(ZENIT – 13 nov. 2019).- Los obispos de la Conferencia Episcopal de Chile piden, «por amor a nuestra patria», terminar con la violencia y exigen un “diálogo nacional sin exclusiones”.
Estas declaraciones forman parte de un mensaje titulado “¡Chile no puede esperar!”, publicado ayer, 12 de noviembre de 2019, en el marco de la reunión de la Asamblea Plenaria del episcopado, celebrada en Lo Cañas, Santiago.
Violencia en el país
La violencia continúa en las calles de Chile. Ayer tuvo lugar una jornada de paro nacional en la que, según el portal informativo La Tercera, se produjo la muerte de una persona por atropello, 19 ataques a cuarteles de carabineros a lo largo del país y 325 detenciones en los saqueos.
Así, en su mensaje, los obispos piden “con fuerza e insistencia que cese todo tipo de violencia, venga de donde venga» ante “las denuncias por violaciones a los derechos humanos, personas fallecidas, heridas, vandalismo, saqueos, destrucción de infraestructura pública y privada”.
Respeto y diálogo urgentes
Más adelante, apuntan: «¡El respeto y el diálogo son hoy una urgencia! En el actual escenario, en que se ha invitado a una amplia reflexión sobre una nueva Constitución, es imprescindible un diálogo nacional sin exclusiones, amplio, participativo y diverso, que no sólo integre a los actores políticos, sino también a todos los hombres y mujeres de buena voluntad; que involucre a los movimientos y organizaciones sociales y laborales, siguiendo el legítimo cauce institucional».
Y subrayan que “la amistad cívica, la justicia y el respeto a la institucionalidad son la condición esencial de la convivencia y de la reconstrucción del tejido social”.
Asimismo, recuerdan que «nuestra historia nos enseña el grave daño que el quiebre de la institucionalidad y la transgresión sistemática de la dignidad de las personas han dejado en muchos conciudadanos y en el alma de Chile».
Una sola familia
Por otro lado, los miembros del episcopado remarcan que «en esta hora compleja de nuestra historia, como hijos de Dios en esta tierra, como ciudadanos y pastores, humildemente apelamos a la generosidad de todos para anteponer a cualquier ambición personal o grupal el bien común de la patria, la que nos debiera congregar como una sola familia».
Y consideran que la amistad cívica, la justicia y el respeto a la institucionalidad son la condición esencial de la convivencia y de la reconstrucción del tejido social.
Tender puentes
Asimismo, remiten a la cita del profeta Isaías «¡El fruto propio de la justicia es la paz!», reiterando: «¡Chile no puede esperar! Todos tenemos que hacer nuestros mejores esfuerzos para derribar los muros que nos separan y tender los puentes que nos permitan encontrarnos y construir un pacto social que nos conduzca a un futuro con más justicia, con paz y dignidad, donde nadie se sienta excluido del desarrollo humano integral».
Finalmente, los prelados ponen a Chile en manos de la Virgen del Carmen, «sabiendo que ella nunca dejará de escuchar el clamor de su pueblo».