El cardenal Martino denuncia ante el mundo el drama de los niños soldados

Y reclama atención hacia las «guerras olvidadas» durante su visita pastoral a Uganda

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KAMPALA, lunes, 20 agosto 2007 (ZENIT.org).- «El drama de los niños-soldado no puede considerarse resuelto sencillamente porque hayan cesado las hostilidades en un país en el que hasta ayer estos menores estaban involucrados en acciones bélicas», ha alertado, desde Uganda, el presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz.

Durante su visita pastoral al país africano, a principios de mes, el cardenal Renato Martino no dudó en exhortar a una mayor implicación de la comunidad internacional para afrontar una emergencia que sigue siendo una «cuestión abierta» en muchos países en los que, celebradas negociaciones, no se ha logrado garantizar una adecuada reinserción de ex combatientes en la sociedad civil.

El purpurado no sólo denunció la tragedia de los jóvenes obligados a abrazar un fusil -informa el dicasterio que preside-, sino el hecho de que «mucha juventud, después de haber militado en las filas de la guerrilla, termine en las calles» mendigando, rebuscando en los desperdicios, «si no incluso en la prostitución».

De ahí que, en su opinión, para los antiguos niños soldados sea indispensable una movilización de las conciencias a fin de que puedan disfrutar de una sana educación y de un acompañamiento para insertarse plenamente en el mundo laboral.

En este sentido el purpurado recalca que los donantes internacionales deben hacer cuanto esté en su mano para garantizar financiación adecuada en proyectos de rehabilitación para los ex combatientes.

Por su parte, el distrito septentrional ugandés de Gulu recibió –el 6 de agosto– al cardenal Martino en visita pastoral, como estrecho colaborador de Benedicto XVI –especifica el dicasterio–, para la promoción de la paz y de la justicia en los campos de refugiados donde aún viven las víctimas de la sangrienta guerra civil que desde los años ochenta ha sembrado de muerte y destrucción el norte del país.

Desde allí alzó la voz por la sangre derramada en las llamadas «guerras olvidadas» africanas.

Acogido por el arzobispo de Gulu –monseñor John Baptist Odama–, el purpurado se dirigió a las autoridades civiles y religiosas, igual que a una multitud de fieles.

«Desde esta periferia del mundo, interpretando los sentimientos de Papa Benedicto XVI –dijo–, lanzo un llamamiento a todos los hombres y las mujeres de buena voluntad para que cesen cuanto antes todas las guerras, en la conciencia de que no existen conflictos de clase «A» o de clase «B»».

El purpurado –que hace tres años ya había visitado esa zona del país– tuvo palabras de reconocimiento por el empeño del gobierno de Kampala en su búsqueda de una solución pacífica a favor de la población civil, sobre todo la de los distritos de la etnia acholi, duramente probada por la guerra civil de los ochenta.

«Desde esta tierra, en la que por largo tiempo más de 30 mil niños han estado secuestrados por los rebeldes del «Ejército de Resistencia del Señor», me dirijo a cuantos permiten una degradación tal de la condición humana a fin de que tomen conciencia de su responsabilidad», expresó el cardenal Martino.

Y recordó que en 2006 la cifra de los mayores conflictos armados en el mundo se elevaba a 17, igual que el año precedente.

«Así que se necesita promover un renovado empeño por parte de la diplomacia internacional contra el recurso a la violencia» -reclamó-, impidiendo que ésta se alimente del tráfico ilícito de armas, de injusticias sociales, del desinterés del primer mundo y de «oscuros intereses económicos».

El llamamiento del purpurado se extiende, desde el país africano, a los profesionales de la información para que, con mayor vigilancia, hagan partícipe a la opinión pública de estas guerras, el peor escándalo del inicio del Tercer Milenio.

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ZENIT Staff

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