El diálogo interreligioso, valor emergente en Indonesia

Afirma el presidente de la Conferencia Episcopal monseñor Dogma

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ROMA, miércoles, 30 abril 2008 (ZENIT.org).- En Indonesia, el diálogo interreligioso es uno de los aspectos emergentes y ha sido presentado como modelo. De este y otros aspectos sociales y políticos ha hablado en una entrevista, publicada este miércoles por «L’Osservatore Romano», el presidente de la Conferencia Episcopal de Indonesia, monseñor Martinus Dogma Situmorang.

Sobre la situación política y social del país, monseñor Dogma afirma que existe un proceso democrático en curso: «El Gobierno ha sido elegido directamente por el pueblo, por primera vez en la historia. Hay mucha esperanza, por tanto, en la acción política, pero los residuos negativos del pasado en muchos campos, la mentalidad corrupta, los intereses económicos de los partidos, la inmensa vastedad de la nación y el número de la población demasiado elevado con todos los problemas anejos, exigen un gran esfuerzo».

Acerca del papel de la religión, el obispo indonesio subraya que «es capa de unir, de pacificar, de mover al conjunto de la gente. Pero la religión, como fe y como fuerza moral, no tiene lamentablemente mucha incidencia en la vida diaria de quienes mandan: esto se en sus comportamientos, no les gusta servir sino ser servidos y, por esto, hay mucha corrupción a todos los niveles». 

Aunque señala que «la religión es a veces manipulada con fines políticos, para crear leyes que discriminan a los ciudadanos».

El motivo de que Indonesia haya sido presentada como modelo de diálogo interreligioso está, en primer lugar, asegura monseñor Dogma en que «la mayoría de los musulmanes que viven en la nación son moderados. Los líderes islámicos son moderados en general, abiertos y no muy ligados al Medio Oriente, o al islamismo de color político».

«El islamismo en Indonesia –añade– es sobre todo cultura: la religión musulmana ha formado la cultura popular en muchísimas zonas del país. El diálogo interreligioso en Indonesia es ejemplar porque los musulmanes, en general, no monopolizan la vida social. Hay esfuerzos bastante honestos para vivir como hermanos con los que pertenecen a religiones y culturas diversas».

Explica que «se organizan encuentros entre líderes religiosos para discutir las relaciones mismas entre la religiones, para alejar los conflictos abiertos y dañinos y para reforzar la cooperación en el campo de la solidaridad respecto a la población que sufre».

Aún así, reconoce que el diálogo «no es sencillo y no se da siempre en todos los lugares y con la misma profundidad y la misma fecundidad».

El Papa, con motivo del recibimiento al nuevo embajador indonesio, subrayó que hace falta una constante vigilancia por parte de todos para garantizar la libertad de religión a los católicos.

A este respecto, el obispo indonesio afirma que «no estamos en el Paraíso», pero «vivimos mucho mejor que en otros países con mayoría musulmana. Tenemos una cierta libertad y tenemos espacio para llevar adelante los compromisos sociales humanitarios, como forma de la fe vivida, como servicio a la humanidad».

Señala el problema de la acusación de proselitismo contra los cristianos que «es a menudo usada para limitar sus movimientos», mientras que la islamización por su parte se realiza de modo muy claro. Otro problema es «en los últimos años, muchos lugares de oración han sido objeto de destrucción y la concesión de permisos para construir nuevas iglesias se hace cada vez más difícil».

Según el prelado indonesio, en cuanto al futuro del país, «Indonesia avanza en el camino de la modernización» y «hace falta un Gobierno fuerte y democrático, con una distribución del poder clara que permita la guía y la dirección del país y no perder energías, tiempo y dinero en debates políticos que se manifiestan como poco educativos y formativos».

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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