Cardenal Cipriani: El sacerdote tibio es el enemigo de la Iglesia

El arzobispo de Lima celebró en la Catedral la Misa Crismal de Jueves Santo

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“Si no aceptamos el compromiso serio de ser adoradores, rezadores y contempladores seríamos activistas de una ONG, como dice el Papa. Cuanta más actividad tengas, más oración; cuanto más compromiso con las periferias, más compromiso con el Santísimo Sacramento; cuanto más apostolado y trabajo en zonas alejadas, más intimidad con el Señor”. Son palabras del cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, en la Misa Crismal que presidió este jueves, 17 de abril, en la Catedral de la capital de Perú, en la concelebración todos los sacerdotes de la arquidiócesis.

En la homilía, el purpurado animó a los sacerdotes a no caer en la tibieza del espíritu que  impulsa a ser perezosos y recomendó cultivar la amistad con el Señor en la oración diaria. “La Iglesia, dice el Papa, necesita el pulmón de la oración sincera de sus sacerdotes. El sacerdote tibio es el enemigo de la Iglesia, y el que vive y no corrige al sacerdote tibio es el cómplice del enemigo de la Iglesia. Hay que dar testimonio con nuestra propia vida. Y es necesario que seamos humildes porque solo con esa humildad podremos entender esa grandeza inmerecida pero grandiosa”, afirmó el cardenal de Lima.

Asimismo señaló que “la contemplación es fundamental cuando la Iglesia se empeña en ese fervor misionero. El misionero en primer lugar debe convencerse de tener buenos ratos junto al Señor. Y me contestarán: no hay tiempo cardenal. Pues es la muerte de la Iglesia. Sí tiene que haber tiempo. Hay que saber organizar una verdadera jerarquía en ese amor. Primero Dios”.  

El cardenal Cipriani, por otro lado, invitó a los sacerdotes a vivir con verdadero fervor eucarístico la celebración de la Santa Misa. Y del mismo modo pidió que «cuidemos la celebración de la Eucaristía, viviendo las rúbricas con un recogimiento interior y exterior. Dice el Papa Francisco: Si no afirmamos y renovamos diariamente esta realidad, corremos el peligro de vaciar de contenido nuestra vocación y hacer un daño terrible a los designios de nuestro Redentor. Llevamos estos tesoros en vasos de barro”.

Para concluir la homilía, el arzobispo de Lima exhortó a los sacerdotes  a cultivar el amor limpio y lleno de ternura en tiempos que se vive tanta sensualidad en el mundo. “En estos tiempos de tanta sensualidad, de una vida blanda y floja, cultivemos el amor limpio, casto, lleno de ternura, permaneciendo siempre unidos y ayudándonos. El amor limpio y casto atrae e ilumina; pero hay que alimentarlo y cuidarlo. Nos dice el Papa: La falta de vigilancia hace tibio al pastor, lo hace distraído, olvidadizo, hasta intolerante. Lo seduce con la perspectiva de hacer carrera eclesiástica, con la adulación del dinero”, afirmó el cardenal.

Y añadió que “son tiempos en que hay que vivir especialmente bien la pobreza y la austeridad, porque sino el sacerdote que es tibio se vuelve perezoso y se puede transformar en un funcionario preocupado más de sí mismo que del verdadero bien del Señor”.

Además, quiso recordar que pronto veremos canonizado a Juan Pablo II a quien reconoció como un ejemplo de sacerdote, de ternura, de alegría y de apostolado.

Como indica el rito de la misa crismal, al finalizar la homilía, los más de 300 sacerdotes concelebrantes renovaron sus promesas de fidelidad a todos los compromisos sacerdotales que asumieron el día de su ordenación, manifestando su unidad y cercanía con el arzobispo de Lima. Y al igual que se hace en todas las catedrales del mundo el día de Jueves Santo, durante la misa, el cardenal consagró el Santo Crisma y bendijo los Santos Óleos de los Enfermos y de los Catecúmenos.

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ZENIT Staff

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