El cristiano debe construir puentes y no muros

El papa Francisco invitó a la valentía del testimonio ayer en la Misa en Santa Marta

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El papa Francisco habló ayer de la figura de Jesús como constructor de puentes y no de muros en la homilía de la mañana en Santa Marta. Se detuvo sobre la figura del buen evangelizador, abierto a todos, listo para escuchar a todos, sin exclusiones. Señaló que afortunadamente «ahora es un buen tiempo en la vida de la Iglesia: estos últimos cincuenta años, sesenta años, es un buen tiempo. Porque yo recuerdo que cuando era niño se oía en las familias católicas, también en la mía: ‘no, a su casa no podemos ir, porque no están casados por la Iglesia, eh’. Era como una exclusión. No, ¡no podía ir! o porque son socialistas o ateos, no podemos ir. Ahora, gracias a Dios, no, no se dice».

Sobre la figura del apóstol Pablo señaló que es importante el modo en el que anuncia a Jesucristo entre los adoradores de ídolos (Hch 17, 15. 22-18,1): «Él no dice: ¡idólatras, iréis al infierno! sino que busca llegar a su corazón; no condena desde el inicio, busca el diálogo: Pablo es un pontífice, constructor de puentes. Él no quiere convertirse en un constructor de muros». Del apóstol añadió que es valiente y que «esto nos hace pensar sobre la actitud de un cristiano. Un cristiano debe anunciar a Jesucristo de forma que Jesucristo sea aceptado, recibido, no rechazado», además «el anuncio de la verdad depende del Espíritu Santo».

Pero Pablo es también «consciente que debe evangelizar, no hacer prosélitos». La Iglesia «no crece en el proselitismo, Benedicto XVI nos lo ha dicho; sino que crece por atracción, por el testimonio, por la predicación». Por tanto, continuó el santo padre, «Pablo actúa así porque estaba seguro, seguro de Jesucristo. No dudaba de su Señor. Los cristianos que tienen miedo de hacer puentes y prefieren construir muros, son cristianos no seguros de su propia fe, seguros de Jesucristo. Y se defienden alzando muros».

Pablo enseña, concluyó Francisco, cuál debe ser el camino de la evangelización, a seguir con valentía. Y «cuando la Iglesia pierde esta valentía apostólica, se convierte en una Iglesia parada. Ordenada, bonita, todo bonito, pero sin fecundidad, porque ha perdido la valentía de ir a las periferias, ahí donde hay tantas personas víctimas de la idolatría, de lo mundano, del pensamiento débil». Y si se trata de frenar por el miedo de equivocarse es necesario pensar que uno puede levantarse y continuar hacia delante. «Los que no caminan por no equivocarse cometen un error más grave».

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ZENIT Staff

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