustiola en Chiusi, de san Senador en Albano, de santa Cristina en Bolsena.

Estos cementerios se caracterizan también por la presencia de un arte pictórica narrativa y simbólica. Por ejemplo, en las catacumbas de Priscila, en la vía Salaria en Roma, se conserva la imagen más antigua de la Virgen. ¿De cuándo es exactamente el fresco? ¿Cuáles son sus particularidades?
–Bisconti: La Virgen de Priscila es del 230-240. La pintura representa a la Virgen con el niño  (virgo lactans) con el profeta Balaam que señala las estrellas, para anunciar la llegada del Mesías.

¿Ha habido otros hallazgos que registran un antigüedad similar?
–Bisconti: Sí, por ejemplo, en el cementerio de Pretextato, en los mismos años (primera mitad del siglo III) podemos encontrar un fresco que representa la escena más antigua de la coronación de espinas.

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Laura Guadalupi

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