Cardenales, mayor disponibilidad para Cristo y para la comunidad

Benedicto XVI concelebró con los nuevos purpurados

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo 19 febrero 2012 (ZENIT.org).- A las 9,30 de este domingo, solemnidad de la Cátedra de San Pedro Apóstol, Benedicto XVI presidió, en la basílica vaticana, la concelebración eucarística con los nuevos 22 cardenales creados en el Consistorio de este sábado.

Al inicio de la santa misa, el prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos Fernando Filoni, primero entre los nuevos cardenales, dirigió al papa unas palabras de saludo y gratitud, en nombre de todos los purpurados.

El cardenal Filoni señaló que con esta llamada el papa les ha unido a él en el cumplimiento de “la suprema misión de principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad de la fe y de la comunión en la Iglesia”.

Los nuevos cardenales, dijo, “la catolicidad de la Iglesia de Cristo y la variedad de sus carismas”.

“La púrpura con la que hemos sido distinguidos nos recuerda –señaló- no tanto la grandeza de quien la llevaba como símbolo de poder y de dominio, sino el misterio profundo del sufrimiento de Jesús, que revestido por sus verdugos de un manto purpúreo y presentado así a la multitud por Pilatos, se humilló haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz”.

“También hoy en la Iglesia, por la fidelidad a su Señor, no faltan el martirio, las tribulaciones y las persecuciones en muchos de sus miembros”.

En la homilía, Benedicto XVI comentó la segunda lectura en la que el apóstol Pedro exhorta a los «presbíteros» de la Iglesia a ser pastores diligentes y solícitos del rebaño de Cristo.

“Estas palabras están dirigidas sobre todo a vosotros, queridos y venerados hermanos, que ya tenéis muchos méritos ante el Pueblo de Dios por vuestra generosa y sapiente labor desarrollada en el ministerio pastoral en diócesis exigentes, en la dirección de los dicasterios de la Curia Romana o en el servicio eclesial del estudio y de la enseñanza”, dijo el papa.

“La nueva dignidad que se os ha conferido quiere manifestar el aprecio por vuestro trabajo fiel en la viña del Señor, honrar a las comunidades y naciones de las cuales procedéis y de las que sois dignos representantes de la Iglesia, confiaros nuevas y más importantes responsabilidades eclesiales y, finalmente, pediros mayor disponibilidad para Cristo y para toda la comunidad cristiana”, subrayó.

Comentó el pasaje del Evangelio que presenta a Pedro expresando la propia fe fundada en Jesús, el Hijo de Dios y el Mesías prometido. Cristo revela “la misión que pretende confiarles, la de ser la «piedra», la «roca», el fundamento visible sobre el que está construido todo el edificio espiritual de la Iglesia”, añadió.

El papa se detuvo en comentar el significado de la Cátedra de Pedro, tal como está representada en la basílica vaticana, para dirigir luego una mirada al conjunto.

“Y veamos cómo está atravesado por un doble movimiento: de ascensión y de descenso. Es la reciprocidad entre la fe y el amor. La Cátedra está puesta con gran realce en este lugar, porque aquí está la tumba del apóstol Pedro, pero también tiende hacia el amor de Dios. En efecto, la fe se orienta al amor. Una fe egoísta no es una fe verdadera”.

“La verdadera fe es iluminada por el amor y conduce al amor, hacia lo alto, del mismo modo que el altar de la Cátedra apunta hacia la ventana luminosa, la gloria del Espíritu Santo, que constituye el verdadero punto focal para la mirada del peregrino que atraviesa el umbral de la basílica vaticana”. Y concluyó afirmando que “a cada cristiano y a nosotros, se nos confía el don de este amor: un don que ha de ofrecer con el testimonio de nuestra vida”.

Para leer la homilía completa del papa, entrar en: http://www.zenit.org/article-41525?l=spanish.

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ZENIT Staff

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